miércoles, marzo 11, 2009

Asfixia

"Estaba allí sentado y miraba las cartas que había escrito mi mujer en el transcurso del tiempo y leía las notas que había tomado en el transcurso del tiempo y lloraba a lágrima viva.
Nos acostumbramos, naturalmente, durante decenios a un ser humano y lo amamos durante decenios y lo amamos en definitiva más que a cualquier otro y nos encadenamos a él perdemos, y, cuando lo perdemos, es realmente como si lo hubiéramos perdido todo. Siempre había creído que era la música la que lo significaba todo para mí, a veces al fin y al cabo también que era la filosofía, la literatura elevada, la más enaltecida y exaltada, lo mismo que, en general, que era sencillamente el arte, pero todo eso, todo el arte, el que sea, no es nada en comparación con ese único ser querido. Cuando el ser querido por nosotros más que cualquier otro del mundo ha muerto, nos deja con horribles remordimientos, dijo Reger, con espantosos remordimientos, con los que tenemos que existir después de su muerte y en los que un día nos asfixiaremos".

Thomas Bernhard.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Angelicata, no creo que para superar su melancolía la mejor opción sea apoyarse en la lectura del señor Thomas Bernhard. Este señor estaba cabreado con el mundo y su espíritu rebelde e implacable concibía éste al revés de como se vive. Si usted está pasando por una depresión (parece ser que sí, por lo que expone) la lectura de Thomas Bernhard en vez de animarla lo que puede es hundirla todavía más.

El párrafo que ha elegido del señor Bernhard pertenece a “Maestros antiguos” y, ciertamente, es asfixiante. Pero si sigue un poco más adelante en su lectura llegará a un párrafo mucho más optimista y saludable. Se lo pongo deseándole que mejore su estado melancólico:

“Única y exclusivamente Schopenhauer me ayudó, porque sencillamente abusé de él en mi objetivo de sobrevivir. Si todos los otros, incluidos por ejemplo Goethe, Shakespeare, Kant, me repugnaban, me precipité en mi desesperación ingenuamente sobre Schopenhauer y me senté con él en el taburete de la acera de la Singerstrasse para poder sobrevivir, porque la verdad es que de repente quería sobrevivir y no morir, no seguir a mi mujer en la muerte sino quedarme ahí, permanecer en el mundo.”

Joseba M. dijo...

Tengo yo una visión muy otra de ese párrafo. No me parece a mí en absoluto asfixiante, sino, más bien, panegírico del amor. Más aún, panegírico del amor a la pareja de toda la vida (snifs...). Algo que, ciertamente no está muy de moda hoy en día. No lo de tener un amor para toda la vida, quiero decir, sino lo de exaltarlo...
Creo, sin embargo, que nuestra siempre etérea anfitriona sí anda imbuida de melancolía. No estoy tan seguro de si se trata de querida o de agotadora saudade...
Por otro lado, querida Liuva, he de decir que a uno también, en una remota ocasión le ayudó sobremanera el ínclito Schopenhauer. Era en un pueblo con mar, después de un conc... pero, bueno, ésa es otra historia y, además, a quién no le ha echado una mano en alguna ocasión Schopen...

Anónimo dijo...

"Iba Lie Zi de viaje, cuando se paró a comer junto al camino. Vio en esto una calavera, vieja de cien años; apartó las yerbas y, apuntando hacia ella su dedo, dijo: ´Sólo yo y tú sabemos que nunca ha habido vida, ni nunca muerte ha habido. ¿Estás tú verdaderamente triste? ¿Estoy yo realmente contento?´".

ZHUANG ZI

Dardo dijo...

Liuva le ha propuesto a Schopenhauer. Algo así como lo oriental remozado de germánico. Schopenhauer es un budista alemán (simplificando) En el fondo nos dice: que lo peor el ciego destino de nuestra incansable voluntad. No desear es la máxima. Pues el deseo es la antesala de la frustración. No sé si doña Liuva habrá acertado o no. Le propone una vía muy pesimista pero tal vez consoladora. Cuando mantenemos férreamente arriconada a la voluntad surge el tedio: entonces (siguiendo a nuestro filósofo) las salidas serían la ética, la estética y la ascética. Que yo sepa Vds. (muy Sras. mías) están sobradas de estética (de gusto y de viaje por ella....). Anímese querida amiga Donna. Y discurra por el río de esta vida restañando sus heridas con el estaño de la estética; si se siente generosa (y es bueno serlo) con la ética; y si no se halla con ganas eche mano de la ascética (disciplina mental y física).

Se lo dice Clemente V (al decir de doña Liuva)ja, ja. Aunque para hacer justicia a este "alias" liuviano debería hacer una pesquisa inquisitiva sobre esa vasca irredenta.