jueves, junio 28, 2007

¡Felicidades a mí! ¡A mí, a mí!

Hoy es un día festivo (lo aviso para que mis entrañables y púgiles lectores intenten lanzar menos sacos de hediondas inmundicias -aunque ahora que lo pienso, todo lo empecé yo- y más bolsitas de dulces azucarados -vaya tontería acabo de decir-), ¡es mi no cumpleaños!. ¡Ah no! ¡Es mi cumpleaños!.

Para aquellos lectores interesados en conocer mi edad les diré que es el resultado de multiplicar el logaritmo neperiano de 47 por el resultado de PI/x2 más el 7% de IVA. Aquellos que no sean muy dados a este tipo de sencillos cálculos aritméticos, pueden enviarme un correo postal con la pertinente solicitud, contestando correctamente a la siguiente pregunta: "¿Por qué soy tan estúpido/a?".

Bien, comenzaré con el intenso relato de mi miserable vida (los que no tengan ningún interés en ella, que por otra parte serán los más cuerdos, pueden detenerse justo aquí para tomarse un Gintonic a mi salud, pero no olviden pagar la factura, que hoy cumplo años pero no soy tonta).

Nací un 29 de Junio de ... ¡uy! ¡casi se me escapa!. Mi madre, al verme, tuvo la sensata idea de suicidarse inmediatamente usando el gotero como soga (es que es muy hitchcockniana) pero mi padre le detuvo a tiempo con el siguiente razonamiento:

-¡Espera, mujer! Quizás esta criatura asquerosa y degradada resulte ser una bendición disfrazada.

-Pues si lo es, lleva un disfraz muy bueno -contesto mi desesperada madre.

-Después de todo, -siguió mi progenitor con aire intelectual- ¿Es que nuestro Señor no envió una modesta lombriz para consolar a Moises en su tormento?.
.
-No.

-Pues es de las cosas que solía hacer. ¡Vamos, espinillosa (refiriéndose a la enfermera), llévate a este engendro!.

*Justo en este momento me ha venido a la mente una frase de Emerson que viene muy bien: "Jamás ha habido un niño tan adorable que la madre no quisiera ponerlo a dormir".

Imagen de mi tierna infancia a la edad de 2 años. Mis primeras palabras fueron: ¡No más agua, yegua culona! y ¡Maldigo a Edison! (esta es una reconciliación con mis lectores edithpiaf-adictos)

Cuando crecí, mi madre solía darme sabios consejos como que no me fiara de los peligrosos maníacos homicidas y tengo que decir que así me fué muy bien en la vida. Aunque, por otra parte, es la misma madre que opinaba que Humphrey Bogart era un alto y apuesto semental, así que opté por tomar sus opiniones con precaución, porque amo a mi madre pero también amo las chuletas con salsa y a estas no les pido consejo.


A mi favor tengo que decir que una vez en el tren, un caballero se levantó para dejarme su asiento. Como yo lo interpreté es asunto mío, pero como justo en esa época estaba leyendo el "Pierre o las ambigüedades" de Herman Melville y además iba por este pasaje:


"Si un caballero compra el mejor asiento por un asunto de vida o muerte, deberá
renunciar graciosamente a dicho lugar y alejarse renqueando si una atractiva
viajera mueve una sola de sus plumas desde la puerta de la estación"



Puede decirse que mi ego se disparó (es que nunca he sabido como se bloquea un arma) desde ese momento en el que este insulso señor bajito resultó tan extrañamente gentil. Lo que me dijo a continuación nunca lo podré olvidar:

"Soy lo que en México se llama un chaparrito y en Guatemala, un pululo, y la pequeñez de mi esqueleto tiene la culpa de que todas las mujeres altas me sean inaccesibles. -Y agregó con una reflexión al más puro y selecto humour-: En fin, tengo el consuelo de que, por fortuna, existen muchísimas mujeres bajas que me son inaccesibles también"


Esto es, queridos amigos, lo más trascendental que ha acontecido en mi vida. De ahora en adelante quiero vivir una juventud salvaje, llegar rica a la madurez y fingir que soy sorda cuando me haga vieja para sacar de quicio a la gente.

martes, junio 26, 2007

The Black adder

The Black adder o Blackadder ("La víbora negra") es una serie británica de la BBC de 1983 que descubrí, desgraciadamente, hace poco. Apenas ví dos capítulos pero fueron suficientes para que me lanzara a la compra inmediata de los diálogos completos de la serie por un módico precio (al igual que hice en su momento con la no menos fabulosa "Yes, minister" y "Yes, prime minister").

La serie narra las aventuras de Edward Blackadder (Rowan Atwinson, nótese que no le llamaré "Mr. Bean") y su criado Baldrick (Tony Robinson) durante diferentes etapas de la historia de Inglaterra desde 1485 hasta 1917. La primera temporada transcurre tras la muerte de Ricardo III y el ascenso al trono de Ricardo IV. Edmund, Duque de Edimburgo, es el hijo menor de éste que a la sombra de su hermano Harry intenta confabular junto a sus dos acólitos, Baldrick y Percy, un plan que le conduzca al trono.

La segunda temporada ocurre en la época Isabelina. Edmund está al servicio de la Reina Isabel, caprichosa y manejada por Lord Melchett (Stephen Fry)

La tercera se sitúa en el siglo XVIII. Edmund es el mayordomo del príncipe regente George (Hugh, ¡que no es lupus!, Laurie)

La cuarta y última temporada se desarrolla en las trincheras de la 1ª Guerra Mundial. Edmund Blackadder es capitán del ejército británico.

Un brillante ejemplo del humor al que me refiero es este diálogo del capítulo llamado "Tinta e incapacidad" en el que el doctor Samuel Johnson, gran literato anglosajón y creador del "Dictionary of the English Language" solicita el mecenazgo del Principe Jorge para su magna obra.

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Príncipe Jorge: Verás, Blackadder, anoche ocurrió algo de lo más extraordinario. Estaba yo picoteando algo en el Club del Horrible Fuego del Infierno, y un tipo dijo que yo tenía el cerebro y la sofisticación de un burro.

Blackadder: Una sugerencia absurda, señor.

P. Jorge: Tienes razón: es absurdo.

Blackadder: A menos de que se tratara de un burro particularmente estúpido.

P. Jorge: ¿Ves? Si se me hubiese ocurrido eso...

Blackadder: Eso sucede a menudo, señor. Se nos ocurre tarde lo que deberíamos decir. Sir Tomás Moro, por ejemplo, quemado vivo por no renegar de su catolicismo, debió de haberse maldecido mucho a medida que subían las llamas porque no se le había ocurrido decir: "Renuncio a mi catolicismo"

P. Jorge: Bien. Sí, verás. Mmmm... El otro día, el primer ministro Pitt me llamó gorrón holgazán. Y no fue hasta mucho después cuando pensé lo inteligente que habría sido decir: "¡Muérete, grandísimo pedo!". Debo mejorar mis conocimientos, querido Blackadder. Quiero que la gente diga: "Ese Jorge es tan listo como un palo en un cubo de desperdicios".

Blackadder: ¿Y cómo sugiere que se podría realizar ese milagro, Alteza?

P. Jorge: Muy fácil: me haré gran amigo del hombre más inteligente de la Gran Bretaña. Esa famosa mente, el doctor Samuel Johnson, me ha pedido que sea mecenas de su nuevo libro. Y pienso aceptar.

Blackadder: ¿El tan esperado diccionario, señor?

P. Jorge: ¡Oh! ¿Qué importa el título mientras tenga un montón de buenos asesinatos? Creo que es una obra maestra.

Blackadder: No, señor; no lo es. Es el libro con menos sentido desde que "Cómo aprender francés" se tradujo al francés.

P. Jorge: ¿Tú no tendrás nada personal contra Johnson, verdad Blackadder?.

Blackadder: ¡Dios santo Señor! ¡En absoluto!: no había oído hablar de él hasta que lo habeís mencionado.

P. Jorge: Pero, ¿crees que es un genio?

Blackadder: No, Señor, no lo creo. A menos que la definición de genio de su ridículo diccionario sea: "Burro gordo o trasero temblón. Asno presumido con gran papada sudorosa".

P. Jorge: Pues de buena me he librado. Menos mal que me avisas, porque iba a introducir su gordo trasero en el seno de la realeza.

Blackadder: Estoy encantado de ser el instrumento que mantiene su seno libre de traseros.

P. Jorge: ¡Bravo! No quiero perder el tiempo con traseros temblorosos. Prepara el té, ¿quieres, Blackadder?.

Blackadder: (Se dispone a obedecer) Claro, Señor.

P. Jorge: ¡Ah! Y pon dos tazas, ¿quieres?. Ese esplendido cerebrito, el doctor Johnson, llegará de un momento a otro.

Blackadder no puede dar crédito a la estupidez de su Señor.

Como reciben al Doctor Johnson, queman su conocido diccionario y se disponen a reescribirlo en una sola noche es algo que sencillamente no deberían perderse.

Nota:

Imagen espeluznante del pobre Doctor Johnson mientras contempla atónito la nueva versión de su titánico Diccionario reescrito por nuestros queridos amigos. En este preciso momento iba por la "s". Pensamos que no pudo llegar al final del abecedario y murió de una apoplejía repentina.

-Salto: Reacción de un individuo nacido el 29 de febrero al enterarse, el primer día de marzo, de que ese áño no es bisiesto.

-Sanguijuela: Criaturilla negra, semejante a una salchicha quemada, que se emplea para chuparle la sangre a la gente; las sanguijuelas hacen más atractivos a los animales de compañía y son fáciles de mantener; si se colocan en un cojín cercano al gato de nuestro anfitrión, nos pueden servir para gastar divertidas bromas no exentas de una vertiente práctica.

-Secuela: Entra sin pagar

-Secuoya: Parte de la pata del caballo (probablemente)

-Sedentario: Ni idea.

- Sencillo: Es sencillo

-Señora: Caballero femenino.

-Servicio: Conjunto de empleados que realizan diversas labores por puro vicio.

-Severo: última palabra de esta página; ¡uf!, me voy a la cafeteria.

viernes, junio 22, 2007

Por los viejos tiempos - Robert Burns-

Auld Lang Syne -Robert Burns (Scotland, 1759-1796)-
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Should old acquaintances be forgotten,
And never brought to mind?
Should old acquaintances be forgotten,
And days of long ago!
-
For old long ago, my dear
For old long ago,
We will take a cup of kindness yet
For old long ago.
We two have run about the hillsides
And pulled the daisies fine,
But we have wandered many a weary foot
For old long ago.
-
We two have paddled in the stream
From noon until dinner time,
But seas between us broad have roared
Since old long ago.
And there is a hand, my trusty friend,
And give us a hand of yours,
And we will take a goodwill draught
For old long ago!
And surely you will pay for your pint,
And surely I will pay for mine!
And we will take a cup of kindness yet
For old long ago!
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Los viejos tiempos
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¿Deberían ser olvidados los viejos amigos
y nunca recordados?
¿Deberían ser olvidados los viejos amigos
y los viejos tiempos?
-
Por los viejos tiempos, amigo mío,
por los viejos tiempos.
¡Tomaremos una copa de amabilidad
por los viejos tiempos!
-
Los dos hemos corrido por las laderas
y arrancado las margaritas,
pero vagamos con pies cansados
desde hace mucho tiempo.
Los dos hemos jugado en el arroyo
desde el mediodía hasta la hora de la cena,
pero los mares que hay entre nosotros han rugido
desde hace mucho tiempo.
Y hay una mano, mi leal amigo,y danos tu mano
¡Y beberemos un trago
de buena voluntad
por los viejos tiempos!
¡Y sin duda tú pagarás tu pinta
y sin duda yo pagaré por la mía!
¡Y beberemos un trago de amabilidad
por los viejos tiempos!

jueves, junio 21, 2007

Del nuevo mundo

"Fuera todo estaba inmóvil y reinaba el frío. En el interior de la sala temblaba un mundo de música apasionada. En los movimientos lentos el director Josep Vicent parecía acariciar con sus manos el fluir de un suave vestido. Sin embargo, en los pasajes más rápidos, fue como si descargara el contenido de la orquesta como una ametralladora”.

Ayer por la tarde asistí a un concierto en el Palau de la Música. Se trataba de fragmentos de "West Side Story" de Leonard Bernstein y La sinfonía nº 9 en Mi menor, op. 95 "Del nuevo mundo" de Antonin Dvorák interpretados por la Orquesta de Valencia y con un joven Josep Vicent a la batuta.

La interpretación de ambas fué maravillosa pero sin duda la que deslumbró fué la novena de Dvorák. La sinfonía del nuevo mundo es de las piezas más conocidas del compositor checo. Fué escrita durante una de sus estancias en Estados Unidos cuando fué invitado para la celebración del cuarto centenario del descubrimiento. Dvorák quedó fascinado por la música nativa americana y como consecuencia la melodía evoca danzas rituales indias o cantos espirituales afroamericanos.

El danzante tema del Allegro del primer movimiento, la exquista dulzura del segundo, con el corno inglés tocando la pieza más celebre, el tercero transmitiendo la idea de los bailes de los indios afroamericanos y... el espectacular cuarto movimiento con la combinación de los dos temas en la coda. ¡Menudo final!

Por lo visto, en contra de la sabiduría convencional, influyó más el checo sobre América que ésta sobre el músico. Por lo tanto, Dvorák no sólo sería el exponente del nacionalismo de su propio país sino que habría inventado uno para el nuevo continente.

En definitiva, cuarenta minutos en los que uno deja de ser espectador pasivo para dejar que los voluptuosos, abruptos pero también deliciosos sonidos le trasladen esplendorosamente a ese ansiado nuevo mundo.

martes, junio 19, 2007

Las aventuras del Señor Peppys

Un súbito estruendo despertó al Señor Peppys de su letargo, haciéndole caer inevitablemente de la cama.

-¡Caramba! ¡Por poco me parto la crisma!

Por lo que pudo intuir, el ruido provino de la parte trasera del jardín, allá donde guardaba su colección en miniatura de armamento militar de la Segunda Guerra Mundial.
Se dispuso a averiguar la causa de su inquietud y se desplazó reptando entre la maleza hasta la puerta trasera (maldijo mientras tanto al jardinero, para que el camino se le hiciera más corto).
La imagen del Señor Peppys habría producido una inevitable perplejidad a cualquier caminante que hubiera pasado por los alrededores, no sólo por su reptil posición sino porque nuestro valeroso protagonista iba ataviado con un camisón de seda, una única pantunfla y llevaba un salmón noruego que haría las veces de arma arrojadiza en caso de necesidad. Pero como eran las cinco y siete minutos de la mañana, se libró por los pelos de la mofa ajena.

-¡Adelante! - se decía para animarse.

De repente, el estruendo que había escuchado inicialmente dió paso a una especie de sollozo semejante al que emite un cerdo cuando encuentra una col.

-¡Diantres!, ¡Será posible!- y mientras decía esto, el Señor Peppys tropezó aparatosamente con un bulto baboso que soltaba una mucosidad verduzca tan solo vista en niños de dos meses.

-¿Qué... qué... qué... es esto? - a este punto, podría considerarse que el Señor Peppys había adquirido la habilidad de mimetizarse con el ambiente y todo su cuerpo se recubrió de la misma capa babosa que el misterioso bulto. Quizás tuviera la voluntad de engañar a su predador haciéndole creer que en realidad era un alga marina. El Señor Peppys era muy conocedor de las técnicas estratégicas de camuflaje.

-¡Demonios! ¡Sólo a mí pueden ocurrirme estas desgracias!. ¡Este bicho infecto es algo grotesco!...

-Disculpe, caballero -interrumpió ofendido el infecto- agradecería un poco de respeto, ya tengo bastante con que me haya arreado una patada de aúpa.

-Pero.. pero.... ¿estoy soñando acaso?. ¡¡Oh, ah!! Bueno.... siento lo de la patada pero usted me ha dejado en un estado mucoso digamos poco agradable. ¿Qué demonios es usted? Así que efectivamente hay vida paranormal, ya se lo decía yo a la Señora Thunderhot, ¡ja!, menudo disgusto se va a llevar. Venga, venga por aquí, le ofreceré té caliente y pastas escocesas.

-Paranormal lo será usted. He venido porque tengo una misión importante. Me han expulsado de mi planeta y quiero terminar cuanto antes con este tostón.

-Oiga sin faltar, que el que está invadiendo el jardín del otro es usted y el que me ha llenado de mocos también. ¿Es que ustedes cumplen todos los clichés sobre los extraterrestres? ¿También tiene antenas? ¡Qué barbaridad!. Retomando un poco el hilo. ¿Por qué le han expulsado?


- ¿Conoce usted el caso de la niña Kaspiana?

- No, y su jerga comienza a extrañarme. -dijo el Señor Peppys ansioso de apartar la conversación de unos derroteros tan subjetivos.

- Le explico. En las noticias dicen que hay una niña que tiene la habilidad mental de contactar con nosotros y establecer comunicaciones satisfactorias.

-¡Ah! ¿Pero cómo de satisfactorias?. A mí sólo me satisfacen los bollitos de dulce de leche y alguna mujer mayor de 32 años.

- Pues bien, todo es falso. En realidad se trata de una niña con muy malas artes cuya mayor ilusión es exterminar toda vida extraterrestre.

- Todos hemos tenido esa ilusión alguna vez.

- ¡Déjese de mondongas!

- Perdón, no hablo portugués.

- ¡Ha de ayudarme a matar a esa niña del demonio!

-Ah no, por ahí no paso -dijo el Señor Peppys señalando una pequeña rendrija que había en la alcantarilla.

- Hasta que no me deshaga de ella no podré volver a mi planeta. Nosotros desconocemos por completo el modo vital terrícola, así que no sé como actuar.

- ¿Me ha tomado por un actor?. Usted además de mucoso, es un insolente. Lo que es más, ¡es un insolente mucoso!

- Caballero, lo último que pretendo después de 70.000.000 millones de años luz de trayecto es ofenderle , y mucho menos después de 2 minutos de trato con usted en los que me ha dado tiempo a apreciar que tiene usted unas reacciones muy peculiares.

- Si lo que está diciendo entre líneas es que quiere beneficiarse a mi prima, lamento decirle que la lleva usted clara.

- Pero yo.. yo... no..

-Además, mi prima es muy posesiva. Como el mi, el nuestro o el tuyo. De hecho quería que la llamara MI todo el tiempo. Y a veces le hacía bromas, le llamaba Fa o Do, pero nunca la vi reírse.

- No me refería a...

- No intente confundirme, sé distinguir perfectamente cada palabra.


FIN.

Lacónicos y lapidarios

Lady Nancy Astor: "Si fuera su mujer, le envenenaría el café."
Winston Churchill: "Si fuera su marido, me lo bebería."

Los laconios, por lo visto, tenían fama de ser parcos en palabras, de ahí derivó el término "lacónico", en griego "lakonicos", persona perteneciente a Laconia. Esto es, decir las cosas hablando poco, con respuestas breves y sin información adicional.
Por otro lado, el ser "lapidario" no sólo habla poco, sino que lo dicho se expresa de manera solemne y contundente aplastando generalmente al ingenuo interlocutor.


Entre los ingleses la conjunción de estos dos factores se considera una de las bellas artes, y no es de extrañar. Hay brillantes ejemplos que atestiguan esta afirmación.Entre las más conocidas anécdotas se encuentra la del cruce de zarpazos entre Winston Churchill y el escritor Bernard Shaw, enemigos íntimos durante años. Con ocasión del estreno de su obra "Santa Juana", Shaw remitió al político esta invitación: "Me complace participarle el estreno de mi última obra. Le envío dos invitaciones para que pueda acudir acompañado de un amigo (en el caso de que tenga alguno)". La respuesta fulminante de Churchill llegó a vuelta de correo: "Estimado señor, un compromiso ineludible me impide asistir al estreno, pero acudiré sin falta a la segunda función (en caso de que la haya)".

Pero mis favoritas son las mordaces conversaciones sostenidas por los geniales G.K Chesterton y Shaw:

Chesterton: Al verle, se diría que no hay suficiente comida en este mundo.

Shaw: Al verle, se diría que en efecto se la ha comido toda usted.

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Shaw: Si yo estuviera tan gordo como usted, me ahorcaría.

Chesterton: Si llegase algún día a pensar en ahorcarme, le usaría a usted como soga.

Nota: Chesterton además gestionaba con maestría aspectos menos estéticos de su imagen personal. En vez de disimular sus 136 kilos, ofrecía un argumento de peso: era uno de los ingleses más caballerosos porque, cuando se levantaba en el autobús, permitía sentarse a tres señoras.

lunes, junio 18, 2007

Rescatado con vida un hombre que llevaba seis meses perdido en una tienda de Ikea

Atanasio Niceforo Muletillas ha vuelto a nacer. Se le daba por perdido desde hacía meses, cuando su mujer dió la voz de alarma al no encontrarle en la sección de menaje donde habían quedado "en quince minutos". La epopeya de este hombre comenzó cuando don Atanasio se distrajo en los estantes de velas aromáticas: "Había cerca de 3000 y no me decidía entre el rosa palo y palo rosa". Cuando quiso darse cuenta, estaba perdido. "Bien es cierto que yo había ido más veces con mi mujer, pero siempre iba detrás de ella, rezogando y malhumorado. Pero aquel día, cuando me dijo que me fuera a comprar velas y que nos veíamos en quince minutos en una sección determinada, me bloqueé. Fuí incapaz de reaccionar. Aquello era un reto demasiado grande para mí.

Don Atanasio recuerda con horror cómo "no pude encontrar ni a mi mujer ni la salida. Vagué por los pasillos e intenté todas las técnicas conocidas para salir de un laberinto. Al final, uno no sabe como pero siempre termina en la cafeteria de la planta de arriba. Aquello era como un gigantesco vórtice que me atrapaba. Pero doy gracias a Dios por la cafeteria. Si he podido sobrevivir es por la suerte de que hubiera tantas y variadas provisiones de salchichas suecas, arenques suecos, salchichas, arenques, zumo de salchichas, cuajada de arenque.. Y qué decir de las ensaladas de salchichas y los montaditos de arenques."

Preguntando el naúfrago acerca de su negativa a pedir ayuda o indicaciones al personal de los almacenes, don Aniceto sólo respondió: "Es que soy un hombre y ya sabe lo que pasa con nosotros, que no nos da la gana de pedir indicaciones. Si hubiera estado mi mujer, otro gallo me hubiera cantado."


Imagen aérea de los planos de uno de los cuartos de baño de los grandes almacenes de decoración.

Durante los siguientes seis meses a su desaparición, don Aniceto consiguió construir un refugio utilizando sólo "una llave allen y unas precisas instrucciones de montaje. La llave allen es un prodigio de herramienta. Con 432 de estas llavecitas he conseguido construir un reactor nuclear que genera una fuerza de corriente alterna que podría iluminar la ciudad de Nueva York durante seis meses seguidos".

Su rescate se produjo la pasada madrugada, cuando la Policía consiguió abrirse paso en una operación que ha llevado tres semanas de planificación. Como aseguró el inspector jefe de la Unidad de Desaparecidos: "Es cierto que nos enfrentábamos a un terreno hostil, pero uno de mis hombres ya había montado un armarito de baño y teníamos fe y confianza en nuestras fuerzas. A don Aniceto lo encontramos bien: deshidratado por tanto arenque salado pero en buenas condiciones."

La Gallina Ilustrada

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A mí no tuvieron que rescatarme las fuerzas policiales porque, como mi condición de fémina exige, yo sí pregunté al único empleado que pude encontrar en 2 kms a la redonda. Este fué muy amable en decirme que todo lo que debía hacer era seguir unas flechas en el suelo y dejarme llevar. Bien, bien, eso comencé haciendo borreguilmente y todo parecía indicar que al final de todo aquel flechaje iba a encontrar un tesoro. ¡Qué bien! -pensé yo- ¡Con lo que me gustó "La isla del tesoro"! Quizás consiga ser una especie de Jim Hawkins. Puede que el premio sea un sofá cama con estampados en malva. No podía resistirme.
La razón de mi andanza de 5 horas con eternos retornos se debió a que yo hacía caso omiso a las flechas y cogía picarescamente los atajos que se van indicando para aquellos que queriendo llegar antes al fin de aquel martirio, lo único que ocurre es que acaban de nuevo en el comienzo. Y encima me quedé sin tesoro.

Bienvenidos a la República Independiente del Laberinto Sueco.

viernes, junio 15, 2007

El amor y otras pasiones

Dice Schopenhauer en El amor y otras pasiones:


"En efecto, el hombre con facilidad puede engendrar más de cien hijos en un año, si tiene otras tantas mujeres a su disposición; la mujer, por el contrario, aunque tuviese otros tantos varones a su disposición, no podría dar a luz más que un hijo al año, salvo gemelos. Por eso anda el hombre siempre en busca de otras mujeres, al paso que la mujer permance fiel a un hombre, porque la naturaleza le impele, por instinto y sin reflexión, a conservar junto a ella a quien debe alimentar y proteger a la futura familia menuda.

De aquí resulta que la fidelidad en el matrimonio es artificial para el hombre y natural en la mujer, y por consiguiente (a causa de sus consecuencias y por ser contrario a la naturaleza), el adulterio de la mujer es mucho menos perdonable que el del hombre"

Sin querer entrar en el sempiterno (¡qué palabra tan bonita!) tema de la guerra de los sexos (porque perdonen pero, es un aburrimiento) me siento impulsada a la siguiente reflexión.

Siempre había tenido la clásica concepción de que la infidelidad femenina estaba en peor consideración que la masculina porque siendo la mujer, por lo visto, menos capaz de separar sentimientos y pasión carnal que el hombre, cuando ésta es infiel, por lo tanto, es mucho más probable que termine yéndose con el amante a alguna isla del Pacífico a cortar leña y degustar exóticos manjares dignos de los dioses (suponiendo que quede alguno), dejando al gruñón marido en la casa conyugal y sin que éste se percate de la ausencia hasta el tercer día, que es cuando su instinto reproductor se habrá regenerado (digo yo).

Sin embargo, Schopenhauer da un giro (no voy a decir copernicano, que sé que lo están esperando, y me gusta chinchar) a mi esquema tradicional, si es que tenía tal cosa, y señala eso de la prole como principal causa de fidelidad en la mujer e infidelidad en el hombre.

Por otra parte, ¡perdona Schopenhauer!, yo es que no veo ningún problema para la continuidad de la especie (¿conocería la fértil vida de J.S Bach con tan solo dos esposas?), en que el hombre se dedique a esparcir su semilla dentro del seno familiar exclusivamente. La vida podría ser idílica. Aunque ahora que lo pienso, no estoy muy segura de lo que significa "idílica", tropecé con esa palabra un día que leía un anuncio de un crucero alrededor del mundo.

jueves, junio 14, 2007

De botones

Anoche estuve leyendo la divertida autobiografía de Groucho Marx, "Groucho y yo", y me encontré con este relato hotelero (hostelero dirían otros) que hace como paréntesis a las aventuras que relata de su hermano Harpo cuando este ejerce de botones (es hilarante leer como tiene que pasear a la cría de leopardo - ¡"La fiera de mi niña"!- de una trágica inglesa, Cecilia Langhorne, hospedada en el hotel y como en uno de estos paseos, el animal se le escapa, mata a un perro y Harpo tiene que volver cabizbajo con la historia de que Dodo, así se llamaba el felino, había sido matado por un individuo que acababa de salir de una armeria. La señorita Langhorne tuvo que hacer una cura de cuarenta y ocho horas.

" (...) Me refiero al anticuado botones. Vestido como un tambor mayor, se sentaba muy vivaracho en un banco del vestíbulo del hotel, siempre atento al sonido de la campana del recepcionista.

En los buenos tiempos, si un viajante de comercio tenía la desdicha de quedarse bloqueado en una de aquellas aburridas ciudades y en el hotel que invariablemente había en ellas, después de desempaquetar sus escasas pertenencias, se sentaba y contemplaba sombríamente la celda que se le había destinado. Esta solía contener una cama de hierro, un armario de metal (pintado para que pareciera de madera), un jarro y una jofaina. Junto a ésta colgaban dos toallas casi transparentes. También había una pastilla de jabón que, por la cantidad de espuma que producía, parecía estar fabricada con granito puro.


Al desdichado viajante se le ofrecían dos alternativas. Podía coger la cuerda para salvamento en caso de incendios que colgaba por la parte exterior de la ventana y ahorcarse con ella, o podía enviar a buscar al botones. Una presión sobre el timbre del cuarto y, como un genio mágico, el botones aparecía. Uno podía encargarle lo que quisiera... más toallas, agua helada, cualquier cosa, y si te sucedía que estabas en territorio de prohibición de alcohol, tal vez conseguía una botella. También te advertía que no era prudente comer en el hotel, a menos que no sintieses ningún deseo de volver a ver a tu familia.
¡Oh!, a propósito, también solía conocer a una chica....

-No, señor. No es una profesional. La verdad es que se trata de una amiga de mi hermana y que procede de muy buena familia; lleve mucho cuidado en ofrecerle dinero. Se pone muy furiosa si alguien lo hace. Pero si me da usted un billete de diez dólares, me encargaré de hacérselo llegar. De esta manera no se sentirá violenta... No, no, yo no quiero nada para mí. Sólo deseo que pase usted un rato agradable.
Mi opinión es que el mundo no siempre progresa. Verdad es que ahora puedes entrar en el ascensor de un hotel, apretar un botón y llegar a la habitación, suave y silenciosamente. Si quieres agua helada, lo único que hace falta es apretar otro botón que hay en el lavabo, y mana un torrente cristalino, congelado. Las toallas son facilitadas en abundancia, e incluso se le suplica a uno que se lleve el jabón a casa, como recuerdo. Pero pese a todos estos adelantos, el hotel moderno es una combinación fría, sin alma, mecánica, de acero, madera e indiferencia. Además, si eso es en lo que están pensando, un vagón del metro durante las horas punta te proporcionará un contacto mucho más personal."
("Groucho y yo". Groucho Marx)

miércoles, junio 13, 2007

Aprite un po quelli occhi


Se acaba de dar a conocer (o al menos yo me acabo de enterar) el programa operístico que tendrá lugar la próxima temporada 2007/2008 en el Palau de les Arts de Valencia. Dejo el enlace para vuestra información:


Dentro de mi todavía ignorancia musical, a mí me parece que será una temporada excelente. Además de la ya esperada ópera Sigfrido de Wagner (continuación de las representadas en esta primera temporada "El oro del Rin" y "La Walkiria") hay cosas tan destacables como Orlando de Händel (¡genial!), Las bodas de Fígaro de Mozart (¡viva!) o Turandot de Puccini (¡hurra!).


Como tengo especial debilidad por Mozart, me hace mucha ilusión que hayan escogido otra obra suya y mucho más que sea "Las bodas de Fígaro".
La obertura es una melodía tan conocida como bella, además de lo novedoso que resultó el hecho de que no fuera un resumen músical de lo que venía a continuación, es decir que la música de la obertura se escuchaba única y exclusivamente en la misma.

El libreto es de Lorenzo da Ponte. Según he leído a la presente obra, Don Giovanni y Cossi fan tutti se les denomina "La trilogía Da Ponte" por estar las tres escritas por este libretista italiano.

Hay una escena en la película de Milos Forman, "Amadeus", en la que Salieri ve desde el palco esta ópera y su voz en off dice: "Allí estaba la Contessa, absolviéndonos a todos con una música de belleza sin igual..."

Contessa di Almaviva

martes, junio 12, 2007

La isla

Riiinggggg, riiinggggg (en lugar de esto, léase el tono de la melodía de House; una, que es fan algo alelada)

-Yo: (para que me vayan conociendo les diré que soy un ser de exquisitos modales y distinguido y señorial trato, aunque a veces me meto con la Piaf): ¿Diga? (¿lo ven?, no tengo parangón)

-Voz varonil desconocida, de sonoridad madura, pueblerina y gallega: ¡Diga usted!

-Yo (algo confundida): Perdón, ¿cómo qué diga yo, buen señor?, ¡me ha llamado usted a mí!

-Señor extraño (insistentemente): ¡Diga! ¡Diga! ¿Quién es usted?

-Yo: (mucho más confundida): Pero, ¡usted me ha llamado a mí! Dígalo primero.

-Señor extraño: ¡Digaaaaaaaaa!

-Yo: (con evidentes síntomas de incipiente locura): ¡¡¡¡Que no tengo nada que decirrrrr!!!!

-Señor extraño: ¡Pero bueno! Yo soy Juan, ¿quién es usted?

-Yo: Pues yo soy... yo soy... pero, ¿qué Juan?

-Juan (supongo que ya podemos llamarle así, acaba de nacer para nosotros): Pues Juan Juan, ¡yo qué sé! ¡¡Señorita, no me confunda y dígame por qué la estoy llamando!!.

Perdón, pero justo aquí no he podido evitar soltar una enorme carcajada interna, y he tenido que hacer una pausa para que el universo se restableciera, preguntarme quién demonios era yo y darle respuesta a un señor gallego de por qué me estaba llamando (sin éxito, tengo que decir, aunque yo me inclinaba... para coger un euro del suelo).

Desde luego que este marginal hecho no ha pasado inadvertido para mi inquieta mente y la inminente sucesión de preguntas de orden trascendental ha sido un proceso imparable (dénse cuenta de la cantidad de adjetivos que empiezan por "i" me han salido sin proponérmelo).

¿Quiénes somos?. Juan, el gallego, había puesto el dedo en la llaga (espero que a muchos de ustedes no les incomode esta asquerosa referencia, si sirve de algo, mi buen gusto ha decidido que sea una llaga sin pus) con esa inocente cuestión (le presupongo dicha inocencia porque de fondo me parecía oir el balido de una oveja -puede que fuera una gaita- y un cencerro , y todos sabemos que un gallego que vive en el campo no puede albergar maldad).

Lo que quiero decir es que a mi me parece que uno no llega a conocerse nunca y que los demás, por supuesto, no tienen la menor idea de lo que ocurre en nuestro interior. Había una cita que decía "Todo hombre es una isla dentro de sí mismo" (tal vez esta no sea la cita exacta, pero no tengo tiempo de comprobarlo, a las diez viene el masajista y además se me ha dormido la mano).

Monstruosa autocomplacencia

"General, tenga cuidado con su hija. Ha intentado sentarse sobre mis rodillas cuando yo estaba de pie". (Humphrey Bogart, "El sueño eterno").

Alguna vez he leído (la duda me posee y ahora no recuerdo donde, pero es probable que fuera en el sobre de azucarillo del bar de la Calle de la Espátula - y el café estaba frío-) que "cada hombre lleva un libro en su interior". Eso es algo tan estúpido como decir "acostarse temprano y levantarse temprano hacen al hombre ya -sabe- usted-qué". Y aquí Groucho tiene algo que decir:

"Esto es una paparrucha. La mayor parte de la gente rica que conozco prefiere dormir hasta mediodía y es capaz de despedir al criado si se les molesta antes de las tres de la tarde. Decidme, os lo ruego (y esto lo he sacado de "Mujercitas"), ¿qué personas son las que se levantan con el alba?. Policias, bomberos, basureros, conductores de autobús, dependientes y otros de las clases más humildes. No ves a Marilyn Monroe levantándose a las seis de la mañana. La verdad es que yo no veo a Marilyn Monroe levantándose a ninguna hora, lo que es una lástima."

Me siento pletórica, yo hoy no he madrugado, lo que invariable y groucheanamente me convierte en un ser de la más alta alcurnia, como un juez, un Rey o un escritor de novela erótica. Por otra parte, está el añadido de que en mí se cumple a la perfección eso del libro en el interior; (nótese que bien uso el punto y coma) en el interior de mi bolso hoy llevo la ligera obra randyana de "La Rebelión de Atlas" a la que doy gran utilidad en los momentos de espera, sopor o atraco repentino, y así poco a poco quizás logre terminar esta novela antes del año 2078 (también recuerdo haber leído y tampoco recuerdo donde, ¡qué útil les soy!, que algún excéntrico ser humano -debía ser alguien famoso, asi que con estos dos datos bien podría ser José Luis López Vázquez -aunque ahora dudo de si este hombre está vivo o muerto- había solicitado que le enterraran en un ataud de cristal para no sentir el agobio claustrofóbico que el clásico ataud conlleva. A mi se me ocurre que además de esa excelente idea del cristal, le añadan una pantalla de plasma, un dvd y la serie completa de Frasier para pasar la eternidad de manera mucho más entretenida, donde va a parar. Perdonen, pero aquí ya no sé si va guión, paréntesis, punto y coma, corchete o pi, asi que cierro con el punto y final y me quedo como unas santas pascuas.

lunes, junio 11, 2007

¿Quién es Borges?

"Borges se merece y necesita no una biografía sino una enciclopedia. Una –a ver quién se anima– Enciclopaedia Borgeanna. Y después extraviarla al fondo de un corredor con espejos para que alguien la encuentre y la lea y la active y así, página tras página, entrada sin salida, hasta el fin del principio. Hasta que el mundo sea Borges." Rodrigo Fresán.

Pero, ¿quién era Borges?.

Hay dos anécdotas que me resultan especialmente divertidas. La primera es aquella en la que Borges escribe un cuento para La Nación: “24 de agosto de 1983″, donde el propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa precisa fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños, apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad. Borges entonces comentó: “¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas? .

La otra es aquella que relata Tabucchi, ¡El invento de Caillois":

Hace un tiempo, una revista francesa publicó una insólita noticia: Jorge Luis Borges no existía. Su figura, divulgada con ese nombre, habría sido solo el invento de un grupo de intelectuales argentinos (entre ellos, naturalmente Bioy Casares) que simplemente habían publicado una obra colectiva detrás de la creación de un personaje ficticio. Y que la persona conocida como Borges, aquel viejo ciego con bastón y sonrisa árida, era un actor italiano de tercer orden (la revista mencionaba incluso el nombre, pero no lo recuerdo) contratado años antes para hacer una broma, y que había quedado cautivo dentro del personaje resignándose finalmente a ser Borges “de verdad”. La noticia era tan borgeana que de por sí resultaba divertida; pese a que enseguida pensé que detrás de esa travesura no podía estar otro que el mismo Borges. Por lo demás, se trata de un discurso que se remonta a mucho tiempo atrás, cuando el “caso” Borges estalló en Europa. Quien lo hizo estallar fue, como es sabido, Roger Caillois, gran explorador de la literatura, quien finalmente había descubierto a un escritor exótico que, sin ser realmente exótico, podía proponer al lector francés algo muy distinto de los temas asfixiantes y provincianos en los que parecía haber caído por esos años la literatura francesa. El éxito decretado por Francia decretó inmediatamente el éxito europeo y Borges, con la ironía que siempre supo utilizar respecto de sí mismo, declaró ser “un invento de Caillois”.

Decía Tabucchi que “el rechazo de la identidad personal por parte de Borges (ser nadie) no es sólo una irónica postura existencial sino justamente el motivo central de su narrativa”.

Borges se desdobla intencionalmente, es un todo, ficción y realidad, autor y no autor, pero Borges no desaparece nunca. Simplemente, como él mismo decía: "No sé cual de los dos escribe esta página".


Después de medianoche

Estaba yo felizmente, es un decir, proporcionándo los delicados y no poco contradictorios cuidados que mi bonsai precisa -esto es: agua, pero ni mucha ni poca, luz, pero ni directa ni indirecta, aire, pero sin ventisca (?) - cuando de repente algo contrariada pensé, pero... ¿es un bonsai o un Gremlin?. A la vez que este razonamiento zarandeaba mi mente y mientras colocaba al vegetal a la luz/sombra, con poca/mucha agua y al aire no aventiscado, se me ha ocurrido la siguiente reflexión en torno a estos simpáticos bichos del celuloide.

Si seguimos stricto sensu las normas de supervivencia de los Gremlins, en concreto la que dice eso tan fascinante de que "No se les debe alimentar después de medianoche", ¿no nos hallamos ante un caso de inanición gremliana?. La ambigüedad de la referencia temporal a eso parece conducirnos puesto que, ¿cuándo deberíamos alimentar a los bichos de nuevo?. Pongamos por caso que adquirimos uno esta misma mañana, el precavido tendero nos avisa de todas las anomalias que el "animal" padece - que con todas ellas, si no ha muerto en un mes de existencia debe ser por puro designio divino- y cuando llega a la parte de la comida nos dice eso de la medianoche. Bien, el bicho, ya acomodado en nuestra casa, come a las dos del mediodía - o a las tres y media si es domingo y viene la tia abuela-, probablemente, como son seres algo extravagantes, tomaran un piscolavis a media tarde y una tortilla de atún para cenar (antes de las 00:00). Hasta este momento nuestro amiguito estará saciado y satisfecho y puede que hasta nos pida el visionado de una película de David Lynch para caer morfeísticamente ipso facto (hoy estoy locucionalmente latina).

Pero, y aquí es cuando llega el motivo de mis preocupaciones y desvelos nocturnos, ¿cuándo le damos de comer otra vez?. El tendero -que por cierto, era un tanto raro y siniestro- no fué muy concreto. "No le alimentes después de medianoche" viene a ser que no pueda darle de comer nunca más pues ¡ya siempre es después de medianoche!. No dijo por ejemplo "hasta que salga el sol", "hasta las 9 de la mañana" o "hasta el primer debate televisivo de Telecinco". ¡No!.

Acto seguido me quedé contemplando al bonsai y pensé que al fin y al cabo "después de medianoche" era un concepto completamente subjetivo, pero que lo subjetivo es a su vez objetivo, aunque no en ningún esquema clásico de percepción, o al menos de manera epistemológica de un concepto empírico abstracto como el ser u ocurrir en la cosa en sí o de la cosa en sí misma.

PD: A continuación la sobrecogedora imagen de un Gremlin después de haber sido alimentado a las 00:03.

viernes, junio 08, 2007

Éste, el mejor de los mundos posibles.

Después de que el mundo se creará (disculpen mi egocentrismo, pero lo siento, en estos momentos mi querida página constituye el epicentro de mi corta, pero intensa, existencia bloggera -qué terrible suena esto-), el paso siguiente era vivir. Demonios, y no es que resulte especialmente sencillo.

Bien. Mi mundo ya existe (como decía George Peppard en "Desayuno con diamantes": "¡Yo no soy todo el mundo!, ¿o si lo soy?".) y como tal, intentaré que sea lo más divertido posible (esto también les afecta a ustedes, estimados y desconocidos lectores -que considerada soy-).

Esto me recuerda a la obra de Voltaire, Candido o el optimismo, y a uno de sus personajes, el divertido Doctor Pangloss, para el cual este mundo es el mejor de los mundos posibles y todo en él sucede para bien. Evidentemente lo hilarante del asunto es que los personajes sufren (en el sentido más amplio) durante toda la obra y el pobre y desdichado Cándido, que como buen discípulo ha aprendido la máxima de su tutor, tiene una candorosa fe en que todas sus desgracias tienen un sentido y servirán para una dicha cercana.... El final pueden disfrutarlo ustedes mismos.

Pero... ¿es éste verdaderamente el mejor de los mundos posibles? (no me refiero a mi reciente creación bloggeriana, que ya sé que iban a decir que por supuesto, semejante derroche de ingenio, ¿cómo no iba a serlo?. No, conténganse, me refiero a éste, nuestro mundo).

Génesis, o como todo tiene un supuesto comienzo

Un principio, una creación .. y después todo es un fluir. Me gustaría insertar aquí el prodigioso comienzo de la ópera wagneriana "Das Rheingold" o el comienzo de La Creación de Haydn (¡El inicio del Mundo!) como perfectos elementos descriptivos de esta humilde iniciación al universo de los diarios cibernéticos.

Sin ser esto posible, me dispongo a la necesaria y estricta introspección de por qué esta página.

Sin ideas brillantes que inspiren al mundo, me gustaría sencillamente, a través del humor (chestertoniano, ponceliano... ¡ay, si una estuviera a su altura!), expresar lo inexpresable, abarcar lo inabarcable, metarfosearme en una especie de híbrido que escupa (perdonen) brillantes estupideces, asombrosas idioteces y algún sublime disparate.

No hay más motivo que el puro placer de la que escribe por... ¡escribir!.

Un saludo iniciado.

Primera cita: "Odio las citas. Dime lo que sabes". Ralph Waldo Emerson