Por todos es conocido que me divierte escribir (y sí, mucho más conocido, que lo que de verdad me divierte es escribir tonterias). Pues bien, dicho esto, anteayer se me planteó una terrible disyuntiva. Por una parte, en mi lugar de trabajo se presentaba el último libro de Ferrán Torrent y por otra, en mi amado Palau de la Música había una conferencia de Rafael Chirbes sobre la novela como oficio, o algo parecido. Bueno, lo de terrible disyuntiva evidentemente es un decir, pues, uno: no pensaba quedarme ni un minuto más en el trabajo, y dos: Ferran Torrent... mmmm, ¡vade retro!. Acudí, por tanto, al Palau. Eso sí, antes logré convencer a una compañera, dados mis innegables talentos persuasivos -ríanse de los inocuos cantos de sirena que describió Homero- (esto es, asegurándole que había un pica-pica después de la charla -falso, está claro-, y ofreciéndome, en un ejemplo de altruismo sin parangón, a llevarle a casa en mi fastuoso y opulento medio de transporte, el Porsche, como recordarán) para que viniera conmigo, pues siempre es menos embarazosa una huida en bandada si las cosas se ponen feas (léase, aburridas) que en solitario. La muchacha dejó escapar un penetrante alarido de esos que alertan de un bombardeo enemigo, y mientras abría la boca como el escualo protagonista de "Tiburón", supe que todo ello era más que suficiente aprobación. Procedí, por tanto, al remolque hacía el musical edificio.
Insinuar que lo que dijo este pobre hombre durante una hora y media resultó ínfimamente sugestivo, es una hipérbole delirante. Antes de entrar en estado de narcolepsia, y para frenar una depresión galopante, me puse a pensar en si comprar la mejor guillotina portátil del mundo o empalarlo a él en una estaca. Sumida yo en tales pensamientos (algún estúpido diría que "desconecté"), súbitamente, la señora que moderaba -esto es un decir- procedió a dar por finalizada la sesión con un bramido tal como para retorcerme la trompa de Eustaquio. Miré a mi pobre amiga con una mezcla de compasión y miedo, la fórmula aristotélica para la tragedia, y me di cuenta de que sus ojos comenzaban a vidriarse. Esto me hizo pensar dos cosas, pero evidentemente teniendo en cuenta mi estado de embolia cerebral silente, me incliné por la más acorde con mi estado. Se había aburrido como un molusco que escucha a un molusco soso. Emocionalmente afectada por esta tragedia digna de Eurípides, me pregunté como podía resarcir el mal causado por mi irresponsable actuación y busqué solaz en el casi siempre eficaz consejo materno, de resultas de lo cual me hallo dedicándole esta entrada tan absurda.
Pero como, por otra parte, no me gustaría dejarles a ustedes sin la exquisitez de algún gran razonamiento universal tan propio de este blog, finalizo esta extraña entrada con un fragmento que me gustó muchísimo del genial libro: "Diario de un Don Nadie".
Au revoir, zopencos! (perdón, así termina el autor):
"¿Feliz término medio, dice usted?. ¿Sabe lo que significa "feliz término medio?. Pues "miserable mediocridad". Yo estoy a favor de ir en primera clase o en tercera; de casarse con una duquesa o con una criada. El feliz término medio equivale a la respetabilidad y la respetabilidad equivale a la insipidez.(...)
Con una asombrosa elocuencia que tornaba sus incómodas opiniones en argumentos perfectamente convincentes, ha continuado: El feliz término medio no es sino una vulgar media tinta. Un hombre al que le encanta el champán pero, al quedar satisfecho con una pinta, teme enfrentarse a una botella entera y recurre a una pinta imperial, nunca construirá un puente de Brooklyn o una Torre Eiffel. No, es un individuo de poco fuste, una medianía, respetable, un feliz termino medio, en realidad, y pasará el resto de su vida en una casa de algún barrio residencial con un pórtico de columnas de estuco parecido al armazón de una cama de postes. Algo así, es típico de un hombre apocado, con barba lacia, la cabeza poco amueblada y una corbata de quita y pon."
Nota: Y ahora me doy cuenta de que dedicar una entrada que versa sobre la mediocridad debe ser más catastrófico que la respuesta de Spencer Tracy a Katherine Hepburn ante la afirmación de ésta de que le creía más alto. "No se preocupe -contestó Tracy-, me encargaré de rebajarla a mi nivel".
martes, abril 15, 2008
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19 comentarios:
Angelicata, el concepto “término medio” (feliz o infeliz, es igual), fue un invento del peripatético Aristóteles. “In medio virtus”: la virtud está en el término medio, dijo, y se quedó tan ancho. Según él, la virtud consiste en buscar el término medio entre dos excesos: el abuso y la carencia. Pero Aristóteles no era de fiar, ha pasado a la historia como un gran sabio y un gran filósofo pero en realidad era un zote que no decía más que estupideces. Decía, por ejemplo, con gran solemnidad, que los varones tenían más dientes que las hembras, que la sangre de las mujeres era más espesa que la de los hombres, y que las personas que tienen la cabeza más grande duermen más y mejor que las otras.
En cuanto a la terrible disyuntiva que se te planteó anteayer: presentación de un libro de Torrente o conferencia de Rafael Chivo, el feliz término medio estaba claro, no elegir ninguno de los dos. Podrías haber llevado a tu amiga en tu flamante porsche a tomar un Martini. Un Martini preparado en un mezclador de planta, lleno de cubitos de hielo, con seis partes de ginebra helada y una parte de vermut seco, agitado suavemente hasta notar el frío en las manos y servido colado en una copa triangular previamente helada, añadiendo una aceituna verde sin relleno y una piel de limón. Seguro que a tu amiga se le hubieran puesto los ojos vidriosos, pero no de aburrimiento.
Elogio sobremanera su manera de elegir, Donna. No sé si eligió lo bueno(por sus palabras evidentemente no), pero en todo caso evitó lo malísimo. Me parece que el hecho de no ir a la presentación de un "libro"(los idiotas pueden poner las comillas con los dedos) de FT debería figurar en el carnet de identidad de cualquiera.
Sí, Liuva, estoy de acuerdo. Una vez alguien dijo que yo era una "buena chica" (sin poner las comillas con los dedos)y recuerdo perfectamente haber pensado que eso era justamente el odioso término medio aristotélico.
¡No, que me aspen si lo soy! ¡No soy una buena chica!...(en efecto, prefiero que me llamen infecto ser del averno o algo peor).
Hablando en estos términos, tengo un pensamiento torturante que me gustaría que alguno de ustedes aliviara. ¿Conocen la película de Roberto Benigni, "El monstruo"?. ¿Querrá decirme algo, con sutilidad (o no), quien hoy me la ha regalado?.
Muy interesante el tema de la “Aurea mediocritas”. En una ocasión escuché aquello de "si no puedes ser un buen ejemplo, procura ser una advertencia terrible". Yo por mi parte me apuntaría al Martinazo de Liuva.
Respecto a la película de Benigni, sale el propio Benigni y su mujer, Nicoletta Braschi, que también hacía de su mujer en su gran éxito "La vida es bella".
Concepto “término medio” homérico: “Mantén alejada la nave de este oleaje y de esta espuma”. Odisea. (El consejo es de Circe, las palabras son de Ulises, que se las repite al piloto).
Chuso, los Martinazos más famoso de la historia del cine son los que se tomaba Bond, James Bond.
En Casino Royale:
James Bond: Dry Martini
Camarero: Oui, monsieur
James Bond: Espere... Tres partes de Gordon, una de vodka, media medida de Kina Lillet, mezclado, no agitado, con hielo y con una filigrana de limón
Camarero: Yes, sir
Ese James Bond sí que sabe, Liuva...
Removido, no agitado, por favor...
Casino Royale!
Pese a no ser una gran seguidora de las películas de James Bond, está me agradó considerablemente. Y me gustó mucho la elección de Daniel Craig. Es un poco rudo, sí, pero se le perdona.
J. Bond (al malvado, mientras éste le tortura como -dice él- peor se puede torturar a un hombre): Ja! Ahora el mundo sabrá que murió rascándome las ....
En “Nunca digas nunca jamás”:
Bond bebe un martini (removido, no agitado) en un bar exterior. La Chica Bond (Bárbara Carrera) le salpica mientras hace esquí acuático junto al bar. Luego, ella se desliza por una rampa hacia el bar y se enfrenta con Bond:
-Qué torpe soy. Lo siento, ¿le he mojado?
-Sí, pero el Martini sigue seco
Querida etérea,
sólo decirle que cada vez que leo sus entradas termino medio (estoy haciendo "así" con los dedos)...
Leyendo lo del "felíz término medio" me he acordado de una anécdota que le ocurrió a un jóven padre con su hija de ocho años. El padre le había negado una cosa y la hija le había pedido explicaciones. "Verás, es que eres demasiado mayor para hacer eso y demasiado pequeña para hacer otras"..Unas horas después, el padre hizo algo que no le gustó a la pequeña y ésta le increpó: "¡Intermedio!".
Y es que a veces lo que más nos molesta es precisamente lo intermedio, como los anuncios.
Como fan incondicional:
"La mediocridad es positiva como punto de partida, como inicio de construcción de la persona, como formación de identidad... No la menospreciemos. Reconozcámosla como un periodo equidistante de reflexión en el que indudablemente no es bueno permanecer mucho tiempo."
Se habían dado cuenta que término es una palabra tritónica, se puede poner el acento en todas las sílabas: término, termino, terminó.
Y ya que estamos les pongo unas cuantas palabras tritónicas, más que nada porque no tengo otra cosa mejor que hacer:
Vómito, vomito, vomitó
Cántara, cantara, cantará
Cáscara, cascara, cascará
Práctico, practico, practicó
Centrífugo, centrifugo, centrifugó
Título, titulo, tituló
Último, ultimo, ultimó
Por cierto, el que me echó la bronca por acentuar mal la palabra libido, no ha vuelto a aparecer, se habrá puesto lívido como un vampiro: líbido, libido, libidó.
Marie Valerie de Habsburgo, tataranieta de la emperatriz Sissi, vive consagrada a la cría del cerdo. Qué difícil es hallar el término medio en la aristocracia.
A mí me parece que todo el mundo debería ser mediocre. La búsqueda de la originalidad, de destacar en algo es una completa estupidez. Seamos decididamente mediocres(modestamente reconozco que mi vida es un éxito en esto, estoy seguro de que si me vieran -pero no se preocupen, no van a tener tanta suerte- dirían que estaban delante del tipo más mediocre de la historia)
Gracias Gentilhombre y Liuva. Sí, como dice Salieri en "Amadeus" de Milos Forman al final de la película:
"¡Mediocres del mundo, uníos!".
Sr. Anónimo, lo siento, pero si pensáramos eso de usted, irremediablemente pasaría a ser el hombre menos mediocre de la historia (y conociendo su enrevesada mente, seguro que ya había contemplado esta paradoja).
Como decía el doctor House: "Lo normal no es normal si no eres normal".
Hace tiempo leí un libro de Albert Camus, "Estado de sitio", en el que decía algo así como que en mundo de injustos, son los justos los que deberían estar en la cárcel.
Me sorprende que haya leído un libro de Albert Camus. Lo último que deseo es imponer a alguien mi escala de avernícolas y parnasianos escritores, pero, me pregunto, ¿cómo se puede leer a alguien que cuando fumaba parecía que iba a caérsele de la comisura de los labios el cigarrillo? ¿Era un gesto pretendidamente seductor? ¿Tenía el labio leporino o es que era simplemente un idiota?. Innecesario decir que detesto toda cita de Camus.
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