domingo, enero 04, 2009

Cambios

Siempre que contemplo la proximidad de algún cambio en mi vida por pequeño e insignificante que parezca, me sobreviene una extraña sensación que jamás he sabido definir. En este caso, no digo que sea un cambio tan pequeño, pues convendrán conmigo que dejar la pequeña urbe en la que vivo para trasladarme a la quietud del campo es algo de suma relevancia en la vida de uno, aunque el cambio vaya a producirse todavía a medio/largo plazo. Como digo, me cuesta explicar que contradictorios sentimientos se apoderan de mí. Por una parte, el campo me gusta mucho más, pero mi actual residencia, aquella donde nací, donde crecí, donde siempre estuve, me parece tan adorable y entrañable que no quiero despegarme de ella (inconscientemente puede que me refiera a mi madre, hace poco leí que los cáncer tenemos un astronómico apego por la figura materna).

Pero lo que quiero decirles, como casi todo, ya lo dijo Chesterton. Ayer estaba leyendo sus artículos recopilados bajo el título de "Lectura y locura", y apareció oportunamente este texto que les muestro mientras de fondo suena en este domingo lluvioso (y sin rastrillo), "El preludio a la siesta de un fauno" de Debussy:

"Trasladarse al campo es en verdad un motivo de alegría, pero abandonar Londres es motivo de tristeza. He aquí al menos una inofensiva paradoja alfabética que admitirían todos los hombres y mujeres cuerdos. Hacerse hombre es cosa tan magnífica como dejar la infancia es digna de compasión. Casarse es causa de satisfacción, pero resulta deprimente abandonar la soltería.

Permítasenos, así pues a los que cambiamos de estado, algo de ese phatos que se concede a quienes están próximos a la muerte. Me hace feliz irme a vivir al campo, pero me entristece abandonar la ciudad".

"Lectura y Locura". G.K Chesterton

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Entiendo perfectamente su estado de ánimo ante ese cambio que se le aproxima, Donna, y solo me queda recordarle la máxima de Gori, uno de los muchísimos contertulios de Josep Pla que aparecen en su "Cuaderno gris":

"Para vivir bien en un pueblo hay que saber pasear".

Y esto, añado yo, me recuerda a su vez al bueno de Henry David Thoreau, cuando escribía aquello de "...y por eso vengo a estos lugares solitarios (en sus paseos), donde el problema de la existencia se simplifica".

¿Se simplifica? si es un lugar solitario, sin duda, porque para acabar de manera menos bucólica, volveré de nuevo a la socarronería de Pla cuando recordaba "que cuanto más pequeño es un pueblo, más fuertes son los estragos de la proximidad de la gente".

De todos modos, no dude en ningún momento que le deseo suerte en su nueva singladura, estimada Donna.

Anónimo dijo...

Perdone, si usted es cáncer, y debemos ser respetuosos con los astros, yo debería escribir en un blog perteneciente a un libra. A aquellos cuyas vidas sean tan inanes como el léxico de la ministro Aido les dejo elucubrar sobre a qué signo pertenezco, mientras, y como ayer me regalaron un libro de astrología, investigaré más profundamente para ver, si para ser armónico con el universo, tendré que abandonar su blog.

Donna Angelicata dijo...

Gracias, Librepensador, por sus citas, que me han gustado mucho.
Recuerdo, cuando estudiaba a Thoreau que la profesora siempre hacía referencia a esta famosa cita suya de:

"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida...para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido."

Por otra parte, siguiendo con el movimiento trascendentalista norteamericano, me gusta más Ralph Waldo Emerson.Éste haciendo uso del fundamento trascendental en su Ensayo sobre la Naturaleza nos dice que la verdadera independencia del individuo se consigue con la intuición y la observación directa de las leyes de la naturaleza.

Para Emerson, el ser humano cuando se encuentra en contacto con la naturaleza, haciendo uso de la intuición y la observación, es capaz de entrar en contacto con la energía cósmica; la fuente creadora de la vida, identificada como Dios -u orden- por los deístas, y como “totalidad” por los panteístas.

"No deseo mudarme de mi prisión actual a otra un poco mayor. Deseo romper todas las prisiones. Aún no he conquistado m casa." Emerson.

Donna Angelicata dijo...

Sr. Anónimo, espero que su investigación astronómica no le conduzca a que tenga que abandonarnos. Si lo quiere, fingiré el carácter de cualquier otro signo zodiacal.

A partir de ahora, si es que existe una absoluta falta de armonía cosmica, dejaré atrás la parte de intromisión que mi crustáceo signo me impone, para convertirme en cualquier otra cosa. Lo que sea con tal de que no nos abandone usted.

Donna Angelicata dijo...

Aunque vagamente me parece recordar que ya puse esta cita en algún momento, sírvanse perdonar esta duplicidad:

"Mas, si bien su hogar quedaba en la metropoli, su corazón estaba en el campo dos veces al año. No le gustaba la urbe por su vaciedad y su aspecto ceremonial y deshumanizador. Resultaba extraño, pero elocuente y representativo de su condición de ángel, el hecho de que, a pesar de haber nacido entre ladrillo y argamasa, en un puesto marítimo, aún suspirase por la tierra sin cocer y la hierba de tierra adentro."

Pierre o las ambigüedades. Herman Melville.

David PM dijo...

No se me ponga usted tan dramática, eso que se dice que uno no echa de menos las cosas hasta que las pierde es cierto, pero usted no pierde nada en este caso. Para empezar llamar urbe a un lugar donde se ha fotografiado un burro tirando de carro... ¡de urbe tiene poco! Hay ciudades que se comen al mar y en su caso el campo se come a su mini ciudad.

Como yo tampoco hace tanto que abandoné el nido, le ofrezco una serie de consejos a seguir para que no le resulte tan duro en el momento de dar el paso:

- Tenga unas zapatillas en su casa de toda la vida. Cuado llegue podrá sentirse más cómoda.

- Deje la mitad de su ropa: con este método conseguirá que sus padres crean que todavía está allí, que tenga algo que ponerse cuando llegue con prisa... y que tenga que seguir oyendo gritos por el desorden de su habitación / armario y la alarmarte falta de sitio para las cosas del resto. Esto, claramente querida amiga, evocará su niñez / juventud.

- Cómprese una gran colección de tupperwares. Llegue a la casa familiar y después de la comida rapiñe todo lo que pueda. Dichos tuppers deben llevarse sin lavar, lo que provocará la conocida frase "¡¡tú no friegas nunca!!”. ¡Qué recuerdos!

- El supermercado en el que actualmente tiene que realizar la compra es, seguramente, de la misma cadena al que van sus progenitores. Por lo tanto, si van ellos, no tiene porque ir usted. Con esta sencilla regla se ahorrará las colas y además su economía mejorará notablemente.

- Llévese cosas para su nueva casa… cosas necesarias (cortaúñas, limas, tijeras, billetes de 100euros...). Eso sí, en el nuevo hogar colóquelas en un lugar similar al que estaban en su vieja casa, así nadie podrá decir que no deja las cosas en su sitio y, por otra parte, su nuevo hogar le recordará al antiguo.

- A sus amistades no les indique que ha cambiado de teléfono fijo. Así, si no logran localizarle vía móvil, tendrá en sus padres un fantástico contestador para llamadas no respondidas o realizadas a horas intempestivas.

- Recuerde que desde el momento en que uno no vive el día a día en casa su fuerza aumenta (también conocido como chantaje emocional): tiene derecho al mejor sitio del sofá, a que sus libros estén en la estantería más accesible e incluso a usar el servicio (si sólo disponen de uno) antes que nadie. Ante alguna queja de los residentes del hogar familiar se debe enunciar, con voz lastimosa: ¡jo, me siento como un extranjero en casa!

- Preste su coche: si su padre o su madre no tienen uno disponible, ofrezca sus llaves y cuando estén a punto de salir por la puerta, recuérdeles que el depósito está en niveles críticos (por supuesto use su mejor tono para denotar la preocupación por la posibilidad de que deje tirado a su progenitor). En el caso de que escuche alguna queja referente a tener que pagar el carburante (o también algo del estilo "¡qué cara más dura tienes!), sea pragmático y recuérdele que la gasolina está más barata que cuando sí le pagaba el depósito.

Y hasta aquí los consejos. Si necesita más no dude en contactar conmigo. De todas formas quiero expresar mi malestar por su manía de sacar al abuelito inglés para todo. Si el gusta el campo, no necesita a Chesterton para decírnoslo. Use el refranero castizo-español: La cabra tira al monte.

Donna Angelicata dijo...

Apreciadísimo David, me hago cargo de sus sabios consejos como ser emancipado y responsable que parece ser. ¿Es que la visión de este hombre del Renacimiento no tiene límite? (aquí pretendo ser sarcástica).
Imagino su voz, recitando esta bienintencionada perorata, como surgiendo de una catacumba.

Me disgusta que le diguste que cite a Chesterton. Estaría durante toda mi existencia terrenal y parte de la divina, citándole. Estoy emocionalmente afectada, David, por esta tragedia digna de Eurípides. Voy a consolarme con un nespresso sabor mandarina.

David PM dijo...

¿Nespresso sabor mandarina? Pero bueno, una cosa es que yo esté empachado de Chesterton y otra cosa es que usted se haga el harakiri. Piense en George Clooney, ¡él nunca lo haría! (tomar el nespresso amandarinado, el harakiri es probable que sí... si le siguen quitando las pastillitas en los dichosos anuncios).

Si está tan afectada, retiro mis palabras (pero la cabra seguirá tirando al monte). Cite a Chesterton tanto como quiera. Yo sigo prefiriendo la sabiduría popular y otros intelectuales desconocidos para usted (Chiquito de la Calzada, Cañita brava... todos ellos reputados pensadores y con página propia en la wikipedia). Si tras mis más sentidas disculpas aún está afectada, le recomiedo que se consuele con el propio Clooney...

No se atragante con el café...

Donna Angelicata dijo...

Lo del Nespresso sabor mandarina es completamente cierto. Sabor especial de Navidad. Recién compradito hoy y muy rico.

David PM dijo...

Vaya, la Navidad sabe a mandarina por esos lugares. Y por curiosidad, ¿a qué huele?

Anónimo dijo...

“El campo, ese horrendo sitio por donde los pollos andan crudos”

Chuzz dijo...

Hasta los antiguos romanos se retiraban al campo, hastiados del sonido repetitivo de la urbe y del nauseabundo Tíber. Y hay que vigilar esas naúseas, ergo: beatus ille.

Donna Angelicata dijo...

En realidad tienen razón, pero yo solo me refería al sentimiento que ocasiona el cambio, cualquier cambio, daría igual que fuera al revés.

Sí, en esta época de retorno desmelenado y turístico a la naturaleza, en que los ciudadanos miran la vida de campo como Rousseau miraba al buen salvaje, me solidarizo más que nunca con el doctor Johnson, que en mitad de una excursión al parque de Greenwich expresó enérgicamente su preferencia por Fleet Street.

Y aunque algunos de ustedes se me quejen, si lo desean, les puedo poner otro artículo de Chesterton donde elogia la ciudad frente a la naturaleza.

Josep dijo...

Lo de irse al campo no es tan mala idea; lo malo debe ser un café que huela a mandarina. ¡Puags! Cuando tomo café, procuro que nadie cerca de mí esté comiendo mandarinas, pues la mezcla de olores es horrenda.
Cloney podrá ser muy guapo, pero donde esté un café recién molido...

Por cierto: Liuva: lo malo no es que los pollos anden crudos: lo peor es que anden y encima, no anden desnudos... :-)
Hay quien moriría de hambre en esa situación...

Saludos.

Anónimo dijo...

Cambios, cambios... Para cerrar estos comentarios, y siendo más que probable que este que tienen ante sus narices no sea jamás leído (como si fuera un periódico pasado de fecha) puesto que Donna ha publicado ya otra entrada (por cierto, leí con interés los dos volúmenes autobiográficos de Castilla del Pino; desoladora la confesión en que reconoce su absoluto fracaso como padre), he aquí un pequeño homenaje a nuestra -espero no equivocarme utilizando esta persona del plural- estimada Donna dedicándole unas palabras del que a mi parecer resulta uno de sus autores favoritos:

"El mundo cambia no por lo que se comenta, o por lo que se reprueba o se ensalza, sino por lo que se hace. Ya nada es igual tras un acto."
(G. K. Chesterton, "Las paradojas de Mr. Pond")

Ea, dicho queda.

Donna Angelicata dijo...

Apreciado Librepensador,

Claro que este comentario es leído y además muy gratamente.

Le agradezco enormemente sus cándidas palabras y su detalle de brindarme otras de mi querido Chesterton, que además no conocía (o no recordaba porque ese libro sí que lo he leído).

Gracias, de nuevo, Librepensador.

Anónimo dijo...

¿Cándidas palabras? ¡Mejor cándidas que panglossianas, desde luego!

Donna Angelicata dijo...

¡Jaja!, Sí, ¿desde cuando este es el mejor de los mundos posibles?

Me gusta mucho la obra de Voltaire y ¡la opereta de Bernstein!