martes, junio 19, 2007

Lacónicos y lapidarios

Lady Nancy Astor: "Si fuera su mujer, le envenenaría el café."
Winston Churchill: "Si fuera su marido, me lo bebería."

Los laconios, por lo visto, tenían fama de ser parcos en palabras, de ahí derivó el término "lacónico", en griego "lakonicos", persona perteneciente a Laconia. Esto es, decir las cosas hablando poco, con respuestas breves y sin información adicional.
Por otro lado, el ser "lapidario" no sólo habla poco, sino que lo dicho se expresa de manera solemne y contundente aplastando generalmente al ingenuo interlocutor.


Entre los ingleses la conjunción de estos dos factores se considera una de las bellas artes, y no es de extrañar. Hay brillantes ejemplos que atestiguan esta afirmación.Entre las más conocidas anécdotas se encuentra la del cruce de zarpazos entre Winston Churchill y el escritor Bernard Shaw, enemigos íntimos durante años. Con ocasión del estreno de su obra "Santa Juana", Shaw remitió al político esta invitación: "Me complace participarle el estreno de mi última obra. Le envío dos invitaciones para que pueda acudir acompañado de un amigo (en el caso de que tenga alguno)". La respuesta fulminante de Churchill llegó a vuelta de correo: "Estimado señor, un compromiso ineludible me impide asistir al estreno, pero acudiré sin falta a la segunda función (en caso de que la haya)".

Pero mis favoritas son las mordaces conversaciones sostenidas por los geniales G.K Chesterton y Shaw:

Chesterton: Al verle, se diría que no hay suficiente comida en este mundo.

Shaw: Al verle, se diría que en efecto se la ha comido toda usted.

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Shaw: Si yo estuviera tan gordo como usted, me ahorcaría.

Chesterton: Si llegase algún día a pensar en ahorcarme, le usaría a usted como soga.

Nota: Chesterton además gestionaba con maestría aspectos menos estéticos de su imagen personal. En vez de disimular sus 136 kilos, ofrecía un argumento de peso: era uno de los ingleses más caballerosos porque, cuando se levantaba en el autobús, permitía sentarse a tres señoras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos cuentos lacónicos:

El primero es el cuento del hombre invisible: Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.

El segundo cuento se llama “toque de queda”: -Quédate –le dije. Y la toqué.

Orestes (Ex Al) dijo...

Yo te voy a decir otro cuento mas breve

Otto le dice a Fritz: Tu mujer nos traiciona.

Tienes autentica gracia en tus comentarios. Manejas el sentido del humor con gran facilidad. Te gustaria poder escribirte fuera de blog. ¿Es posible?
Espero tu respuesta
Cariños de otro que nacio tambien en un cambio de siglo, y, como tu, no diho cual

Donna Angelicata dijo...

Gracias a los dos por los pequeños cuentos.

Señor Al, es usted muy amable. Sí, me gustaría poder escribir fuera del blog pero creo que en este sistema no hay márgenes.