viernes, julio 20, 2007

El síndrome de Stendhal

Así cuenta Stendhal su visita a la basílica de Santa Croce de Florencia:

"Yo estaba ya encantado por el hecho de estar en Florencia, cerca de los grandes hombres cuyas tumbas había visto. Absorto en la contemplación de la belleza sublime, la veía de cerca, casi podía tocarla. Había alcanzado ese grado de emoción en que se aúnan las impresiones celestiales que nos procuran las bellas artes y los sentimientos apasionados. Al salir de Santa Croce el corazón me palpitaba, sentía como una debilidad nerviosa: la vida se había agotado en mí y caminaba con peligro de caerme".

Se sentó en un banco y leyó el pasaje que Foscolo dedica a Santa Croce en sus Sepulcros, completamente solo, con pausas, en total libertad de movimientos y pensamientos.

El síndrome de Stendhal denomina cierto estado psíquico que nos acomete al contemplar una obra de arte, se manifieste esta de la forma que sea, entiendo yo. Hay una expresión que evoca de una manera muy bella este estado de exaltación; me gusta llamarlo "la angustia de lo sublime". Es una angustia subyugante, que te atrapa poderosa y violentamente. Hay una palabras anhelantes de Goethe en su escrito Viaje a Italia:

"Me resolví a emprender tan largo y solitario viaje porque Italia era como el punto central hacia el cual me impulsaba una atracción irresistible. De hecho, acabó siendo un deseo casi enfermizo, del cual sólo la visión y la presencia directas podían curarme."


Queridos y nostálgicos amigos, ¿han tenido ustedes alguna vez esta exquisita y espiritual sensación? ¿Contemplando un cuadro de Kandinsky tal vez?, ¿Deleitándose con los melódicos y armoniosos sonidos del triángulo?, ¿Leyendo con lágrimas en los ojos un cuento baturro?. No sean ustedes tímidos, anden.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues desde luego con su Cartuja no lo tuve, además que Fabrizio del Dongo me parece un pelmazo.(Ahora que lo pienso, casi todo el mundo me lo parece).

Orestes (Ex Al) dijo...

Solamente sentí el síndrome de Sthendal un dia bailando flamenco en una cueva del Sacromonte granadido. Me di cuenta de que podía perticipar en un arte del que no tenía ni idea.
Claro que cuando me lancé al tablado llevaba en el cuerpo como minimo, media botella de "fino".
Fue una bonita experiencia, a pesar de todo.

Donna Angelicata dijo...

Sí, me pregunto, Señor anónimo, qué podría hacerle feliz a usted... ¿una explosión atómica nuclear?, ¿un pollo asado proveniente de una casa de comidas preparadas sudorosamente?, ¿viajar en el tiempo para conocer al carnicero de Milwaukee?. Venga, ¡seguro que hay muchas más! La vida está llena de esas pequeñas cosas por las que vale la pena lavarse la cara cada mañana.

(El ejemplo de ello es nuestro querido,ebrio y flamenquito señor Al)

Anónimo dijo...

Detesto echarle un jarro de leche fría(lo pongo así, porque he visto por ahí que hay un tonto que si te pilla con una frase hecha te deja en ridículo); bueno, en realidad no, me alegro de echárselo. Yo no sé si existe el síndrome de Stendhal, pero yo debo tener el síndrome de los profesores de historia del arte o de los guías turísticos, qué Dios los confunda!, que me parecen todos una pandilla, perdonen, la única palabra que se me ocurre está en inglés, de "prigs";que te hablan del arte grandiosamente pero en un tono que aburriría hasta a su propia madre y novia, si se pudiera dar en una sola persona, que supongo que sí, y que se les nota de lejos, de muy de lejos, que se están diciendo: que me maten si yo me divierto con esto y me creo una sola palabra de las que digo.Lo más honesto que he podido ver por ahí relacionado con esto es lo que dice Chesterton, del cansancio, del sentarse a tomar una cerveza y de repente ver una catedral, porque cuando me dicen que cuando vieron eso de Munch en Oslo y todo les empezó a dar vueltas a mi me parece que me están contando un camelo. Pero, no se preocupen tengo la explicación de semjante anomalía; seguro que es porque soy idiota.

Donna Angelicata dijo...

Estimado y apreciado Señor Idiota (¡por fin muestra su nombre!, hoy es el día más feliz de mi vida, desde ayer, que lo fué porque me hice unas tostadas con chocolate fundido que harían desvariar de envidia a un diabético). Puede que su nombre no sea tan coherente con su verdadera esencia y en realidad no sea usted tan idiota como nos hace ver, y por lo tanto esté usted en lo cierto cuando manifiesta su repugnancia por el discurso artístico stendhaliano -por aburrido-. Sí, me duele darle la razón pero,lo es. Es soporífero hasta cotas de visionado de morsas apareándose, pero como este es mi sitio, y usted no es más que un idiota, me siento en el pleno derecho de aburrirles. En cuanto a lo de Chesterton, lo más cercano que he vivido a esa experiencia fue cuando una vez sentada en un banco leyendo con una placidez morfeística, me topé con un ser etnicamente sospechoso que me pidió gentilmente la cartera y además, también me mareé como Stendhal del shock. ¡Bravo por el arte!.

Dardo dijo...

¡Pero qué graciosa que es Vd. Donna Angelicata!. Pero hoy me ha dejado "angustiado" y a la par sumamente entretenido y cautivado. Todos estos años pensando que lo que nos salvaba de esta vida era la "ética" y la "estética"; y mire por donde pareciera que esto nos transporta a un estado mental peligroso.

A mí, sin embargo, la experiencia artística me transmite una sensación de "eternidad". Como a Vd. con esas tostadas de chocolate que con ese desparpajo suyo pasa por delante de las narices de los diabéticos (¡¡es Vd. terrible!!).

Saludos étnicamente confiables.

Donna Angelicata dijo...

Señor Dardo, muchas gracias.
No sólo me topo -para hablar con propiedad, ellos se topan conmigo- con seres diábolicos que quieren aprovecharse de mis riquezas -pobrecillos, no les culpo- sino que ayer además me tope con su blog de la manera más azarosa que usted se pueda imaginar, y pensé: "Demonios, este señor pescador escribe bien aunque no me entere de nada de lo que dice". ;-)


Saludos de gorrión, pintada, faisán, cinamomo o escauro (según usted considere)

PD: Sí que soy terrible.

Sigurd dijo...

No quisiera romper la línea argumental de este blog, que por si los recién llegados no han apreciado todavía, no es más que un programa de autoayuda de un psiquiátrico de Villa Colmenarejo.

Don Stendhal, antes del suceso que le daría fama (porque mira que da fama que se ponga tu apellido a algo, digánselo sino a los García Baquero) tuvo a bien probar la recomendación de un chef innovador que le sugirió el desayuno de escuaros acompañados de pintadas africanas. La cuestión es que el estómago de Don Stendhal no lo soportó, y tras subir la bella escalinata su físico comenzó a resentirse, hasta sufrir un vahido ya en el interior de la propia catedral. Tuvo que sentarse, pálido como mármol, y una señora tuvo a bien acercarse y preguntarle:

- ¿Se encuentra bien? ¿Qué le ocurre?

Stendhal sopesó la respuesta: es que he desayunado escuaros con pintadas africanas y creo que no me ha sentado bien.Así que prefirió señalar lo siguiente:

- Es que esta belleza me abruma, me subyuga, ....

La señora se sonrojó pensando que se refería a ella y Stendhal escribió un libro tras asegurarse de que el chef nunca desvelaría su secreto.

Un cordial saludo.

Dardo dijo...

Que pena que me voy de vacaciones; intentaré leerles: Donna Angelicata y don Sigurd.

Donna Angelicata me parece que es Vd. "halcón femenino"; creo que es la reina de los vuelos rasantes y los ataques en picado a los que osan toparse malintencionadamente con Vd.

Don Sigurd; resérveme una plaza en Villa Colmenarejo a mi vuelta, amigo. Y no se indigeste con desayunos conservadores.

eomyr dijo...

Yo tuve esa sensación al leer, con lágrimas de felicidad en los ojos, una frase que decía: "Pure Malt Scotch Whisky. 12 years old.", justo frente a mí. La tomé con mis manos, la besé con mis labios y su espíritu me embriagó hasta caer desmayado.

Me desperté en la prisión del condado.

Anónimo dijo...

Perdone, pero sospecho cierta burla en su referencia al triángulo. Pero que me maten si no prefiero la séptima de Bruckner con triángulo a la séptima en su versión original. Ve, estas son las pequeñas cosas, que aunque no me hacen lavarme la cara todos los días, sí que me hacen frotarme las orejas.