sábado, mayo 03, 2008

Edgar Allan Poe

Como he redescubierto a este sibilino escritor a raíz de que se me regalara un elegante tomo con sus cuentos completos y su única narración larga, "Las aventuras de Arthur Gordon Pym", me he tomado la licencia de trasladar aquí un artículo que he leído sobre el mismo y que me ha gustado mucho. Puede que se obvien ciertos detalles escabrosos y enigmáticos de su aciaga vida, pero para ello pueden leer la breve biografía que realiza Julio Cortázar, o alguno de los artículos de Borges sobre nuestro protagonista.

Había leído hace años varios de sus cuentos (y su novela de Arthur Gordon Pym que me resultó deliciosamente fantasmagórica -véase al respecto la leyenda acerca de las últimas palabras de Poe antes de morir-) -que sin duda releeré-. Esta vez he comenzado por su "William Wilson". ¡Qué cuento!. Si no lo han leído, hagánlo de inmediato. Se darán cuenta de cuanta literatura y cine le deben al mismo. Doppelgänger. El doble. No se me ocurre una pesadilla peor.

Les dejo con el artículo. Eso es todo, y nada más.


"Todo lo que vemos
no es más que un sueño en un sueño"


"Cabello oscuro, peinado hacia el costado con una raya vistosa; los ojos grandes
y luminosos; la mirada melancólica y, acaso, suplicante; el bigote cuidado; la boca, expresivamente hermosa. El retrato es de Edgar Allan Poe. Lo completa una chaqueta negra, generalmente abotonada hasta el cuello, y un encanto que se adivina, escapando del papel.
El semblante trágico nunca lo abandonaría. Cambiarían las causas, la cantidad de copas, la prolijidad de su ropa, pero hasta la hora última, su mirada sería profunda, melancólica y siempre seductora.
Inventó el cuento tal cual lo concebimos hoy, inventó el género policial, renovó
el género fantástico, inventó la noche y las pesadillas.

En la antigüedad clásica se creía que los artistas no eran sino instrumentos de los dioses. La inteligencia y el talento de nada servían sin la complicidad de las musas.
Poe, a salvo de cualquier absurda vanidad romántica, fue el primero en confesar que toda creación es un acto profundamente intelectual. El frenesí y el éxtasis, la inspiración mágica y espontánea, no son herramientas del poeta. En su Método de composición (1850) se aplicó en demostrar que en ningún punto sus propias composiciones podían atribuirse a la intuición o al azar. Invariablemente eran el resultado de la misma exactitud y de la lógica rigurosa de un problema matemático: Auguste Dupin fumando una pipa de espuma de mar en la oscuridad asfixiante de un café de París, escribiendo poemas de pérdidas y abandonos, ensayando cuentos de revanchas, locuras y castigos.

Borges notó la paradoja de que la doctrina romántica de una Musa que inspira a los poetas fuera la que profesaran los clásicos, y que la doctrina clásica del poema como una operación de la inteligencia fuera enunciada por un romántico.

“Lo bello es el único ámbito legítimo de la poesía”, escribirá Poe. “El placer a la vez más intenso, más elevado y más puro no se encuentra más que en la contemplación de lo bello”.
¿Y cuál es el tono más alto para la manifestación de la belleza?
“Toda la experiencia humana coincide en que ese tono es el de la tristeza. La belleza, en su desarrollo supremo, inevitablemente induce a las lágrimas a las almas sensibles. Así, pues, la melancolía es el más idóneo de los tonos poéticos.”

Y creó un poema eterno, “El Cuervo”, con el más sonoro y memorable de los ecos: Nevermore.
Edgar A. Poe, en una ocasión, en una aguda réplica, pidió que mejor se refirieran a él como “Edgar, a poet”, y no le faltaba razón. Edgar, un poeta.

El cuento es, sin embargo, el género donde puede rastrearse su contribución más importante. No obedeció a una predilección personal: tenía mayor demanda en las revistas literarias de la época y representaba su única posibilidad de afirmarse económicamente. Lo que, por otra parte, nunca consiguió.

Como nadie, Poe contribuyó a definir el cuento en la teoría con el mismo genio y perfección con que lo ejecutó en la práctica, poblando nuestro sueño de imágenes inmortales.
El supliciado que corre hasta el borde del pozo y mira hacia abajo. “¡Todo... todo menos eso!”, ruega. ¿Qué horrores reservó la Inquisición para el final? Los vemos con claridad, aun en esa celda descolorida y asfixiante, y también nosotros retrocedemos gritando de horror. Acaso gritando como grita Fortunato, entre risas histéricas, mientras Montresor continúa apilando hileras de mampostería, cerrando el nicho del que nunca escapará su ofensor. Tampoco consiguió escapar el príncipe Próspero. Inútil fue la altísima muralla que circundaba su abadía y los pesados cerrojos de hierro: aquel baile de máscaras, celebrado en el preciso instante en que la peste lo devastaba todo afuera, no consiguió impedir que una máscara que no había sido invitada llegara como un ladrón en la noche. Perturbadores dobles que recuerdan a la propia conciencia, un retrato hecho con pinceladas del tinte de las mejillas de la modelo, unos tablones flojos en el piso que laten con un fuerte zumbido, y la misma pregunta repetida una y otra vez en labios diferentes: ¿Por qué afirman ustedes que estoy loco?

Poe supo apasionar a dos escritores de su misma estatura, que emprendieron la tarea de traducirlo: Cortázar y Baudelaire. Hoy no pueden imaginarse otras versiones de sus cuentos.
Baudelaire vio en las extrañas composiciones de Poe una revelación: “Parecen haber sido creadas para demostrarnos que la singularidad es una de las partes integrantes de lo Bello”. Fue Cortázar quien debió ordenar y armonizar esos mosaicos de belleza variada y singular, haciendo de la suma de los cuentos un volumen único, tal como Poe mismo previó.

“¿Qué enfermedad es comparable al alcohol?”, se preguntó Poe proféticamente en “El gato negro”. En una carta a Virginia Clemm, su mujer, escribe:
“Mis enemigos atribuyeron la locura a la bebida, en vez de atribuir la bebida a la locura”.

Edgar Allan Poe murió en 1849, a los cuarenta años de edad, víctima de un sueño de delirium tremens del que ya no consiguió despertar."

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Disculpe poética Donna, pero como es la segunda o tercera vez que alude a obras completas se me ha ocurrido una ocurrente reflexión(si no se me hubiera ocurrido no sería ocurrente) que por otra parte no es mía sino que la ví en esos mundos cibernéticos. Esa insistencia en obras completas ¿no cree que está un poco demodé?, que esa ansia por rellenar estantes con las obras completas de Aguilar, por ejemplo, encuadernadas en piel es propia de alguien que considera que la mera posesión de esos deseables volúmenes le otorga ya una pátina de cultura.

Donna Angelicata dijo...

Apreciado y afilado Sr. Anónimo, le diré lo mismo que dijo Chesterton acerca de Bernard Shaw:

"La mayoría de gente dice que está de acuerdo con Bernard Shaw o que no le entiende. Yo soy el único que le entiende y que no está de acuerdo con él".

Sí, reconozco que me gustan esos elegantes tomos de Aguilar, pese que su lectura no sea lo más cómoda, y ordenarlos, observarlos...
Borges decía que hay un placer en poner un determinado libro junto al otro, estableciendo relaciones entre ellos de modo que tu biblioteca llega a ser un mapa de tu propio espíritu.

Anónimo dijo...

Angelicata, saca usted hoy tres personajes fascinantes y autodestructivos: Poe, Baudelaire y Cortázar. Demasiado duro para un lunes de resaca pospuente. Los tres están mucho más unidos de lo que parece.

Julio Cortázar estaba obsesionado por el tema del doble. Desde que leyó a edad temprana “Doctor Jekyll and Mister Hyde” y "William Wilson", no dejó de atormentarle ese tema durante toda su vida.

Hasta que un día, según cuenta, vivió ese desdoblamiento en sí mismo:

“Una vez yo me desdoblé. Fue el horror más grande que he tenido en mi vida, y por suerte duró sólo algunos segundos. Un médico me había dado una droga experimental para las jaquecas -sufro jaquecas crónicas- derivada del ácido lisérgico, uno de los alucinógenos más fuertes. Comencé a tomar las pastillas y me sentí extraño pero pensé: "me tengo que habituar". Un día de sol yo estaba caminando por la rue de Rennes y en un momento dado supe -sin animarme a mirar- que yo mismo estaba caminando a mi lado; algo de mi ojo debía ver alguna cosa porque yo, con una sensación de horror espantoso, sentía mi desdoblamiento físico. Al mismo tiempo razonaba muy lúcidamente: me metí en un bar, pedí un café doble amargo y me lo bebí de un golpe. Me quedé esperando y de pronto comprendí que ya podía mirar, que yo ya no estaba a mi lado.”

Anónimo dijo...

Se me ha olvidado que lo primero que quería decir es saludar cordialmente al Sr. Dardo, que el otro día hizo una gran entrada y nos instruyó sobre la noche de los tiempos. Después de leerle me quedé con la duda de saber si lo que decía de mí era bueno o malo.

Anónimo dijo...

Perdone, la historia del desdoblamiento de Cortázar me parece tan apreciable como su traducción de los cuentos de Poe, si se desdobló ¿por qué no pidió entonces dos cafés dobles?. Entiendo por otra parte el factor de nightmare que conlleva la "historia" de Cortázar, darte cuenta, y por partida doble nada menos de que estás haciendo compañia al pelma de Cortázar. Y no quiero ni especular sobre los sombríos pensamientos de esta siniestra pareja al pasar por delante de un espejo de la rue de Rennes.

Anónimo dijo...

Cortázar creía muy seriamente que Charles Baudelaire era el doble de Edgar Allan Poe. Y daba pruebas de ello, en la medida en que se puede dar pruebas de ese tipo de cosas.

Baudelaire se obsesionó bruscamente con los cuentos de Poe a tal punto que la famosa traducción que hizo fue un tour de force extraordinario, ya que no era nada fuerte en inglés y en la época no había diccionarios con modismos norteamericanos.

Sin embargo Baudelaire, con una intuición maravillosa, jamás falla. Incluso cuando se equivoca en el sentido literal, acierta en el sentido intuitivo; hay como un contacto telepático por encima y por debajo del idioma.

También dijo esto: “Pero hay más: si usted toma las fotos más conocidas de Poe y de Baudelaire y las pone juntas, notará el increíble parecido físico que tienen; si elimina el bigote de Poe, los dos tenían, además, los ojos asimétricos, uno más alto que otro.

Y además: una coincidencia sicológica acentuadísima, el mismo culto necrofílico, los mismos problemas sexuales, la misma actitud ante la vida, la misma inmensa calidad de poeta.

Es inquietante y fascinante pero yo creo -y muy seriamente, le repito- que Poe y Baudelaire eran un mismo escritor desdoblado en dos personas.”

Anónimo dijo...

Acabo de poner las dos fotos juntas (la del post no, otra que es más conocida de Poe) y su parecido es bastante dudoso, seguramente Cortázar cuando vio tal parecido estaría bajo los efectos del alucinógeno jaquequil. No estaría mal tener un doble cercano para pasarle las jaquecas y los cuñados. Y claro, invitarle a café, no como el rata de Cortázar.

Anónimo dijo...

Admitamos,sin embargo, que Cortázar procedió correctamente desde un punto de vista lógico, al pedir un café doble para él y su doble, ¿no indica eso que era un poco sucio- y más bien bastante- Cortázar? ¡Compartir la misma taza con tu otro yo! Yo,si fuera mi doble, no admitiría semejante indignidad y esparciría el café por mi sucio rostro.
Nota: como me tortura tal posibilidad, decido a partir de ahora beberme las tazas de cafés de un solo trago.

Anónimo dijo...

Es que querido Anónimo, a lo mejor al doble de Cortázar le gustaba el té al limón.

ah! Donna, que magnífica entrada. Además se entiende que si Baudelaire descubrió que lo bello está en lo singular, indudablemente lo feo está en la duplicidad. Así que Cortázar y su sosias eran una doble fealdad ante un café. Y por otro lado, parece ser que sólo podía razonar muy lucidamente bajo los efectos de un alucinógeno. Así que cuando se bebió el café, silenció los efectos de la droga y volvió a ser tan simplote como al principio.

Donna Angelicata dijo...

Gracias por sus ocurrentes ocurrencias. Mirando por Internet, he encontrado este libro sobre dobles:

Alter Ego. Cuentos de dobles. Una antología.

http://tienda.cyberdark.net/alter-ego-cuentos-de-dobles-n11455.html

Pueden regalárselo a su otro yo. Siempre es menos asqueroso compartir un libro que una taza de café.

Donna Angelicata dijo...

Acabo de leer algo que con toda seguridad me quitara el sueño esta noche:

Parece que uno de los casos de desdoblamiento más famosos es el de la maestra Emilie Sagée, una profesora francesa que se hizo famosa por perder su empleo una y otra vez por aparecer en dos partes al mismo tiempo. Los sucesos más interesantes ocurrieron en los años 1845-1846, en un colegio interno aristocrático de señoritas, conocido por el nombre de “Pensionado de Neuwelcke”.

Apenas esta maestra llegó al colegio se corrían rumores acerca de que la veían en dos partes del colegio al mismo tiempo, lo que siempre era interpretado como un error o una confusión. Pero en una clase, mientras la maestra escribía un texto en la pizarra, en presencia de trece de sus alumnas, de pronto las niñas vieron aterrorizadas a dos señoritas Sagée, exactamente iguales, paradas una al lado de la otra y haciendo los mismos gestos. Mientras la verdadera maestra tenía una tiza en la mano y escribía en el pizarrón, su doble no tenía nada en la mano y sólo imitaba los movimientos de escritura de la maestra original. Esto causó un gran impacto en el colegio.

Pero el suceso más terrorífico sucedió después. Un día se encontraban reunidas todas las alumnas, más de cuarenta, en una sala, ocupadas en un bordado. Era una sala con grandes ventanales que daban a un jardín. Mientras bordaban, custodiadas por otra profesora, veían por los ventanales a la señorita Sagée en el jardín recogiendo flores. En un momento, la profesora que las acompañaba salió de la sala, quedando su asiento vacío, pero a los pocos minutos las alumnas vieron sentada en el a la maestra Sagée. Miraron hacia el jardín, y vieron atónitas que la maestra seguía recogiendo flores, pero al parecer más agotada, como si estuviese fatigada, mientras su doble estaba sentado en silencio y sin movimientos.

Una de las alumnas se atrevió a acercarse al doble, y pudo atravesar una parte de su cuerpo, y al poco tiempo este doble desapareció lentamente. Esto causó una gran conmoción en el colegio, los padres retiraron a sus hijas y la maestra Sagée fue despedida.

Esta historia se hizo conocida gracias a que un tal Robert Dale Owen escribió acerca de ella, con relatos de testigos de los hechos.

Anónimo dijo...

No, si al final va a ser verdad lo de Cortázar…qué terrible tiene que ser ver a una profesora por duplicado, me entran escalofríos sólo de pensar en alguna de las mías.

Hablando de similitudes y desdoblamientos de personalidad, uno que tiene mucho de todo eso es el poeta portugués Fernando Pessoa, su existencia siempre estuvo marcada por la dualidad. Y su fin a los 47 años, encierra muchas similitudes con el de Edgar Allan Poe: alcohólico, con el hígado deshecho, es ingresado de urgencia en una clínica lisboeta, después de tener un ataque de delirium tremens.

Aunque Cortázar sostiene que Poe no era alcohólico, si consideramos como tal a quien abusa de la bebida. Siempre según el argentino, Poe padecía una severa hipersensibilidad al alcohol que lo catapultaba a un estado de lucidez alucinada casi desde el primer trago.

Angelicata, no sería bueno hacer una entrada sobre los procesos creativos de los escritores a través del alcohol o ¿hay algún escritor que no sea alcohólico?



“Todo es dual: todo tiene polos; todo su par
De opuestos; los semejantes y desemejantes
Son los mismos; los opuestos son idénticos en
Naturaleza difiriendo sólo en grado; los extremos
Se tocan; todas las verdades son semiverdades;
Todas las paradojas pueden reconciliarse.”

El Kybalion

Anónimo dijo...

Sí, coincido con la honesta Liuva en que lo terrorífico de su historia es que los profesores y los maestros puedan desdoblarse. ¡Lo que faltaba!, como si hubiera pocos. Pero no, me alarmo innecesariamente, si, como presumo, el desdoblamiento está relacionado con la agudeza intelectual(y concluyo con ello que eso de Cortázar sí que era un cuento) podemos incluso irnos a dormir tranquilamente a la escuela de Magisterio de Valencia(yo no lo haría, pero es por poner un ejemplo, si han visto Cazafantasmas podrán hacerse una idea de cómo me imagino este edificio, pero en vez de efluvios malignos, pongan efluvios de estupidez). Y si esto fuera cierto, en vez de desdoblarse los de esta repulsiva profesión deberían demediarse.

Anónimo dijo...

Perdone, El Kybalion ¿no parece un tanto contradictorio?, primero nos dice que todo es dual, para a continuación decirnos que esas dualidades están en contacto, se reconcilian,y puesto que nada las separa son ya una. Pero entonces, en qué quedamos ¿son dos o una?. Claro, usted dirá, puesto que es muy lista, que la propia naturaleza de la dualidad se manifiesta en ese escrito de El Kybalion(que no tengo ni idea de lo que es) al decir que las cosas son dos y una al mismo tiempo. Pero no, no me convence usted en lo más mínimo, prefiero ser total, completa y absolutamente monista, porque si no lo fuéramos, ¿podríamos esperar un mundo mejor?(por ejemplo, un mundo sin Maria Joao Pires)

Anónimo dijo...

Siguiendo con Cortázar (que me fascina, aunque no al nivel del otro gran argentino, Gardel), he de confesar (se imaginan ustedes confesándose con Rouco y su doble... iba a decir lo de su sobrina desnuda en Interviú, pero no lo digo, no quiero hacer sangre, ahora que me llevo bien con el Sr. Dardo) y confieso que uno de los libros que más cariño tengo es “Historias de Cronopios y de Famas” de Julio Cortázar. Es el libro que a mí me gustaría tener encima de la mesilla de noche, si no fuera porque no tengo mesilla de noche, ni de día. Si ustedes no lo han leído, no saben lo que se pierden.

Miren una muestra de lo que se pueden encontrar allí:

“Maravillosas ocupaciones

Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas.”

Anónimo dijo...

Sr. Anónimo, ¿no ha oído usted hablar de Hermes Trismegisto “Hermes, tres veces grande”?

Pues El Kybalión es el conjunto de principios herméticos, llamados siete principios de la verdad según Hermes Trimegisto. Dichos principios conforman la base de la filosofía hermética.

Los siete principios
Los siete principios, o axiomas, como están descritos en el libro son:

1.Mentalismo: El todo es mente; el universo es mental.

2.Correspondencia: Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.

3.Vibración : Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.

4.Polaridad: Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

5.Ritmo: Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.

6.Causa y efecto: Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.

7.Generación: La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos. En el plano físico es la sexualidad.


Me gustaría, sr. Anónimo, añadir otra persona (bueno, me gustaría añadir un montón) a María Joao Pires para esperar un mundo mejor. Sería posible que mientras la Pires toca el piano delante de Hermes Trimegistro, la soprano M. C. talla 32 cantara al compás.

Anónimo dijo...

De acuerdo, de acuerdo, quedo admirado por su sapiencia, aunque recuerdo muy por encima algo del pseudohermes, pero gracias a usted hoy ha dejado de serme tan hermético(aunque ¿debería seguir siéndome tan pseudohermético?). Sí, incluyámosla también, pero asimismo a muchos más, por ejemplo a todos los profesores y maestros. Estaba pensando que la demediación de maestros y profesores no soluciona nada el problema, sigue siendo el mismo, su gran número, y encima aumentarán nuestras dificultades cuando luego les disparemos, sobre todo a aquellos que tenemos mala puntería.

Anónimo dijo...

Hermes Trimegistro sin duda bebía, y esto le daba mareos, de ahí que todo fluya, de vueltas , suba y baje y además admite que veía doble. Pero sin duda todo esto es sólo un problema mental, todo es mental.

Liuva, Cortázar tenia unos modales deplorables a la hora de pedirse un café. Espero que sólo admire su forma de juntar letras y no su "edificante" ejemplo de vida.

Anónimo dijo...

Sí, ahora podemos entenderlo, fue su doble el que se negó a tomar el café con Cortázar, pues, ¿quién en esas circunstancias querría tomar algo con él?

Anónimo dijo...

Como prueba de la metamorfosis que otorga la profesión de maestro traigo esta historia que nos cuenta la Massin: "Schubert contó un día en un círculo de amigos la historia de una de sus enamoradas que le había abandonado para vengarse de los bastonazos que había recibido de él cuando era ayudante en el parvulario".

Anónimo dijo...

Ciertamente la profesión de maestro se está poniendo peliaguda, y no digamos si la unimos al café: “Un profesor universitario saudí recibirá 180 latigazos e irá ocho meses a la cárcel, tras haber sido condenado por tomar café con una alumna”.

Anónimo dijo...

Y como me imagino que estarán que se muerden las uñas por saber cómo acabó la historia de Cortázar, su doble y el café doble amargo que se tomó él solo, les pongo el desenlace. Así lo contó él: “Imposible calcular cuánto duró lo que otros llamarán ilusión... Volví a mi casa, ya solo, y dormí todo el día. Él también, supongo”.

Anónimo dijo...

Alguien que tenga unos hábitos tan puercos con el café, lo sería en su lecho. Creo que obró el doble muy correctamente. ¿Y por qué este proceso de desdoblamientos debería limitarse a los originales? Así, los dobles se desdoblarían a su vez, y llegaríamos en un proceso ad infinitum a un universo poblado casi exclusivamente de cortázares. ¡Qué horrible perspectiva! Y lo mejor en un universo cortazariano sería tener una empresa de gestión de basuras.

Anónimo dijo...

Sr. Anónimo, ya hay un universo cortaziano, un mundo de fantasía lleno de “cronopios”, “famas” y “esperanzas”. Los cronopios son unos objetos verdes y húmedos, son unos seres desordenados y tímidos. Cortázar los descubrió un día estando en el teatro des Champs Elysées: “había un concierto que me interesaba mucho, yo estaba solo, en lo más alto del teatro porque era lo más barato. Hubo un entreacto y toda la gente salió, a fumar y demás. Yo no tuve ganas de salir y me quedé sentado en mi butaca, y de golpe me encontré con el teatro vacío, había quedado muy poca gente, todos estaban afuera. Yo estaba sentado y de golpe vi en el aire de la sala del teatro flotar unos objetos cuyo color era verde, como si fueran globitos, globos verdes que se desplazaban en torno mío. Pero, insisto, eso no era una cosa tangible, no era que yo los estuviera "viendo" tal cual. Aunque de alguna manera sí los estaba viendo. Y junto con la aparición de esos objetos verdes, que parecían inflados como globitos o como sapos o algo así, vino la noción de que esos eran los cronopios. La palabra vino simultáneamente con la visión.”


Como dijo André Breton: “Aquel que no pueda imaginar a un caballo cabalgando sobre un tomate, es un imbécil”.

Anónimo dijo...

"Cronopio" de Cronos (tiempo) y Opio (famosa droga)

Le vino a la cabeza el nombre: en realidad pensaba "es la hora del chute" y no es que no tuviera ganas de de fumar, es que no tenía ganas de salir, y allí estaba él, con el fumeteo y "de golpe" a ver globitos verdes.

Liuva, de verdad no siga por ahí, me preocupa usted

Anónimo dijo...

¡Globitos! ¡Globitos! Hay que ser un verdadero imbécil para escribir semejante palabra. Y su estilo me recuerda al de otro emérito tarado, (Muñoz Molina).

Anónimo dijo...

Lo que faltaba…que me compare a Julio Cortázar con Antonio Muñoz Molina. Es como comparar, por ejemplo, a Louis Armstrong con el tutura de la Cruz Roja: los dos tocan la trompeta, sí, pero alguna diferencia hay. O sea, indignante. Da la sensación que si a usted, sr. Anónimo, le sacan de los angloaburridos, todos los demás le parecen igual (igual de malos).

Lo mismo le digo a usted, sra. Anónima. Y a Angelicata no le digo nada porque está missing. ¡Hala, a inflar globitos por ahí! ¡Qué razón tenía André Breton!

Por cierto, “Plenilunio” de Muñoz Molina, está bastante bien. Y también “Berltenebros”.