viernes, junio 05, 2009

La Morsa y el Carpintero (Lewis Carroll)

"¡Brillaba el sol sobre la mar!
Con el fulgor implacable de sus rayos
se esforzaba, denodado, por aplanar
y alisar las henchidas ondas;
y sin embargo, aquello era bien extraño
pues era ya más de media noche.

La luna rielaba con desgana
pues pensaba que el sol
no tenía por qué estar ahí
después de acabar el dia...
¡Qué grosero! -decia con un mohín,
¡venir ahora a fastidiarlo todo!

La mar no podía estar más mojada
ni más secas las arenas de la playa;
no se veía ni una nube en el firmamento
porque, de hecho, no habict ninguna;
tampoco surcaba el cielo un solo pájaro
pues, en efecto, no quedaba ninguno.

La morsa y el carpintero
se paseaban cogidos de la mano:
lloraban, inconsolables, de la pena
de ver tanta y tanta arena.
¡Si sólo la aclararan un poco,
qué maravillosa sería la playa!

Si siete fregonas con siete escobas
la barrieran durante medio año,
¿te parece -indagó la morsa atenta-
que lo dejarían todo bien lustrado?
-Lo dudo- confesó el carpintero
y lloró una amarga lágrima.

¡Oh ostras! ¡Venid a pasear con nosotros!
requirió tan amable, la morsa.
Un agradable paseo, una pausada charla
por esta playa salitrosa:
mas no vengáis más de cuatro
que más de la mano no podríamos.














Una venerable ostra le echó una mirada
pero no dijo ni una palabra.
Aquella ostra principal le guiñó un ojo
y sacudió su pesada cabeza...
Es gue quería decir que prefería
no dejar tan pronto su ostracismo.
.
Pero otras cuatro ostrillas infantes
se adelantaron ansiosas de regalarse:
limpios los jubones y las caras bien lavadas
los zapatos pulidos y brillantes;
y esto era bien extraño
pues ya sabéis que no tenían pies.

Cuatro ostras más las siguieron
y aún otras cuatro más;
por fin vinieron todas a una
más y már y más... brincando
por entre la espuma de la rompiente
se apresuraban a ganar la playa.

La morsa y el carpintero
caminaron una milla, más o menos,
y luego reposaron sobre una roca
de conveniente altura;
mientras, las otras las aguardaban
formando, expectantes, en fila.












-Ha llegado la hora -dijo la morsa-
de que hablemos de muchas cosas:
de barcos... lacres... y zapatos;
de reyes... y repollos...
y de por qué hierve el mar tan caliente
y de si vuelan procaces los cerdos.

-Pero ¡esperad un poco!- gritaron las ostras
y antes de charla tan sabrosa
dejadnos recobrar un poco el aliento
¡que estamos todas muy gorditas!
-¡No hay prisa!- concedió el carpintero
y mucho le agradecieron el respiro.

-Una hogaza de pan -dijo la morsa-,
es lo que principalmente necesitamos:
pimienta y vinagre, además,
tampoco nos vendrán del todo mal...
y ahora, ¡preparaos, ostras queridas!,
que vamos ya a alimentarnos.

-Pero, ¡no con nosotras!- gritaron las ostras
poniéndose un poco moradas;
-¡que después de tanta amabilidad
eso sería cosa bien ruin!
-La noche es bella -admiró la morsa-
¿no te impresiona el paisaje?

-¡Qué amables habéis sido en venir!
iY qué ricas que sois todas!
Poco decía el carpintero, salvo
-¡Córtame otra rebanada de pan!,
Y ojalá no estuvieses tan sordo
que, ¡ya lo he tenido gue decir dos veces!

-¡Qué pena me da -exclamó la morsa-
haberles jugado esta faena!
¡Las hemos traído tan lejos
y trotaron tanto las pobres!
Mas el carpintero no decía nada, salvo
-¡Demasiada manteca has untado!

-¡Lloro por vosotras!- gemía la morsa.
-¡Cuánta pena me dais!-- seguía lamentando
y entre lágrimas y sollozos escogía
las de tamaño más apetecible;
restañaba con generoso pañuelo
esa riada de sentidos lagrimones.


-¡Oh, ostras!- dijo al fin el carpintero.
-¡Qué buen paseo os hemos dado!,
¿os parece ahora que volvamos a casita?-
Pero nadie le respondía...
y esto sí que no tenía nada de extraño,
pues se las habían zampado todas."


Pues creo que al final sí me ha quedado una entrada larga...

32 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdone, querida y resucitada Donna si tengo que hacer una crítica(supongo que eso suena de manera muy inapropiada para alguien recién resucitado, yo diría algo así como,pero bueno confórmese como verme ya de nuevo vivo. Supongo que si Lázaro hubiera muerto yendo a por el pan, sus hermanas después de los lloros y la vuelta fraternal no se habrían quejado de que encima se le hubiera olvidado traer el pan al pobre Lázaro), bueno pues me parece que las ilustraciones de Tenniel son preceptivas en este grandioso poema(ignoro si ya será demasiado tarde o las ilustraciones de Tenniel estarán sujetas a derechos-aunque conociendo a la gentuza de la SGAE mucho me lo temo)
Como soy un experto en asuntos éticos estoy presto a resolver la duda de cualquier asno que inquiera sobre quién fue mejor, si la morsa o si el carpintero.

Donna Angelicata dijo...

Aquí están las ilustraciones a las que debe referirse, aunque lamento que no se vean muy bien (yo les recomiendo que vean, si no lo han hecho ya, la película de Disney de Alicia en el pais de las maravillas, donde también aparece esta historieta)

Sí, ha estado muy feo eso de lanzarme semejante crítica, ahora que estoy recién resucitadita. Estoy muy dolida. Eso de que es usted un experto en asuntos éticos, permítame que lo diga, da mucho que pensar. Parece usted ser conocedor de quién es mejor, si la morsa o el carpintero (mejor no sé, pero yo creo que las ostras son muy ingenuas) pero no tiene piedad de madre abadesa conmigo.

Liuva, tenga cuidado, ahora que sabe su correo, quién sabe de que serie de fechorías hackerianas será capaz.

Donna Angelicata dijo...

A decir verdad, me gusta más este poema en su versión original, pero no quería ponerlo en los dos idiomas por si Liuva sufría de una luxación en su dedo. Supongo que si lo pongo aquí soy más misericordiosa. Además, he estado practicando mi inglés, pronunciando en voz alta este poema y suena muy divertido.

The Walrus and the Carpenter


`The sun was shining on the sea,
Shining with all his might:
He did his very best to make
The billows smooth and bright --
And this was odd, because it was
The middle of the night.

The moon was shining sulkily,
Because she thought the sun
Had got no business to be there
After the day was done --
"It's very rude of him," she said,
"To come and spoil the fun!"

The sea was wet as wet could be,
The sands were dry as dry.
You could not see a cloud, because
No cloud was in the sky:
No birds were flying over head --
There were no birds to fly.

The Walrus and the Carpenter
Were walking close at hand;
They wept like anything to see
Such quantities of sand:
"If this were only cleared away,
"They said, "it would be grand!"

"If seven maids with seven mops
Swept it for half a year,
Do you suppose," the Walrus said,
"That they could get it clear?"
"I doubt it," said the Carpenter,
And shed a bitter tear.

"O Oysters, come and walk with us!
"The Walrus did beseech."
A pleasant walk, a pleasant talk,
Along the briny beach:
We cannot do with more than four,
To give a hand to each."

The eldest Oyster looked at him.
But never a word he said:
The eldest Oyster winked his eye,
And shook his heavy head --
Meaning to say he did not choose
To leave the oyster-bed.

But four young oysters hurried up,
All eager for the treat:
Their coats were brushed, their faces washed,
Their shoes were clean and neat --
And this was odd, because, you know,
They hadn't any feet.

Four other Oysters followed them,
And yet another four;
And thick and fast they came at last,
And more, and more, and more --
All hopping through the frothy waves,
And scrambling to the shore.

The Walrus and the Carpenter
Walked on a mile or so,
And then they rested on a rock
Conveniently low:
And all the little Oysters stood
And waited in a row.

"The time has come," the Walrus said,
"To talk of many things:
Of shoes -- and ships -- and sealing-wax --
Of cabbages -- and kings --
And why the sea is boiling hot --
And whether pigs have wings."

"But wait a bit," the Oysters cried,
"Before we have our chat;
For some of us are out of breath,
And all of us are fat!"
"No hurry!" said the Carpenter.
They thanked him much for that.

"A loaf of bread," the Walrus said,
"Is what we chiefly need:
Pepper and vinegar besides
Are very good indeed --
Now if you're ready Oysters dear,
We can begin to feed."

"But not on us!" the Oysters cried,
Turning a little blue,"
After such kindness, that would be
A dismal thing to do!"
"The night is fine," the Walrus said
"Do you admire the view?

"It was so kind of you to come!
And you are very nice!"
The Carpenter said nothing but"
Cut us another slice:
I wish you were not quite so deaf --
I've had to ask you twice!"

"It seems a shame," the Walrus said,
"To play them such a trick,
After we've brought them out so far,
And made them trot so quick!"
The Carpenter said nothing but"
The butter's spread too thick!"

"I weep for you," the Walrus said.
"I deeply sympathize.
"With sobs and tears he sorted out
Those of the largest size.
Holding his pocket handkerchief
Before his streaming eyes.

"O Oysters," said the Carpenter.
"You've had a pleasant run!
Shall we be trotting home again?"
But answer came there none --
And that was scarcely odd, because
They'd eaten every one.'

Anónimo dijo...

Sigo la edición de Manuel Garrido en Cátedra(aunque me gusta muchísimo más la traducción que usted ha puesto)
"-Mi favorita es la Morsa -dijo Alicia, al concluir el poema-.Al menos le daban un poco de pena las pobres ostras.
-Pues comió el doble que el Carpintero-le dijo Tararí-.Se tapaba la boca para que el Carpintero no se diera cuenta de cuántas ostras comía, sino...¡todo lo contrario!
-¡Menuda jugarreta!-exclamó Alicia. Ahora me cae mejor el Carpintero, que tuvo la delicadeza de no comer tantas como la Morsa.
-¡Comió todas las que pudo!-exclamó Tarará.
¡Aquello si que era un dilema!. Alicia lo resolvió a su manera, diciendo:
-En ese caso, los dos seres son absolutamente despreciables..."

Anónimo dijo...

La nota que ofrece Garrido sobre el texto que les he puesto anteriormente no tiene desperdicio(como dicen los idiotas):
"Alicia tiene razón en vacilar. Hay sistemas éticos que otorgan la primacía moral a la ejecución del acto y sus consecuencias mientras otros se la dan a la intención. Según los primeros(tesis de Tararí) la Morsa fue más perversa. Para los segundos(tesis de Tarará) lo fue el Carpintero.
Pero Alicia(no así Tararí) olvidó reparar en que, además de cruel, la morsa fue hipócrita."

Donna Angelicata dijo...

Liuva, gracias por Remordimiento, cuando esté más despierta, podremos comentarla.

De momento les dejo con el fragmento de las pobres ostritas de la divertida película de Alicia:

http://www.youtube.com/watch?v=Se6THJ-WiLo

Librepensador dijo...

Desde luego con ustedes, ¡o calvo o tres pelucas!

Durante semanas ojeaba el blog de Donna sin que apareciese comentario alguno, y en apenas unos días en que que dejo de pasearme por este académico jardín al creerlo moribundo, me encuentro con cincuenta comentarios por un lado, y otros seis por esta Carrolliana entrada. ¡Son ustedes tan prolijos al menos como la mano zurda de César Vidal Manzanares, y eso suponiendo que sea diestro al escribir (ideológicamente lo doy por supuesto)!

Anónimo dijo...

Sí, tiene usted razón gran Librepensador pero ¿no indica eso que este Blog es un auténtico Fountainhead?(¡Qué analogía tan brillante, gracias madre, por la generosidad tan abundosa en dones que mostraste hacia mí, y que si fuera cruel añadiría y tan parca hacia mis cuatro hermanos-los cuatro hermanos que, en deferencia al rigórico biógrafo, todos varones son- restantes. Pobres, sus vidas casi siempre cegadas por el brillante fulgor de la mía) o bien se merma por mor de la cruel y górica sequía o bien el chorrito que casi anunciaba la mortal muerte se transforma en gran chorro(absténganse los burlones de la lógica broma que sólo denotaría un pueril humor) que promete transformarte en auténtica fons vitae. ( Viejo Ari, perdiste mucho al no conocerme)

Anónimo dijo...

No dejo de someter al inquieto ojo público la conducta de la venerable ostra. Tararí, Alicia y Tarará no nos dicen nada de su egoísta conducta. ¿Procedió bien o no?

Donna Angelicata dijo...

Bienvenido querido Librepensador (me ha divertido mucho lo de calvo o tres pelucas.

Sí, tienen razón en apuntar lo increíblemente variable que es este blog (y no me gusta pensar que es porque soy yo la variable, pero mucho me temo...) Me gusta la analogía del Sr. Anónimo, concluyamos pues que este blog es por sí mismo una fons vitae. ¡Gracias!

Por otra parte, estoy de acuerdo en que la venerable ostra de venerable tiene muy poco. ¿Por qué lo haría? ¿Pura maldad molusquiana? ¿Para que le quedaran más algas para ella sola? Menuda tragona.

Se dice que el escritor satírico irlandés Jonathan Swift es el que dijo de sí mismo que «fue el primer hombre valiente que se atrevió a comer una ostra»

Estaba pensando en que hay un capítulo de Los Simpsons que en un momento me parece una especie de parodia de este poema. Es aquel tan divertido en el que Homer tiene como mascota una langosta, ¡Tenacitas!, y cuando al final del capítulo se la zampa con suma voracidad, llora amargamente por ella, "¡Pobre Tenacitas, ñam, pobrecita, ñam, ñam... Tenacitas!"

Anónimo dijo...

Pero, en otro sentido, ¿no es ejemplo la venerable ostra de alguien que cuida de sus propios asuntos y no se mete en líos? ¿es eso malo? Pues si los otros son tan tontos de meterse en líos, pues allá ellos, ¡ que se fastidien! al menos la venerable ostra no es una especie de Saramago sermoneando y moralizando continuamente(ahora que lo pienso los Saramagos son la morsa).
Lo que sí me parece muy mal es que guiñe el ojo, eso indica claramente que la venerable ostra no es un caballero(yo sin ir más cerca, jamás he guiñado el ojo, los que tienen la suerte de conocerme pueden servir de veraces testigos, y sospecho que sólo para eso).
Me complace que le guste mi analogía, que por otra parte está sometida a derechos de autor, pero está sacada de la vida misma. Cuando voy de visita a casa de mi tía unas veces hablo poquísimo y otras no paro, y mi tía no deja de hacérmelo notar( y a mi me dan ganas entonces de propinarle un buen martillazo).

liuva dijo...

Buenos días a todos, ya veo que han tenido un fin de semana bastante movidito. La nueva entrada, Angelicata, magnífica, hay mucho que decir al respecto, iremos con calma y poco a poco. Primero tengo que leer todo lo que han escrito.

Lo que sí veo que no ha solucionado es la largura de la entrada, casi podríamos decir “virgencita… virgencita…” Al final lo que usted pretende causar en mi persona es que me de el síndrome del túnel carpiano.

Como ya sabrá el llamado síndrome del túnel carpiano o síndrome RSI (Repetitive Strain Injury) ocurre cuando el nervio mediano, que abarca desde el antebrazo hasta la mano, se presiona a nivel de la muñeca ocasionando dolor, debilidad o entumecimiento de la mano. Ya sé que usted no lo hace adrede (o sí), pero con tanto pasar paginitas, va a causar en mi dedo y en mi mano hinchazón, calambres, hipotiroidismo y artritis, y en mi persona estrés laboral y retención de líquido durante el embarazo (para esto todavía se tienen que dar alguna circunstancias periféricas). Siéntase usted culpable, Angelicata, o a caso le gustaría que le pasara lo mismo cuando toque el violín.

liuva dijo...

Señor Anónimo, antes de entrar en materia morsil, le comunico que me ha llegado su email pero, como era de esperar, me ha entrado como spam. Hay algo malévolo en su aura que hace que hasta los email le dispongan como sospechoso.

Le agradezco de todas formas su interés por encontrar un libro que me pueda encajar. Pero le puedo decir rotundamente que el autor que ha elegido, Rómulo Gallegos, no es ni de lejos mi tipo. Si quiere elegir un autor venezolano, el que más me va es Arturo Uslar Pietri del que leí hace siglos Las lanzas coloradas. Pero lo mejor para los dos es que lo dejemos como está y que cada uno se compre sus libros. Le repito que se lo agradezco mucho, pero me da mucha pereza empezar a intercambiar direcciones y secretitos. A mí ya se me pasó la edad del pavo ¿y a usted?

liuva dijo...

En la película “Dogma” de Kevin Smith, se hace un planteamiento distinto del cuento de Lewis Carroll, la morsa, con su gordura y buen humor, representa claramente a buda y con sus colmillos a ghanesa el dios elefante de los hindúes, en cuanto al carpintero, hace referencia a Jesucristo hijo de un carpintero (y carpintero en alguna ocasión también). En la poesía se nos cuenta cómo engañan a un grupo de ostras para después devorarlas sin miramientos.

Moraleja: seguir a una religión organizada, ya sea oriental u occidental, solo asegura la destrucción de la identidad.

Anónimo dijo...

De acuerdo(pero es una lástima y lo siento mucho*). Pero bueno,¿cuál es la diferencia entre Rómulo Gallegos(por la fotografía que aparece en el libro veo que estaba un poco gordo) y Pietri? A mí me parecen todos iguales, quiero decir igual de mortalmente aburridos, no hay que descubrir asesinos, no hay tesoros, no hay aventuras, no aparecen caníbales, no hay mensajes cifrados, no hay cosas fantasmagóricas(a no ser que incluyamos dentro de esta categoría al propio autor), no hay humor y siempre hay pasiones pegajosas (tengo que decir a todos los que me siguen como un oráculo que estoy en contra de todas las pasiones que impliquen fricción de cualquier tipo).
(*es una lástima porque me pregunto que haré con el libro de Rómulo Gallegos puesto que afortunadamente no tengo una sección para esta gente en mi inconmensurable biblioteca)

Anónimo dijo...

Celebro su crítica de las religiones institucionalizadas, pero por poner una pega a la película que usted cita ¿no es allí donde se critica de manera tan desconsiderada a esa genial película de Sólo en casa?.A mi me dieron ganas de darle otro martillazo a la Hayek(querida tía como puedes ver no sólo a ti quiero darte martillazos)

liuva dijo...

Angelicata, el comienzo de Remordimiento, Ernst Lubitsch, 1932, que les puse en la anterior entrada ha pasado casi inadvertido, pero merece la pena volver sobre él y comentar alguna de sus antológicas escenas. Les vuelvo a poner el enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=84WxGnM1f0g

Hay un plano legendario que sintetiza el horror de la guerra y sus consecuencias mediante el encuadre del desfile militar a través de la ausencia de una pierna, qué gran belleza tiene este plano.

En la siguiente escena, después de un plano en movimiento de las tropas de izquierda a derecha, el encuadre se detiene en un cartel: “Silence Hospital”. Aquí aflora a toda la mala leche de Lubitsch

En el interior de la iglesia, después de ver a los veteranos recuperándose en el hospital, un cura militar dice: “Hoy es un día de alegría y felicidad para todos nosotros”. Después dice: “Miremos hacia el mañana y olvidemos el ayer”, mientras un militar mira hacia abajo clava su mirada en las medallas sobre el pecho. “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, remata el cura sobre la imagen de la funda negra de una pistola. Mientras tanto los cañonazos de cuelan en la ceremonia como lo hicieron en el hospital, pero aquí nadie se da por aludido, son como el eco de las palabras del cura.

Hay dos secuencias magistrales a ras del suelo, una de los sables alineados que sobresalen de los bancos y otra de las botas con espuelas de los oficiales arrodillados.

El final parece una coreografía. Los militares se levantan al unísono, inundan el pasillo y se marchan mientras van poniéndose los cascos sobre las cabezas. Desde lo alto la cámara se va aproximando lentamente en un sublime picado para descubrir que hay unas manos que esconden un rostro de un hombre abatido… comienza la película.

Si alguien conoce una comienzo de película más hermoso que este que lo diga ahora o calle para siempre.

Anónimo dijo...

Pues hay dos hombres en un coche, que tienen la dura tarea de vender árboles de navidad durante el verano californiano....

liuva dijo...

Señor Anónimo, no es muy acertada la comparación que hace usted de Saramago con la morsa, y menos aún decir que la venerable ostra no es al menos una especie de Saramago. La morsa en la película de Disney representa al capitalismo con toda su crudeza y, como sabrá, Saramago está en el polo opuesto. Saramago se llevaría mejor con el carpintero, de eso no hay duda.

Hay que recordar que en uno de sus mejores libros “El Evangelio según Jesucristo” todo gira en torno a un carpintero, no Jesucristo, sino su padre, bueno, uno de sus padres, porque Jesucristo fue abundante hasta en padres. Saramago trata muy bien a José el carpintero, lo que quiere decir que con el carpintero del cuento de Carroll también se llevaría bien. Eso sí, a las ostras se las comerían de todas maneras. Pase lo que pase, se mire por donde se mire, las que siempre acabarán mal, muy mal, serán las ostras. Yo si fuera una ostra preferiría que me comiera Saramago a una asquerosa morsa capitalista.

Perdone, pero usted en el fondo también tiene espíritu de carpintero (carpintero saramagiano) ya que no para de dar martillazos a todo el mundo (compadezco a su tía de usted).

Anónimo dijo...

Pues yo si fuera una ostra, ya que me van a comer preferiría, que no me dieran un sermón antes, ni de que me pidieran de que lo aceptara, ya que era por mi bien, o que era por el bien de la ostramanidad. No, si encima tendré que darle las gracias a mi asesino por lo que piensa en el futuro de las ostras. Si tengo que elegir elegiré mejor a un carpintero capitalista que a una morsa comunista, siempre lo hacen todo con unos ideales las morsas comunistas tan nobles que uno casi se convence de ser comido. Pero ahí lo tienen, pero ahí lo tienen, comen más que nadie, cuando tienen hambre y cuando no(por nobles ideales claro, o sea siempre comen); al menos los carpinteros capitalistas sólo comen cuando tienen hambre(que admito que suele ser casi siempre).Ahí tenemos a las grandes morsas, Mao, Stalin...Y nuestro simpático Saramago sigue dándonos lecciones como en el libro que usted cita. Pues bueno.
(Me gustaría saber si un escritor nazi después de Hitler ha escrito un libro parecido a ese del Evangelio con provechosas enseñanzas acerca del malvado capitalismo. Sería una bonita analogía)

Donna Angelicata dijo...

Liuva, tienes usted razón, es un comienzo francamente hermoso y simbólico. Me gustaría ver la película y poder opinar sobre toda ella. Es por eso que ya se está descargando en mi viejito ordenador.

No dispongo de mucho tiempo ahora, pero no me gustaría que pasara el día sin hacer referencia a que tal día como hoy, en 1870, moría nuestro adorado (espero que de todos), Charles Dickens. Y para que le honremos todos juntos fraternalmente, dejaré aquí un texto suyo de la genial obra "Los papeles póstumos del Club Pickwick":


"-¿Vive aquí el señor Sawyer? -preguntó al señor Pickwick una vez que abrieron la puerta.

-Sí- contestó la muchacha-; en el piso primero. La puerta que encontraréis enfrente, cuando hayáis llegado al final de la escalera.

Después de dar instrucciones, la doncella, que se criara entre los aborígenes de Southwark, desapareció en las profundidades de las escaleras de la cocina, llevándose la vela en la mano, absolutamente convencida de que había hecho todo cuanto podía esperarse de ella en tales circunstancias.

El señor Snodgrass, que entrara el último, cerró la puerta de la calle tras varios ineficaces esfuerzos, enganchando la cadena; y sus amigos subieron tropezando al piso de arriba, donde fueron recibidos por Bob Sawyer, que no se atrevió a bajar por temor a que la señora Raddle estuviera al acecho.

-¿Cómo estáis?- preguntó al desconcertado estudiante-. Celebro veros... Cuidado con los vasos.

Esta advertencia iba dirigida al señor Pickwick, que había colocado el sombrero en la bandeja.

-¡Dios mío!-exclamó el señor Pickwick-. Perdonadme.

-No es nada, no es nada- dijo Bob Sawyer-. Ando bastante escaso de espacio aquí; pero si venís a ver a un joven soltero, tendréis que amoldaros a ello. Pasad. Me parece que ya conocéis a este caballero.

El señor Pickwick estrelló la mano de Benjamín Allen, y sus amigos le imitaron. Apenas habían tomado asiento, cuando oyéronse dos golpes nuevamente.

-¡Será Jack Hopkins!- dijo Bob Sawyer-. ¡Chis! Si, él es. Sube, Jack, sube.

.....

Donna Angelicata dijo...

Oyéronse unos fuertes pasos en la escalera y apareció Jack Hopkins. Vestía un chaleco de terciopelo negro y una camisa a rayas azules, con blanco cuello postizo.

-Vienes tarde, Jack- dijo Benjamín Allen.

-Me han entretenido en San Bartolomé- contestó Hopkins.

-¿Alguna novedad?

-No, nada de particular. Un buen accidente que llevaron a la sala de guardia.

-¿Qué ha sido caballero?- preguntó el señor PIckwick.

-Nada, un hombre que se ha caído de la ventana de un cuarto piso; pero es un caso estupendo... estupendo de veras.

-¿Queréis decir que el paciente se encuentra en buenas vías de restablecimiento?- preguntó el señor Pickwick.

-No- respondió Hopkins con indiferencia- No; yo diría que no. Sin embargo, la operación de mañana tiene que ser espléndida... Un magnífico espectáculo, si la hace Slasher.

-¿Consideráis a Slasher un buen operador?- dijo el señor Pickwick.

-No hay otro mejor- contestó Hopkins-. La semana pasada le quito la pierna a un chico mientras éste se comía cinco manzanas y un pastel de jengibre. A los dos minutos justos de haber terminado todo, el chico dijo que no quería quedarse allí para que se divirtieran con él, y le pregunto a su madre si no iban a empezar.

-¡Válgame dios!- exclamó el señor Pickwick estupefacto.

-¡Bah! Eso no es nada, nada- repuso Jack Hopkins-. ¿Verdad Bob?

-Nada en absoluto - contestó Bob Sawyer.

-A propósito, Bob- dijo Hopkins, lanzando una mirada apenas perceptible al rostro atento del señor Pickwick-. Anoche tuvimos un accidente muy curioso. Nos trajeron a un chiquillo que se había tragado un collar.

-¿Qué se había tragado el qué, caballero?- interrumpió el señor Pickwick.

-Un collar- respondió Jack Hopkins-. Todo de una vez, no; ¿comprendéis? Eso hubiera sido demasiado. Aunque el chico se lo tragase, vos no podríais, ¿eh, señor Pickwick? ¡Ja, ja, ja!
Y el señor Hopkins pareció sentirse muy satisfecho de su ingeniosidad, por lo que prosiguió:

-No; la cosa fue así: los padres del chico eran gente pobre que vivían en una callejuela. La hermana mayor del chico se compró un collar, un collar corriente, de grandes cuentas de manera. El chico, a quien le gustaban mucho los juguetes, arrampló con el collar, lo escondió, se puso a jugar con él, rompió el cordón y se tragó una cuenta.

....

Donna Angelicata dijo...

-¡Bendito sea Dios!- exclamó el señor Pickwick-. ¡Qué espanto!... ¡Perdonad, caballero; continuad!

-Al día siguiente el chico se trago dos cuentas; al otro día, se sirvió tres, y así sucesivamente hasta que en una semana acabó con el collar; veinticinco cuentas en total. La hermana, que era una muchacha muy hacendosa, y que rara vez se permitía el lujo de una chuchería, lloró amargamente la pérdida del collar; lo buscó por todas partes, pero no necesito decir que no lo encontró. Unos días después, estaba comiendo la familia- pierna de cordero, guisado con patatas-, y el chico, que no tenía ganas, andaba jugando por la habitación, cuando de pronto se oyó un ruido tremendo, como una pequeña granizada. "No hagas eso, hijo mío", le dijo el padre. "Si no hago nada", contestó el chico. "Bueno, pues no lo hagas otra vez", dijo el padre. Se hizo un breve silencio y otra vez empezó aquel ruido con más fuerza que antes. "Si no haces caso de lo que te digo, hijo mío- dijo el padre- te voy a meter en la cama en menos que canta un gallo". Le dio un empelló al chico para que obedeciese y se produjo un estrépito inaudito. "Pero, ¡caramba!, si es en el chico- dijo el padre-; le ha entrado garrotillo donde no debía." "No, no es eso, padre- dijo el chico, empezando a llorar-; es el collar: me lo he tragado, padre." El padre cogió en brazos al chico y corrió con él al hospital, con el traqueteo, las cuentas fueron metiendo ruido todo el tiempo en el estómago del chiquillo, y la gente miraba al aire y a los sótanos para averiguar de dónde salía aquel ruido extraño. Ahora está en el hospital - añadió Hopkins-, y cuando anda arma un ruido tan endiablado, que hay que envolverle en un capote de sereno por temor a que despierte a los enfermos.

- Es el caso más extraordinario que he oído en mi vida- musitó el señor Pickwick descargando un enérgico puñetazo sobre la mesa.

-¡Oh!, pues eso no es nada- añadió Jack Hopkins-. ¿ Verdad, Bob?

-Claro que no- contestó Bob Sawyer.

-En nuestra profesión ocurren cosas muy singulares, os lo aseguro, caballero- dijo Hopkins.

- Ya empiezo a imaginármelo- replicó el señor Pickwick".

Anónimo dijo...

Por Júpiter!(exclamación que hará comprender a los asnos que soy un estirado probritish), que ha puesto un gran fragmento, aunque en ese capítulo mi parte favorita es cuando dos integrantes de esa cena se pelean y uno dice eso de las cucharillas. Me gustaría saber qué traducción(podría buscar en todos mis pickwick pero tengo que llegar a la batalla de las Ardenas) ha puesto(en otras circunstancias haría un gigantesco concurso para aquel que acierte cuál es la mejor traducción pickwickiana, pero mejor no). Ayer mismo vi que en condiciones muy suntuosas había aparecido un nuevo Pickwick, pero pásmense al saber de quien era la traducción y lo mala que es(al menos desde mi humilde y genial juicio) y lo injusto que es que la más genial traducción sea preterida.

Donna Angelicata dijo...

¡Por Saturno!, que a punto estuve de hacer un regalo de esa nueva edición del Pickiwick pero algo me dijo que la traducción de Don Benito Pérez Galdós no iba a agradar al receptor.

Por otra parte, apuesto a que se refiere usted, indudablemente, a Big Business, ese gran corto de los vendedores de árboles navideños.

liuva dijo...

Charles Dickens descansa en la Abadía de Westminster. Su epitafio dice así: “Él fue un simpatizante del pobre, del miserable, y del oprimido; y con su muerte, el mundo ha perdido a uno de los más grandes escritores ingleses”.

Muy bueno el texto elegido, Angelicata, eso de comerse el collar a plazos es algo parecido a lo que hicieron la morsa y el carpintero con las ostras. Si en cada ostra hay una perla y te comes una docena de ostras, ya tienes un collar en tu interior.

Para expeler el collar al exterior hay un método infalible. Y si no miren lo que le pasó al indio Sheij Mohsin que se tragó un collar que había robado. Pese a que Sheij Mohsin fue denunciado y arrestado en el mismo momento, él negó haber robado nada, pero testigos afirmaron que se lo había tragado, y una radiografía posterior lo confirmó: el collar estaba dentro del estómago. Los médicos recomendaron que la mejor solución para expulsarlo era comer plátanos para que actuaran como laxante.

A Sheij Mohsin no le gustó nada la idea, pero cuando le dieron la opción de o ser un simio o ser operado, no tuvo más remedio que comenzar la ingesta de plátanos. Cuando acabó de comerse el plátano número 40 el collar todavía seguía en su interior.

liuva dijo...

¿Fue Lewis Carroll un lolitero?

(La respuesta mañana).

liuva dijo...

Parece ser que sí, que Lewis Carroll se inspiró en Alicia Liddell de doce años para crear Alicia en el país de las maravillas. Alicia Liddell fue su niña musa, su niña amiga y probablemente la mayor pasión de su vida.

Lewis Carroll fue un adelantado de Nabokov. A los dos les gustaban las matemáticas, las mariposas y las lolitas. La ninfofilia ha estado siempre presente en la literatura. Dante se enamoró de Beatrice cuando ésta tenía sólo nueve años, Petrarca amó los doce años de su Laura, Novalis basó parte de su poesía en los doce años de Sofía, Edgar Allam Poe se enamoró de Virginia Clem cuando ésta tenía trece años y Lewis Carroll no ocultó su entusiasmo por Alicia Lidell de doce años. Después vino Nabokov y escribió Lolita.

Pero las niñas de Nabokov son totalmente opuestas a las de Carroll. Las de Nabokov son maliciosas de modo innato y las de Lewis Carrroll cándidas, inocentes y pasivas. Carroll no llegó tan lejos como Nabokov pero le gustaba fotografiar niñas desnudas, hasta que un escándalo le hizo abandonar la cámara y coger el pincel para seguir pintando sus desnudos a solas y en secreto. A su muerte ordenó destruir todas las fotografías atrevidas de las muchas niñas que conoció en su vida.

Anónimo dijo...

¿No indica eso lo mal pensados que somos en nuestros tiempos? Cuando veo esas sospechas que desde nuestros tiempos se extienden a unas conductas extrañas y que los propios autores no tenían miedo en confesar, uno tiene ciertas dudas de si lo eran o no, o lo ingenuos y cándidos que eran. Así recuerdo a Whitman yendo de visita a casa de un respetable matrimonio amigo suyo, pidiéndoles compartir la habitación con el joven que le acompañaría y no dando lugar a ningún escándalo.
De lo que no tengo ninguna duda es de que nuestro amigo Mahoma sí que fue lo que hoy llamaríamos un pederasta.

Anónimo dijo...

Pues sí, era la genial Big Business(supongo que el pelmazo de Saramago diría que es una metáfora del capitalismo, pero no, es una simpática apología de la destrucción).

Anónimo dijo...

Pues es una suerte que no regalara la traducción de Pérez Galdós, es pésima. La mejor traduccion de Pickwick es una que sólo se encontrará en librerías de lance y similares, estaba en Bruguera y su traductor es un tal Ferrer(del que lamento no conocer más cosas).

Paula dijo...

y john lennon se inspiro en esto para hacer i'm the walrus