domingo, febrero 08, 2009

Obertura "Der Freischütz". Weber. Carlos Kleiber (1970)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene usted un gusto exquisito al haber puesto la versión de Carlos Kleiber. Aunque lamento que no se vea mucho más a Carlos Kleiber. Yo estuve una vez en un concierto suyo y fue el mejor concierto al que he ído.

Anónimo dijo...

Perdone, genial Anónima(aquí me vuelvo a imaginar a un guionista hispano poniendo en la boca de un personaje eso de ¡se lo ha currado, Anoni!)
pero vista su sapiencia tengo que preguntarle sobre esta materia. ¿Qué piensa del suicidio de Kleist)(el poeta no el mariscal, aunque ahora no recuerdo si se suicidó Kleist o Model).
El año pasado por motivo de mi trabajo entré en contacto con unos inuik del norte de Canadá(tengo que decir que muy a mi pesar) y la frecuencia del suicidio allí era increíblemente alta, ¿tiene alguna explicación sobre este hecho que no incida en lo desagradable que es ser ictiófago?

Anónimo dijo...

La tarde del 20 de noviembre de 1811, Heinrich von Kleist y su compañera,
Henriette Vogel, que padecía de cáncer, se alojaron en una pensión de
Potsdam, donde pasaron la noche. Al día siguiente salieron a dar un paseo
y, según cuenta Adam Müller, se hicieron servir café en una tranquila bahía
al lado del lago y, sentándose en el hueco formado por un árbol arrancado
de raíz, pidieron a la muchacha de servicio que los había acompañado que
les trajese otra taza. Cuando la chica había avanzado unos cincuenta pasos,
oyó dos disparos. Kleist había disparado a Henriette, que se había estremecido
un poco en el último momento, en el pecho, y después a sí mismo,
en la boca. No empleó una segunda pistola, preparada ya, sino que recargó
con frialdad la primera. Kleist era conocido por tan
pocos que hasta su mejor amiga tuvo que explicarle a su hijo: «por cierto,
era escritor». En los círculos literarios, por su parte, no pasó mucho tiempo
antes de que estableciesen comparaciones entre la obra y el acto final, y
decidiesen que era muy similar a la obra de los hermanos
Grimm "Los esponsales en Santo Domingo", donde el
protagonista se quita la vida, después de disparar a su amante en el pecho:
«... como el desdichado se había puesto la pistola en la boca, su cráneo se
había hecho añicos, y había trozos del mismo salpicados por las paredes».
En la misma obra de Kleist,
Penthesilea acaba matando a su amante y después se suicida;

En cualquier caso, no me parece en absoluto una muerte romántica y por amor. En primer lugar porque la amante que accede a suicidarse con él tiene un cáncer terminal, (que es cierto que Kleist lo ignoraba por completo) por lo que no parece ser el amor lo que le impulsa a la muerte. Por otro lado, la Srta. Voguel se hubiera indignado si hubiera sabido que Kleist se lo pidió a ella porque su prima se había negado a morir junto a él. Resultado una muere por miedo a vivir y el otro se mata con cualquiera que pase por allí...¡y encima desperdiciaron la segunda taza de café!

El motivo por el que los canadienses se suicidan tanto puede ser el aburrimiento. ¿sabía que sólo hay 3,2 personas por kilómetro cuadrado en un pais cuya extensión iguala a Rusia? Y si resulta que la persona más cercana es aficionado al flamenco y a la ópera china y es al único al que le puede pedir azúcar ¿usted no se suicidaría?

Anónimo dijo...

Muchas gracias por lo de Kleist. Sí, podemos descartar cualquier tipo de ingrediente romántico y encima creo que la Vogel era increíblemente fea(¿casi tanto como la ministra de educación? Dios mío!, uno entiende el absentismo escolar cuando ve esa cara ). Sobre los inuik su ingeniosa respuesta no me aclara porque no se suicidan tanto los canadienses no esquimales.(Tiene razón sobre lo del flamenco, música propia de depravados, aunque no en la de la ópera china)

Donna Angelicata dijo...

"Cuando estoy al mando, todas las misiones son suicidas".

Capitan Zapp Brannigan. Futurama.