lunes, julio 23, 2007

Aturdimiento general, la sociedad se desmiembra

Un ser vivo afirma valientemente delante de una multitud (formada por tres personas) que no piensa acudir al estreno del esperadísmo largometraje de Los Simpsons la próxima semana.

El trágico suceso ocurrió ayer en un barrio de Almendralejos. Un joven aparentemente moderno, con atavíos que en efecto no harían posible deducir ni al detective más agudo nada sospechosamente fuera de lo normal, (usaba chancletas de las que se introduce el dedo), afirmó tajantemente que no pensaba pagar “para ver un capítulo pero más largo”. Los allí presentes sufrieron una profunda conmoción y tuvieron que ser atendidos por miembros del SAMU presentando graves síntomas de apoplejía. El joven, por su parte, fue retenido por las fuerzas policiales y en estos momentos se encuentra en disposición judicial pendiente de la pertinente condena. Según declaraciones internas, el fiscal no se conforma con menos de 12 años de prisión y treinta y dos segundos de estrangulamiento por un tipo gordo disfrazado de Homer Simpson. “Así aprenderá”, ha declarado el fiscal.


viernes, julio 20, 2007

El síndrome de Stendhal

Así cuenta Stendhal su visita a la basílica de Santa Croce de Florencia:

"Yo estaba ya encantado por el hecho de estar en Florencia, cerca de los grandes hombres cuyas tumbas había visto. Absorto en la contemplación de la belleza sublime, la veía de cerca, casi podía tocarla. Había alcanzado ese grado de emoción en que se aúnan las impresiones celestiales que nos procuran las bellas artes y los sentimientos apasionados. Al salir de Santa Croce el corazón me palpitaba, sentía como una debilidad nerviosa: la vida se había agotado en mí y caminaba con peligro de caerme".

Se sentó en un banco y leyó el pasaje que Foscolo dedica a Santa Croce en sus Sepulcros, completamente solo, con pausas, en total libertad de movimientos y pensamientos.

El síndrome de Stendhal denomina cierto estado psíquico que nos acomete al contemplar una obra de arte, se manifieste esta de la forma que sea, entiendo yo. Hay una expresión que evoca de una manera muy bella este estado de exaltación; me gusta llamarlo "la angustia de lo sublime". Es una angustia subyugante, que te atrapa poderosa y violentamente. Hay una palabras anhelantes de Goethe en su escrito Viaje a Italia:

"Me resolví a emprender tan largo y solitario viaje porque Italia era como el punto central hacia el cual me impulsaba una atracción irresistible. De hecho, acabó siendo un deseo casi enfermizo, del cual sólo la visión y la presencia directas podían curarme."


Queridos y nostálgicos amigos, ¿han tenido ustedes alguna vez esta exquisita y espiritual sensación? ¿Contemplando un cuadro de Kandinsky tal vez?, ¿Deleitándose con los melódicos y armoniosos sonidos del triángulo?, ¿Leyendo con lágrimas en los ojos un cuento baturro?. No sean ustedes tímidos, anden.

miércoles, julio 04, 2007

Nota disculpatoria

Ruego disculpen todos aquellos que se hayan visto seriamente perjudicados por el reciente bajo ritmo de publicación de este blog. La autora lo lamenta mucho y hace expreso manifiesto de que causas ajenas a ella y a su firme voluntad de complacerles, han ocasionado este vertiginoso descenso. Seguramente hayan sido ustedes más felices y ahora se estén preguntando qué demonios hacían, ¡y hacen!, leyendo este sitio. No se preocupen, a mí me parece que hay cosas peores en el mundo, como ser absorbido por una babosa gigante o una clase de psicología.
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Les aconsejo desde aquí que no opten por suicidarse, sobre todo si después sus bienintencionados vecinos les hacen la faena de rescatarles, como a Paulina, mujer de Séneca, que quiso morir como él, pero de orden de Nerón le cerraron a tiempo las venas y conservó siempre una palidez mortal.
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Gracias a Paulina y a su fallido suicidio, me he acordado de esta sentencia de su encantador esposo. Os la dejo aquí para que piensen ustedes que yo bastante hago con entrenerles:
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«Así como en un campo arado para siembra nacen aquí y allá
algunas flores, pero no se ha tomado tanto trabajo por esas hierbecillas, aunque
deleiten los ojos –el propósito del labrador fue otro, y eso sobrevino–, así
también el placer no es el pago ni la causa de la virtud, sino algo accesorio, y
no se lo acepta porque deleite, sino que si se lo acepta, también deleita.»
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Es la idea aristotélica de que no se ha de buscar el placer, sino que es un fin sobrevenido. Les admito opiniones, si es que las tienen. Gracias por su tiempo, si es que es suyo.