sábado, diciembre 01, 2007

El oro del Rin -Wagner-




Dolorosamente hermoso este acorde wagneriano en Mi bemol Mayor que algunos han identificado como un pensamiento puro hecho música. En este caso, sirviendo de entrada al comienzo de esta pelicula de Terrence Malick, "El nuevo mundo".

Con el “Oro del Rhin” comencé una nueva senda, en la que tenía que hallar los temas de la naturaleza plástica que, en evolución cada vez más individual, habrían de revestir como exponentes de las diversas formas de la acción y de los sentimientos. La particular frescura de la naturaleza que parecía alentar sobre mí, desde este paraje, como el viento vivificador de las montañas me hizo soportar sin fatiga todos los esfuerzos de mi obra.”

(Carta de Wagner a Roeckel)

"La obra más ambiciosa de la civilización occidental" dijo Deryck Cooke sobre la monumental Tetralogía wagneriana.


La obra ‘El Oro del Rhin’ se inicia con un largo pedal orquestal en la tonalidad de Mi bemol Mayor que da cuerpo al Preludio - al principio, tan sólo se escucha la nota tónica generadora del acorde ‘mi bemol’-. Es la llamada ‘nota primigenia’ o ‘sonido primigenio’.

"Al poco tiempo, se agrega la quinta (si bemol), creando una atmósfera etérea y poco definida en la tonalidad inicial. Merece la pena resaltar el cometido del contrafagot y de las trompas solistas.
El tema que emerge ahora en el fagot y en las trompas (tonalidad de Do Mayor) es tranquilo, profundo y misterioso. Wagner mantiene todavía la nota pedal (mi bemol), generando un cromatismo (armonía cromática) algo violento, que favorece esa atmósfera misteriosa. Nótese la intencionalidad manifiesta de Wagner de recrear el origen primigenio mediante la cuidadosa selección de la tonalidad. Nada se deja al azar. Todo está perfectamente estudiado en la obra del músico alemán. Muchos expertos han creído ver aquí una clara evocación al agua primigenia.

De esta manera, Wagner ha creado una suerte de perpetuum mobile (una variación de un canon llevado a sus últimas consecuencias; es decir, ad infinitum y sin solución de continuidad), que muere bruscamente tras la exaltación producida con la primera interrupción vocal."

Wagner concibió el inicio de El oro del Rin mientras echaba una siesta a orillas de un lago en la localidad italiana de Spezia. En sueños vio a una ninfa “que silbaba un acorde en mi bemol mayor”, que se repetía con diversas variaciones. Wagner se despertó súbitamente, completamente consciente de haber encontrado el arranque de su obra.

Prodigioso arranque.

22 comentarios:

Chuzz dijo...

Bueno, de repente pienso que si le chivaron el principio no me parece tan importante...

Donna Angelicata dijo...

Bueno, ojalá a mí me chivaran algo así...

Chuzz dijo...

Con el oído que tengo, dudo mucho que aunque toda una pléyade de ninfas me silben al oído, me vaya a enterar yo de si lo hacen en mi bemol... Hay que darle a Wagner lo que es de Wagner...

Y luego está la forma en que lo promociones...

Anónimo dijo...

Tiene ud. razón, Angelicata, este acorde wagneriano es dolorosamente hermoso, y si va acompañado con esas imágenes es todavía mucho más doloroso ¡Ay!

He recordado al instante aquella antológica secuencia de “Apocalipsis Now”, de los helicópteros americanos cargando, como si fueran el Séptimo de Caballería, sobre una aldea vietnamita, con los altavoces puestos a toda mecha escupiendo La Cabalgata de las Valkirias de Wagner. Qué masacre se marcaron los yankis, pero qué masacre más hermosa. Esa escena vale por toda la película ¡Ay! ¡Ay!

Parece como si la música de Wagner estuviera hecha para esas cosas. A Hitler también le ponía como una moto la música de Wagner. La escuchaba siempre antes de tomar decisiones horrendas ¡pobres polacos! Sin embargo hay que decir que también Wagner compuso obras para todo lo contrario, por ejemplo la famosa Marcha Nupcial de Lohengrin que suena forzosamente en todos los bodorrios que se precien. Dicen que el rey Luís II de Baviera se volvió loco oyendo a Wagner. Pero qué hermosa locura, qué dolorosa y hermosa locura ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

Por cierto, muy bueno lo del chivatazo. Así cualquiera.

Anónimo dijo...

Perdone, pero qué culpa tiene Wagner de que a Hitler le gustara su música?(cosa dudosa por demás porque lo que escuchaba con más frecuencia cuando estaba en Berchestsgaden era Lehar y cosas así de operetas, véase Speer) A Heydrich le gustaba Mozart y Bruckner les caía muy bien a los del NSDAP- y que yo sepa a ambos compositores no les ha caído estigma alguno-. De acuerdo, era antisemita(bueno, yo soy antigordo y todavía no he matado a ningún gordo -por ahora-) pero muchos hoy adorados también lo fueron y nadie se lo recuerda constantemente.
Y si tenemos que pensar en un tema para recordar a Wagner(Allen, qué bajo caíste desde tus olímpicas alturas cuando hiciste esa broma)acordémonos de Parsifal, la ópera del perdón, la compasión y la redención. Selig im Glauben! Selig im Glauben und Liebe!
(Si, se puede a poner a Kundry y a Klingsor como objeciones)

Anónimo dijo...

Decía Nietzsche que Parsifal “era una obra de perfidia, de afán de venganza, de secreto envenenamiento de los presupuestos de la vida, una mala obra. La predicación de la castidad constituye una incitación a la contranaturaleza: yo desprecio a todo aquel que no considere Parsifal como un atentado contra la moralidad”. Eso lo decía Nietzsche, yo sólo pasaba por allí.

Frase de su admirado: "Me gusta la música de Wagner más que cualquier cosa. Es tan ruidosa que se puede hablar todo el tiempo sin que los demás se enteren de lo que decimos." Oscar Wilde

Es evidente que a Wagner no se le puede culpar de las aberraciones cometidas en su obra por los ideólogos del nacional socialismo, pero también es cierto que Wagner dejo muchas puertas abiertas para que así sucediera.

Anónimo dijo...

Ya sé que es ad hominem, y eso se lo dice el mujeriego Nietzsche al pobre y sifilítico Wagner.
Ya sabe cuál es el pecado por el que Klingsor no es aceptado en el Grial?

Anónimo dijo...

Es señal de que mi "admirado" sólo intentó hacer una buena frase y de que conocía más bien poco de Wagner, intento recordar ahora si estuvo o no en Bayreuth. Nota: las disposiciones musicales, escénicas y atquitecturales, de Wagner para fomentar la sociabilidad y las relaciones sociales durante sus óperas.

Anónimo dijo...

Creo que quien ha disfrutado con los sublimes placeres de la música, deberá ser eternamente adicto a este arte supremo, y jamás renegará de él.

Richard Wagner (compositor alemán:1813-1883)

Donna, ¿dice usted que Wagner imaginó esta melodía mientras esnifaba...perdón, inspiraba el olor de la hierba mojada. Casi puedo verlo, con la vista nublada imaginando que se encuentran en la compañia de Woglinde, Wellgunde y Flosshilde, jugueteando entre las rocas...

Dardo dijo...

Donna. Vds. con sus sobredosis de belleza. La música wagneriana es tremendamente vitalista.

A mí; que quieren que les diga. El Holandés errante (el buque fantasma) semeja esa furia desatada de la naturaleza. Y el Tannhauser una profunda emoción.

Quédense con la música. Y olviden las derivas políticas y las mezquinas vidas de los genios. Al fin y al cabo son humanos, pese a que tengan inspiraciones divinas.

Anónimo dijo...

Entre todas las cosas que tengo que celebrar hoy, incluyo mi cumpleaños.
Si es cierto, la vida también corre para mí.

Si ustedes estuvieran en sintonía conmigo sería fácil contar las espiras que acumulo. Sirva como pista que siempre me despido con palabras amistosas.

¡y por muchos años!

Anónimo dijo...

Detesto ser socialmente afectivo, pero no tengo más remedio que felicitarla.
Sabe?Como el correo de la Donna aparece en esta página, ya le diré-a través de la Donna- cómo pondré fín a mi deuda(pero todavía no se me ha ocurrido el cómo).

Anónimo dijo...

Las deudas son como cualquier otra trampa en la que es muy fácil caer, pero de la que es dificilísimo salir. Bernard Shaw.

Le agradezco su esfuerzo por tener un detalle de cortesía conmigo este día, y más teniendo en cuenta que empieza a obsesionarse con encontrar una solución a este nuestro no poco trivial problema.

Prefiero ser una inspiración más que una obsesión, querido amigo.

Donna Angelicata dijo...

¡Felicidades, algo retrasadas, Anónima!.

Acepto gratamente mi mercúrico papel y se me ocurre proponerles que ambos envíen a mi correo, si es que quieren, sus direcciones electrónicas para que yo, ¡oh, cual Dios Hermes! medie entre ustedes.

Todo lo anterior, claro está, si no se les ocurre antes otra brillante idea.

Donna Angelicata dijo...

Por otra parte, estimados Anónimo y Dardo, tienen ustedes razón ¿y qué si a Hitler le gustaba Wagner?. ¿Se le puede culpar a alguno de esto?.

Parece ofensivo no disfrutar del día porque no tarda en convertirse en noche.

Anónimo dijo...

Mercúrica Angelicata, ¿te has ido a esquiar a Bayreuth?

Lo malo de cumplir años, señora Anónima, es que cada vez se tiene más pasado y menos futuro. Llegará un día en que sólo tengamos pasado. Felicidades, no obstante.

Anónimo dijo...

Si, Liuva pero eso es lo mejor, porque el futuro puede que nos lo cambien, pero el pasado quedará como fué, hagamos lo que hagamos. Y yo en el pasado, me lo he pasado muy bien.

Gracias a todos

Anónimo dijo...

Perdonen, pero las dos últimas entradas me dan ganas de vomitar otra vez, qué montón de balderdash!
Por poner un elemento polémico e inteligente(tal como me jacto de serlo y no de modo presuntuoso), a mí me parece Brahms mucho mejor que Wagner, por citar algo que me gusta mucho su sexteto op. 36 o su trío op. 8 ( y supongo que ahora saldrá un retrasado mental diciendo que tenía un retrato de Bismarck en su salón)

Donna Angelicata dijo...

Tenía un retrato de Bismarck en el salón.

Anónimo dijo...

Qué gracia, el sr. Anónimo se aburre en su guarida y busca pelea. Lo que pasa es que no sé si entrar, porque al final acabamos mal. Le aconsejo, para que se relaje, que escuche repetidas veces la famosa berceuse “Canción de cuna” de Brahms.

Y como sé que le gusta casi tanto vomitar como oír tangos, le pongo éste que cantaba el ya desaparecido “Varón del Tango” Julio Sosa. Se titula, como puede imaginarse, Monserga (balderdash):

No soy el sonso que hace el Quijote,
ni tengo pasta de redentor,
ni me ha pasado por el marote
que me de calce tu situación.

Esta monserga que te sacudo,
la justifica tu proceder,
yo no quería más que el saludo
de aquel pibe que fuiste ayer.

Andáte y si el destino nos utiliza
para un apuntamento como el de hoy,
quemáme con la chispa de una sonrisa
pero seguí de largo como hago yo.

Y por cierto, tenía un retrato de Bismarck en el salón.

Anónimo dijo...

Tu quoque, Donna!. Pero no. Lo que en otros habría sido una confesión plena de su idiocia total e irrevocable, en usted es simplemente un exquisito conocimiento de la historia de la música. Seguro que le gusta su "Triumphlied". Sólo un ser que se arrastre por lás más oscuras, infectas y pestilentes cuevas de la ignorancia musical podría ignorar tal magna obra.

Landahlauts dijo...

A veces, lo difícil es llegar a escuchar a las ninfas... y más, si estás echando la siesta.

Excepto, claro, si eres Wagner.