martes, septiembre 08, 2009
¡Quiero ser libre!
viernes, junio 26, 2009
Der Ring des Nibelungen. Richard Wagner. Palau de les Arts (Valencia)
si dejó al mundo de nuevo sin señor,
también reveló al mundo el tesoro de mi divina sabiduría:
Ni bienes, ni oro, ni la pompa de los dioses.
Ni palacios, ni dominios, ni la ostentación de los amos.
Ni los engañosos lazos de sombríos pactos.
Ni la dura ley de hipócritas costumbres...
Dejad que, en el dolor y en la alegría, exista sólo....
domingo, junio 21, 2009
Sesenta años de "El manantial"
Como dice Santiago Navajas hoy en su artículo de Libertad Digital: "En este caso, la lógica de Rand es implacable, y el discurso final de Roark, seis minutos que fueron duramente defendidos por Rand contra los productores y el mismo director, que querían reducirlo para hacerlo más comprensible para el público-masa, sigue siendo una de las piezas clave de la argumentación liberal contra cualquier tipo de colectivismo, sea de derechas (conservadurismo) o de izquierdas (socialismo)".
"Ni el dinero, ni la fama, ni gratitud, ni nada que la sociedad pueda darte. La autorrealización basta".
martes, junio 16, 2009
Confianza
Bueno, lo dicho, les dejo un pequeño texto que he leído hoy para que hablen sobre la cría del mejillón en los Pirineos, las guerras púnicas o como amamantan las hienas.
"Dos tortugas iban muy sedientas arrastrándose por el desierto. Al cabo de un tiempo descubrieron una botella grande de coca-cola (debían de ser norteamericanas). Saltaron de alegría, pero enseguida se dieron cuenta de que no tenía abridor. Lo intentaron con todas sus fuerzas, pero no había manera de abrir la botella, así que decidieron que una volvería al pueblo y la otra vigilaría la botella. Pasó mucho tiempo -cinco horas, diez horas, un día, dos días, cinco días, siete días-. Entonces la tortuga que vigilaba volvió a intentar abrir la botella. Inmediatamente la otra tortuga salió corriendo de entre las dunas cercanas gritando: "Si empiezas así, nunca me iré".
OSHO.
miércoles, junio 10, 2009
Feeling good
Birds flying high
You know how I feel
Sun in the sky
You know how I feel
Breeze driftin' on by
You know how I feel
It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good
Fish in the sea
You know how I feel
River running free
You know how I feel
Blossom in the trees
You know how I feel
It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good
Dragonfly out in the sun you know what I mean, don't you know
Butterflies all havin' fun you know what I mean
Sleep in peace when the day is done
And this old world
is a new world
and a bold world
For me
Stars when you shine
You know how I feel
Scent of the pine
You know how I feel
Oh freedom is mine
And you know how I feel
It's a new dawn
It's a new day
It's a new life
For me
And I'm feeling good
viernes, junio 05, 2009
La Morsa y el Carpintero (Lewis Carroll)
Con el fulgor implacable de sus rayos
se esforzaba, denodado, por aplanar
y alisar las henchidas ondas;
y sin embargo, aquello era bien extraño
pues era ya más de media noche.
La luna rielaba con desgana
pues pensaba que el sol
no tenía por qué estar ahí
después de acabar el dia...
¡Qué grosero! -decia con un mohín,
¡venir ahora a fastidiarlo todo!
La mar no podía estar más mojada
ni más secas las arenas de la playa;
no se veía ni una nube en el firmamento
porque, de hecho, no habict ninguna;
tampoco surcaba el cielo un solo pájaro
pues, en efecto, no quedaba ninguno.
La morsa y el carpintero
se paseaban cogidos de la mano:
lloraban, inconsolables, de la pena
de ver tanta y tanta arena.
¡Si sólo la aclararan un poco,
qué maravillosa sería la playa!
Si siete fregonas con siete escobas
la barrieran durante medio año,
¿te parece -indagó la morsa atenta-
que lo dejarían todo bien lustrado?
-Lo dudo- confesó el carpintero
y lloró una amarga lágrima.
¡Oh ostras! ¡Venid a pasear con nosotros!
requirió tan amable, la morsa.
Un agradable paseo, una pausada charla
por esta playa salitrosa:
mas no vengáis más de cuatro
que más de la mano no podríamos.
pero no dijo ni una palabra.
Aquella ostra principal le guiñó un ojo
y sacudió su pesada cabeza...
Es gue quería decir que prefería
no dejar tan pronto su ostracismo.
se adelantaron ansiosas de regalarse:
limpios los jubones y las caras bien lavadas
los zapatos pulidos y brillantes;
y esto era bien extraño
pues ya sabéis que no tenían pies.
Cuatro ostras más las siguieron
y aún otras cuatro más;
por fin vinieron todas a una
más y már y más... brincando
por entre la espuma de la rompiente
se apresuraban a ganar la playa.
La morsa y el carpintero
caminaron una milla, más o menos,
y luego reposaron sobre una roca
de conveniente altura;
mientras, las otras las aguardaban
formando, expectantes, en fila.
de que hablemos de muchas cosas:
de barcos... lacres... y zapatos;
de reyes... y repollos...
y de por qué hierve el mar tan caliente
y de si vuelan procaces los cerdos.
-Pero ¡esperad un poco!- gritaron las ostras
y antes de charla tan sabrosa
dejadnos recobrar un poco el aliento
¡que estamos todas muy gorditas!
-¡No hay prisa!- concedió el carpintero
y mucho le agradecieron el respiro.
-Una hogaza de pan -dijo la morsa-,
es lo que principalmente necesitamos:
pimienta y vinagre, además,
tampoco nos vendrán del todo mal...
y ahora, ¡preparaos, ostras queridas!,
que vamos ya a alimentarnos.
-Pero, ¡no con nosotras!- gritaron las ostras
poniéndose un poco moradas;
-¡que después de tanta amabilidad
eso sería cosa bien ruin!
-La noche es bella -admiró la morsa-
¿no te impresiona el paisaje?
-¡Qué amables habéis sido en venir!
iY qué ricas que sois todas!
Poco decía el carpintero, salvo
-¡Córtame otra rebanada de pan!,
Y ojalá no estuvieses tan sordo
que, ¡ya lo he tenido gue decir dos veces!
-¡Qué pena me da -exclamó la morsa-
haberles jugado esta faena!
¡Las hemos traído tan lejos
y trotaron tanto las pobres!
Mas el carpintero no decía nada, salvo
-¡Demasiada manteca has untado!
-¡Lloro por vosotras!- gemía la morsa.
-¡Cuánta pena me dais!-- seguía lamentando
y entre lágrimas y sollozos escogía
las de tamaño más apetecible;
restañaba con generoso pañuelo
esa riada de sentidos lagrimones.
-¡Oh, ostras!- dijo al fin el carpintero.
-¡Qué buen paseo os hemos dado!,
¿os parece ahora que volvamos a casita?-
Pero nadie le respondía...
y esto sí que no tenía nada de extraño,
pues se las habían zampado todas."
Pues creo que al final sí me ha quedado una entrada larga...
viernes, marzo 20, 2009
Los relatos del Padre Brown (G. K. Chesterton)
Al margen de este pueril, pero heroico, razonamiento, no creo que a estas alturas vaya a revelarles nada extraordinario que no sepan de mis preferencias, en este caso, literarias. Pero aún así, les confieso que hay en mí una suerte de enigmático y fascinante redescubrimiento eterno de este autor que me lleva magnéticamente a la compra (¡y lectura!) compulsiva de cualquier reedición que de sus escritos se hace. En este caso, además, se trata de algo grandioso, imprescindible en cualquier biblioteca, la recopilación de todos los relatos detectivescos del adorable Padre Brown que lleva a cabo la editorial Acantilado.
EL PADRE BROWN
Son cinco recopilaciones de relatos tituladas: El candor, La sabiduría, La incredulidad, El secreto y El escándalo del Padre Brown .
El candor del Padre Brown
(The Innocence of Father Brown, 1911)
Doce relatos. Destacan: La cruz azul, el primero, en el cual el famoso delincuente Flambeau se disfraza de cura y el P.B lo descubre: «Usted atacó la razón; y eso es de mala teología»; Las pisadas misteriosas, quizá el mejor caso a juicio del mismo P.B, pues en él logró evitar un crimen y acaso salvar un alma, gracias al sencillo procedimiento de haber escuchado unos pasos por un pasillo; La muestra de la espada rota, la resolución de un enigma histórico, una batalla en la que «uno de los hombre más sabios del mundo obra un día como un idiota, sin ninguna razón», y «uno de los hombres más buenos del mundo obra un día como un demonio, sin ninguna razón».Además están: El jardín secreto, en el que un hombre tiene la notable cualidad de que su presencia es tan ostensible como su ausencia; Las estrellas errantes, el último delito de Flambeau, un robo de joyas que contaba él mismo en su «edificante vejez» y a partir del cual abandonó la delincuencia; El Hombre Invisible, acerca de un personaje que resulta mentalmente invisible para quienes le rodean (un relato muy valorado por los expertos en el género); La honradez de Israel Gow, un caso de honradez tan extraño como alambicado que se desarrolla en un castillo escocés; La forma equívoca, el misterioso asesinato de un poeta drogadicto; Los pecados del príncipe Saradine, un hombre perverso que se confunde porque olvida la virtud humana; en El martillo de Dios aparece asesinado un eclesiástico perteneciente a una familia de aristócratas; en El ojo de Apolo Flambeau estrena oficina y se habla de «una de esas religiones nuevas que le perdonan a uno los pecados asegurando que nunca los ha cometido»; en Los tres instrumentos de la muerte fallece asesinado un hombre muy popular y conocido por su alegría permanente.
La sabiduría del Padre Brown
(The Wisdom of Father Brown, 1914)
Doce relatos. Mis preferidos son tres: El hombre del pasaje, de ambiente teatral, en el que los espejos tienen la clave; La peluca roja, de ambiente periodístico, en el que se dice la famosa frase «el periodismo consiste principalmente en decir “muere lord Jones” a gente que no tenía ni idea de que lord Jones estuviera vivo»; El extraño crimen de John Boulnois, o de cómo los pecados veniales resultan a veces más difíciles de confesar que los mortales.Los otros son: La ausencia del señor Copa, el criminólogo científico Orion Hood no resuelve un misterio que sí aclara el P.B.; El paraíso de los bandidos tiene lugar en Italia cuando al carruaje donde viajan un banquero inglés y el P.B. lo asaltan unos bandoleros; en El duelo del doctor Hirsch un famoso científico ateo es desafiado por un italiano creyente que luego desaparece, y cuando Flambeau no comprende qué ha pasado el P.B. le indica que la prueba moral es más clara que cualquier otra prueba; El error de la máquina es un caso de cuando el P.B. fue capellán en una prisión de Chicago, veinte años atrás, en el que se había condenado a un delincuente a partir del testimonio de un detector de mentiras; La cabeza del César es un caso de chantaje familiar que termina con un suicidio; en El fin de los Pendragon el P.B. frustra las intenciones de un tipo que desea quedarse con la fortuna familiar; en El dios de los gongos su intervención evita el asesinato que se iba a cometer en medio de un combate de boxeo; en La ensalada del coronel Cray aclara la maldición de una sociedad secreta india que pende sobre el coronel Cray; El cuento de hadas del Padre Brown, que se desarrolla en Alemania, trata de un antiguo asesinato sin resolver que cuenta Flambeau al P.B.
La incredulidad del Padre Brown
(The Incredulity of Father Brown, 1926)
Ocho relatos, todos ellos sin Flambeau, uno en Sudamérica, varios en los EE.UU. Para mí destacan: El oráculo del perro o la importancia de tratar a los perros como perros; El milagro de la calle de la Media Luna o lo natural que resulta creer en lo sobrenatural.Luego están: La resurrección del P.B, el único relato donde el P.B. sufre una agresión y que tiene lugar en la costa septentrional de Sudamérica; La saeta del cielo, o cómo el P.B. averigua quién es el asesino de un millonario pero lo deja huir; La maldición de la cruz de oro, un caso relacionado con la arqueología en el cual el P.B. afirma que «resulta mucho más natural aceptar un relato sobrenatural que se refiera a cosas que no comprendemos, que aceptar un relato natural que se oponga a las cosas que comprendemos»; El puñal alado, donde se cuenta por qué al P.B. le daba un estremecimiento cada vez que colgaba su sombrero en el perchero; El sino de los Darnaways, un caso trivial oscurecido por una vieja leyenda de aristócratas arruinados; El fantasma de Gideon Wise, para el P.B. el ejemplo más extraordinario de la teoría de la coartada.
El secreto del Padre Brown
(The Secret of Father Brown, 1926)
Diez capítulos. El primero, titulado El secreto del Padre Brown, es una conversación entre el P.B., Flambeau y un amigo estadounidense, en la que el P.B. indica su secreto: imaginarse con todos los pormenores cómo se puede cometer un crimen y en qué estado mental puede hacerse, la convicción de que «no existe un hombre que sea realmente bueno mientras no sepa cuán malo puede llegar a ser». El último capítulo, titulado El secreto de Flambeau, es un comentario a los casos narrados donde el Padre Brown subraya de nuevo su secreto: «Un crimen puede parecer tan terrible porque no se concibe la posibilidad de cometerlo. Yo lo creo horrible, porque podría cometerlo». En medio hay ocho casos. Yo destacaría La penitencia de Marne, o la diferencia entre cómo perdonan los hombres y cómo perdona Dios, el mejor caso del Padre Brown a juicio de muchos.Además están: El espejo del magistrado, un asesinato resuelto gracias a un espejo roto; La luna roja de Meru, que trata sobre la desaparición de un rubí; El mayor crimen del mundo, un caso de ironía infernal o el gozo que da poder decir la verdad en el mismo infierno y decirla de tal manera que todo el mundo la interprete mal; en El hombre de dos barbas está la explicación de por qué «si hay un cierto tipo de hombre que se inclina a desoír a Dios, es el hombre de negocios»; en La actriz y su doble muere un empresario teatral; en La canción del Pez Volador se roban unos peces de oro; La desaparición de Vaudrey es un caso de orgullo venenoso.
El escándalo del Padre Brown
(The Scandal of Father Brown, 1935)
En su origen, esta recopilación contenía ocho casos, titulados con el que inicia la colección, quizá el mejor, y que trata de cómo la verdad viaja siempre «media hora detrás de la calumnia, y nadie puede estar cierto de cuándo y dónde la alcanzará».Los otros siete eran: El «rápido», que habla de la extraña muerte de un periodista tan gruñón y fanático como íntegro y amistoso; La ráfaga del libro, cuyo protagonismo lo tiene un libro misterioso que causa la desgracia de quien lo abre; El hombre verde, donde un almirante aparece muerto en un estanque; La persecución del señor Blue, sobre un millonario asesinado y un estrambótico detective que debía protegerlo; El crimen del comunista, tal vez el segundo mejor relato de la colección, en el cual el Padre Brown arremete contra el capitalismo y lo califica de ser tan o más execrable que el comunismo; La punta de un alfiler, donde un constructor, amenazado por los sindicatos, parece haberse suicidado; El problema insoluble, que trata sobre un tipo que parece haber tomado pastillas, haberse colgado de un árbol, y haber sido acuchillado, y en el que reaparece su amigo Flambeau.Además, en la edición de Valdemar de 2007, se añaden dos casos más que Chesterton no había entregado para su publicación: en La vampiresa del pueblo el asesinato de un actor en un pueblo es resuelto años después y el culpable resulta ser alguien inesperado; en La máscara de Midas hay otro tipo de culpable más habitual en los relatos de Chesterton, «uno de esos magos de la modernidad (...), un genio de las finanzas» cuyos «robos eran robos a miles de pobres».
Chesterton, un gran lector de novelas policiacas, formuló en más de una ocasión sus ideas acerca de cómo debían ser esa clase de relatos: breves, de tiempo y alcance limitados, con un número reducido de sospechosos y que jugasen limpio con el lector. Puso en práctica sus ideas con los casos protagonizados por el Padre Brown y provocó una revolución en las novelas policiacas, entonces dominadas por las imitaciones de Sherlock Holmes. En primer lugar, debido a su protagonista, tan singular en su apariencia y en sus actitudes que influirá mucho en otros detectives posteriores. En segundo lugar, por el énfasis en los motivos de los actos criminales o, si se quiere ver por el otro lado, por el particular enfoque del Padre Brown para encontrar las soluciones. A esos rasgos añadió una calidad literaria y una profundidad muy por encima de lo habitual.
El Padre Brown es un curita con «una cara redonda y roma, como budín de Norfolk,
unos ojos tan vacíos como el mar del Norte» (La cruz azul); con unos «habituales
andares renqueantes» (El fantasma de Gideon Wise); que a veces parece
comportarse infantilmente y que siempre lleva en las manos un paraguas. En El
duelo del doctor Hirsch se lo describe como un hombre que, «como solía llevar
una vida de lo más anodina, tenía una afición muy peculiar a los lujos
imprevistos y aislados; se trataba de un epicúreo abstemio». En El fin de los
Pendragon se dice que, «incluso cuando se sentía desconcertado, el P.B. tenía la
suficiente clarividencia para poder analizar su propio desconcierto». En El dios
de los gongos se cuenta que tenía «una enorme resistencia para insistir sin
perder la paciencia, ante la cual la mente de los burócratas no suele tener
capacidad de reacción».
Y, de un modo parecido a como Sherlock Holmes tenía como ayudante al doctor Watson, en algunos casos el P.B. tendrá en el antiguo delincuente y luego detective Flambeau a un oponente que, aunque no resaltará la sabiduría de su compañero al modo admirativo de Watson, sí emprenderá vías de solución con frecuencia equivocadas o facilitará que el P.B. explique su postura y sus deducciones.Los trabajos que afronta el Padre Brown no son unos casos-problema para que pueda desentrañar el lector: son relatos literariamente acabados donde se mezclan con brillantez el misterio, el humor y un sentido común que podría denominarse teológico. Si Chesterton opinaba que los casos policiacos de Sherlock Holmes eran los mejores que se habían escrito, los suyos están construidos a la contra de su cientificismo, pues las deducciones del Padre Brown se basan en la comprensión del interior del delincuente y no tanto en las pruebas materiales objetivas.
También tiene Chesterton la intención de combatir los modos de pensar que le parecen desenfocados: el orientalismo entonces a la moda, las creencias parapsicológicas (que defendía el mismo Conan Doyle), el pensamiento social con el de algunos antepasados o contemporáneos suyos (como William Morris o H. G. Wells entre otros), etc. En esas y otras direcciones, el ingenio y la profundidad que gasta el Padre Brown en sus explicaciones de fondo sobrepasan lo común: «La primera consecuencia de no creer en Dios es que uno pierde el sentido común y no es capaz de ver las cosas tal y como son. Cualquier cosa que te cuentan y dicen que es muy importante, cobra un valor infinito, como el paisaje de una pesadilla. Un perro se convierte en oráculo, y un gato en misterio, y un cerdo en mascota, y un escarabajo en animal sagrado, y se resucita todo el zoo del politeísmo de Egipto y de la India antigua» (El oráculo del perro).
Por esta razón, los relatos de Chesterton conviene leerlos poco a poco, reflexivamente: su amor por las paradojas es mucho más que un juego intelectual. En cuanto a la confección de sus relatos, Chesterton compone las escenas de un modo teatral y, al tiempo, da valor a cada una de las observaciones que hacen sus personajes y a cada uno de los adjetivos que pone. Si habla de la «ensangrentada oscuridad» que da una bombilla roja de un cuarto para revelar fotografías, el lector hará bien en esperar que algo sucederá (El sino de los Darnaway). Y también tendrán una finalidad las descripciones coloristas como la del «sendero flanqueado por flores azules que va todo recto hasta la oscura entrada del invernadero, y el abogado que bajaba por el mismo, con traje negro y chistera, y la roja cabeza del secretario asomando por encima del seto verde, que recortaba con unas tijeras de jardinero» (El oráculo del perro).
Por supuesto, los títulos son significativos: el candor es tanto el aspecto externo del P.B. como el remedio para convertir al delincuente; la sabiduría es saber distinguir la realidad de las apariencias; la incredulidad tiene que ver con que si uno cree en los verdaderos milagros no cree en cualquier milagro; el secreto del P.B. es tanto su técnica detectivesca como su talante; el escándalo se refiere a la sorpresa que causan sus actitudes y su modo de juzgar los delitos.
Las dos personalidades del Padre Brown.
En su autobiografía, Chesterton cuenta cómo concibió al personaje del Padre Brown. Invitado a una cena, conoció allí a un sacerdote bajito y con cara de duende: el padre John O’Connor, quien más influencia tendría en su conversión posterior al catolicismo. Al día siguiente, charlando con él, descubrió que tenía un profundo conocimiento de muchas cuestiones sociales sórdidas. Luego, en otra conversación en la que ese sacerdote no estaba, dos jóvenes estudiantes de Cambridge manifestaron su admiración por él pero hicieron notar que, con el tipo de vida que llevaba, no sabía nada de la verdadera maldad del mundo. Chesterton pensó entonces en la gran ironía encerrada en esa observación y concibió a su personaje novelesco. A lo largo de los relatos se describe su comportamiento en distintas circunstancias y se dibujan sus hábitos mentales, a veces indicando lo mismo de distintos modos.
Quizá la descripción más completa sea esta: «Dentro del Padre Brown había en realidad dos personalidades. Una era la de un hombre de acción, humilde como una prímula y puntual como un reloj, que cumplía con sus pequeñas obligaciones sin que se le ocurriera ni por lo más remoto alterar el orden de las mismas. Y la otra era la de un hombre de reflexión, mucho más sencillo pero mucho más fuerte, al que no era fácil detener y cuyo pensamiento (en el único sentido inteligente de esta expresión) era el propio de un librepensador. No podía evitar, aunque fuera de manera inconsciente, plantearse todas las preguntas que uno podía plantearse y contestarse a todas las que supiera contestar, y todo esto lo hacía con la misma naturalidad con que respiraba o con que circulaba la sangre en sus venas. Pero conscientemente nunca actuaba fuera de la esfera de su propio deber; y en este caso siempre ponía adecuadamente a prueba estas dos actividades. Se disponía a reemprender su caminata con paso cansado bajo la débil luz del amanecer, diciéndose para sus adentros que aquello no era asunto suyo, aunque dándole instintivamente vueltas y más vueltas en la cabeza a dos docenas de teorías capaces de explicar aquellos extraños ruidos» (La ensalada del Coronel Cray).
miércoles, marzo 11, 2009
Asfixia
Nos acostumbramos, naturalmente, durante decenios a un ser humano y lo amamos durante decenios y lo amamos en definitiva más que a cualquier otro y nos encadenamos a él perdemos, y, cuando lo perdemos, es realmente como si lo hubiéramos perdido todo. Siempre había creído que era la música la que lo significaba todo para mí, a veces al fin y al cabo también que era la filosofía, la literatura elevada, la más enaltecida y exaltada, lo mismo que, en general, que era sencillamente el arte, pero todo eso, todo el arte, el que sea, no es nada en comparación con ese único ser querido. Cuando el ser querido por nosotros más que cualquier otro del mundo ha muerto, nos deja con horribles remordimientos, dijo Reger, con espantosos remordimientos, con los que tenemos que existir después de su muerte y en los que un día nos asfixiaremos".
Thomas Bernhard.
miércoles, marzo 04, 2009
No viviré fuera de mí
no veré con los ojos de los demás,
mi bien es bueno, mi mal malvado,
estaría libre, no puedo ser
mientras acepto las cosas
según la apreciación de los otros.
Me atrevo a intentar trazar mi propio camino
en el que todo lo que me complace será Bueno,
en el que lo que odio es Malo,
no hay más que hablar y a partir de aquí, por favor, Dios,
renuncio para siempre al yugo de las opiniones de los hombres.
Seré alegre como un pájaro y viviré con Dios.
Lo encuentro en el fondo de mi corazón,
oigo continuamente allí su voz.
Y libros, y sacerdotes, y mundos, aprecio menos
¿quién dice que el corazón es un guía ciego?
No es cierto, mi corazón nunca me aconsejó pecar,
me pregunto de dónde sacó su sabiduría
pues en laberinto más oscuro de los más dulces cebos
o entre horribles peligros ni una sola vez
ese amable ángel falló en su oráculo,
esa agujita siempre conoce el norte,
el pajarillo recuerda en su oráculo
y este sabio profeta nunca yerra.
Nunca he enseñado lo que él me enseña a mí,
sólo le sigo cuando actúo correctamente.
¿De dónde venía este Espíritu Omnisciente?
De Dios venía. Es la deidad.
Ralph Waldo Emerson.
A J. (mi deidad)
Gracias.
lunes, febrero 16, 2009
Muse
Muse, trío británico de pop-rock liderado por la deidad llamada Matthew Bellamy (compositor, voz, guitarra, teclado y piano) . Su música cuenta con influencia de compositores clásicos, especialmente, aquellos de la era romántica, tales como Sergéi Rachmaninov y Tchaikovski. La banda es famosa por sus enérgicas actuaciones en vivo y los excéntricos intereses del líder Bellamy en la conspiración global, vida extraterrestre, teología y el Apocalipsis. La voz de Bellamy aparece empleada en su máximo esplendor, guitarras con arpegios y gran utilización del piano. También es notable la influencia de minimalistas como Philip Glass. Bellamy usa altas líneas vocales como marca de la casa de Muse. Este falsetto es una característica principal del grupo. Su estilo vocal ha sido comparado al de grandes mitos como Thom Yorke de Radiohead, Freddie Mercury de Queen y Jeff Buckley, a quien Bellamy citó como mayor influencia. Sus composiciones a piano han sido inspiradas por pianistas como Serguéi Rachmáninov, y como resultado de una fusión del estilo Romántico con rock quedan muchas canciones de Muse, como Space Dementia y Butterflies and Hurricanes. Esta última contiene un pequeño intermedio que recuerda mucho a una composición de Rachmaninoff.
Me ha costado sudor y sangre elegir solo algunos vídeos porque amo febrilmente todos sus temas y me siento un poco infiel y traidora hacia los que no he puesto (esto me recuerda el problema de la madre judía -ver Paul Watzlawick y El arte de amargarse la vida-). Sakura tuvo el buen gusto de poner en su entrada el tema himno por excelencia de Muse, Newborn, de sus primeros discos. Yo he optado por estos tres, ¡que me perdonen los demás!)
1) Starlight. De su último albúm "Black holes and revelations".
2) Blackout: Del album "Absolution". Porque me parece de una belleza celestial.
3) Sing for absolution: También del "Absolution", y cuyo final tiene un crescendo sublime.
lunes, febrero 09, 2009
El curioso caso de Benjamin Button
1) Si naciéramos siendo unos vejestorios desdentados asustaríamos hasta al Sr. Rompetechos. Con razón, el padre abandona inmediatamente al newborn (vocablo inglés puesto únicamente para que contemplen lo lista que soy), y claro, convendrán conmigo que sin padres, o somos Mowgli, o no duraríamos ni un telediario.
2) Tampoco nuestra madre, en el dudoso caso de que hubiera sobrevivido al infarto tras ver nuestro rostro inmundo y aceptara hacerse cargo de un estafermo como nosotros, en ese hipotético caso, digo, ¿cómo iba la pobre a amamantar a un ser con la apariencia de un octogenario?. Sería un claro caso de lo que llamamos "viejo verde" (pueden remitirse a mi entrada del 8 de enero)
3) Las historias amorosas no tendrían ningún sentido con esta rueda al revés. Cuando uno es viejo (pero joven de edad) se iría con jovencitas, y cuando es joven (pero viejo de edad) se iría con jovencitas. ¡Huy!, pues igual que ahora.
4) Uno haría la primera comunión con setenta años (físicamente). En lugar de recibir una bicicleta, recibiríamos una silla de ruedas.
5) Nuestras primeras palabras serían: "¡Dadme mi dentadura, zánganos!".
6) Acabaríamos siendo más jóvenes que nuestros propios hijos, y éstos, resentidos por tal injusticia estética, optarían por tirarnos a las vías del metro (de Bilbao o Lisboa preferiblemente).
7) Engañaríamos al Estado solicitando la jubilación cuando en realidad no habríamos comenzado a trabajar todavía. Nota: engañar al Estado está muy mal.
8) Con una apariencia de 20 años, sentiríamos fuertes deseos de jugar al mus y a la petanca, y eso es una imagen demasiado desgarradora.
9) Con una apariencia de 80 años, sentiríamos fuertes deseos de ver a Miliki y Rita Irasema, y eso es una imagen demasiado desgarradora.
10) Esto no es una razón pero protesto por el corto metraje de la película con el Brad Pitt joven y lozano en comparación con el Brad Pitt vetusto y senil.
domingo, febrero 08, 2009
jueves, febrero 05, 2009
Resumen de la tonteria humana
- Hoy me he levantado a la siete
- Yo me levanto todos los días a las ocho
- Yo ayer me acosté a las tres
- Yo a las once y cuarto
- Yo necesito dormir ocho horas
- Yo tomo café cuatro veces al día
- Yo prefiero ir al cine en la sesión de la tarde
- Yo tengo un tío carnal que vive en Calcuta
- Yo solo fumo tabaco negro, a menos que no encuentre
- Yo me llamo Fárol con acento en la a
Y todos quedan tan satisfechos porque todos han hecho gala de la única condición que el hombre pone de manifiesto pertinazmente a cualquier hora del día o de la noche: su impecable tontería.
"Enciclopedia del humor y la risa". Noel Clarasó.
- A mí me gusta el té con limón
-Pues yo prefiero el chocolate, que es menos ordinario
- Los que derrochan amor son unos cursis
-Yo odio a la Piaf, que es como un Gremlin
-Me gustan las mujeres boyantes cuarentonas
- Yo no paseo a mi perro nunca, que me llamarían schopenhaueriano.
(Guiño de duende)
martes, enero 27, 2009
Exposición Star Wars
Espero que les gusten y si no, pues entonces lo que espero es que no lo digan.
Aviso importante: No salgo fotografiada en ninguna, así que ahórrense el chiste de si soy Yoda o el Ewok.
martes, enero 20, 2009
De trenes y Madrid
Evidenciando una asombrosa falta de humildad de la que yo misma me horrorizo y avergüenzo al suponerles una devoción tal a este blog como para verme en la coyuntura de tener que disculpar la ausencia de unos ridículos días, pese a ello, digo, les notifico formalmente que una servidora pasará un breve lapso de tiempo en Madrid (el hecho de que una se haya codeado hoy con el Sr. Aznar, esposa e hijo, no ha tenido nada que ver, lo aseguro).
Me pregunto si en mi sucinta andadura podré asistir al Teatro Real (mi inclinación se dirige hacia The Rake's Progress de Stravinsky) o a la galáctica exposición que alberga este año el Centro de Exposiciones Arte Canal Isabel II, Star Wars: The Exhibition. Les garantizo que ambos planes me harían muy feliz, y no duden, mis leales amigos, que si esos recintos me acogen en su seno, serán ustedes los primeros en enterarse.
El medio elegido para mi travesía es, por supuesto, el confortable ferrocarril. No se me ocurre un modo más placentero de viajar. No, ni el coche ni el avión ni el buque cisterna proporcionan la quietud, tranquilidad y sosiego que da el tren. Lo único que no tengo decidido es qué libro me llevaré, tengo serias dudas al respecto pues debo asegurarme que no me resulta de un tedio insoportable ya que el daño puede ser irreparable. Oscar Wilde, con esa mordacidad suya, decía que jamás viajaba sin su diario ya que siempre debería llevarse algo estupendo para leer.
Otra cosa que me atormenta es perder el tren (no utilizada esta expresión como esa meliflua metáfora que todos los bobos repiten). Aunque por otra parte, ahora recuerdo que la mayoría de los escritos de Chesterton nacieron en estaciones de tren, porque habitualmente los perdía. Él decía aquello tan brillante de que el único modo seguro de coger un tren es habiendo perdido el anterior. En una famosa anécdota telefoneó a su esposa diciéndole “Estoy en el Mercado Harborough. ¿Donde tenía que estar ahora?".
También confío en que no se sienten al lado una de esas parejas que está viviendo un momento lírico y que, según mi querido Jardiel, siempre las viven al introducirse en un tren. "¿Será que en los trenes se agazapan todos los microbios del lirismo que esparció por España aquella cornucopia con perilla que se llamó Gustavo Adolfo Béquer?"- decía.
Bien, amigos, sean todo lo fieles que les supongo, y esperen pacientes mi regreso en menos de lo que tardan en pronunciar "Füllhorn".
lunes, enero 19, 2009
Bicentenario Edgar Allan Poe
Hoy es un día muy señalado para los que somos amantes del género gótico, y muy en especial del maestro indiscutible del mismo. Se trata de uno de mis escritores predilectos, y es que no sólo puedo decir que adoro sus aterradores y escalofriantes relatos, sino que además, su vida, o más bien podríamos decir, la aciaga y desdichada vida que le tocó vivir, me inspira una suerte de melancólica compasión y empatía difíciles de expresar.
Celebramos el bicentenario del nacimiento del celebérrimo escritor norteamericano, Edgar Allan Poe (19 enero, 1809- 7 octubre,1849) y por ello, desde este humilde blog quiero hacer un pequeño y modesto reconocimiento a este gran autor entre los tantos que están habiendo estos días (ayer mismo, "El Mundo" le dedicaba unas páginas en su suplemento dominical)
Soy consciente de que, como ávidos lectores y de sutil gusto que son, conocerán y admirarán este conocido poema suyo. Pero no me gustaría dejar esta vida sin que este blog haya albergado unas de las palabras más hermosas, enigmáticas y atrayentes jamás escritas.
Les dejo ya con "El Cuervo". Sólo eso y nada más.
EL CUERVO
Cierta medianoche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral y asentía,
adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
«Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más.»
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa desfalleciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado
calma en mis libros,ni consuelo a la pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal que,
para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
«No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más».
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
«Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...», y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en ese silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra «Leonor», que yo me atreví a susurrar..
sí, susurré la palabra «Leonor» y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada mas.
Aunque mi alma ardía por dentro
regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
«Esta vez quien sea que flama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, qué misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!»
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave trocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
«Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser osado,
viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?»
Dijo el cuervo: «Nunca más».
Que un ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido ocasión
de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara «Nunca más».
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sola sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: «Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará».
Dijo entonces: «Nunca más».
Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
«Sin duda -dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán;
que pergeñó, acorralado,
este lúgubre refrán:"Nunca, nunca más"».
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo en descubrir
que quería la funesta ave ancestral.
Qué pretendía esa torva ave, funesta y ancestral
al repetir: «Nunca más».
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra al ave
que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada sobre el cojín purpúreo
que el candil hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar
y ya no usará nunca más!
Luego el aire se hizo denso,
como si ardiera un incienso mecido por serafines de leve andar musical.
«¡Miserable! -me dije-; ¡Tu Dios estos ángeles dirige hacia ti
con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás! »
Dijo el Cuervo: «Nunca más».
¡Profeta -grité-, ser malvado; profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral?
¡Mas, te imploro, dime ya, dime, te imploro,
si existe algún bálsamo en Galaad!»
Dijo el Cuervo: «Nunca más».
¡Profeta -grité-, ser malvado; profeta eres, diablo alado!
Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano a Leonor,
ahora entre ángeles, un día podré abrazar;
si a la radiante doncella en el Edén podré abrazar. »
Dijo el Cuervo: «¡Nunca más!».
«¡Diablo alado, no hables más!», dije, dando un paso atrás;
« ¡Que la tromba te devuelva a la negrura abismal!¡
Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje quiero sobre mi portal!
¡Deja en paz mi soledad! ¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!»
Dijo el Cuervo: «Nunca más».
Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará... ¡nunca más!
THE RAVEN
Once upon a midnight dreary, while I pondered, weak and weary,
Over many a quaint and curious volume of forgotten lore,
While I nodded, nearly napping, suddenly there came a tapping,
As of some one gently rapping, rapping at my chamber door.
"'Tis some visitor," I muttered, "tapping at my chamber door,
Only this, and nothing more."
Ah, distinctly I remember it was in the bleak December,
And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor.
Eagerly I wished the morrow; vainly I had sought to borrow,
From my books surcease of sorrow, sorrow for the lost Lenore,
For the rare and radiant maiden whom the angels name Lenore,
Nameless here for evermore.
And the silken sad uncertain rustling of each purple curtain
Thrilled me - filled me with fantastic terrors never felt before;
So that now, to still the beating of my heart, I stood repeating,"
'Tis some visitor entreating entrance at my chamber door,
Some late visitor entreating entrance at my chamber door;
This it is, and nothing more."
Presently my soul grew stronger; hesitating then no longer,
"Sir," said I, "or Madam, truly your forgiveness I implore;
But the fact is I was napping, and so gently you came rapping,
And so faintly you came tapping, tapping at my chamber door,
That I scarce was sure I heard you", here I opened wide the door;
Darkness there, and nothing more.
Deep into that darkness peering, long I stood there wondering, fearing,
Doubting, dreaming dreams no mortals ever dared to dream before;
But the silence was unbroken, and the stillness gave no token,
And the only word there spoken was the whispered word, "Lenore!"
This I whispered, and an echo murmured back the word, "Lenore!"
Merely this, and nothing more.
Back into the chamber turning, all my soul within me burning,
Soon again I heard a tapping somewhat louder than before.
"Surely," said I, "surely that is something at my window lattice:
Let me see, then, what there at is, and this mystery explore,
Let my heart be still a moment and this mystery explore;
'Tis the wind and nothing more."
Open here I flung the shutter, when, with many a flirt and flutter,
In there stepped a stately raven of the saintly days of yore;
Not the least obeisance made he; not a minute stopped or stayed he;
But, with mien of lord or lady, perched above my chamber door,
Perched upon a bust of Pallas just above my chamber door,
Perched, and sat, and nothing more.
Then this ebony bird beguiling my sad fancy into smiling,
By the grave and stern decorum of the countenance it wore.
"Though thy crest be shorn and shaven, thou,"
I said, "art sure no craven,
Ghastly grim and ancient raven wandering from the Nightly shore,
Tell me what thy lordly name is on the Night's Plutonian shore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."
Much I marvelled this ungainly fowl to hear discourse so plainly,
Though its answer little meaning, little relevancy bore;
For we cannot help agreeing that no living human being,
Ever yet was blest with seeing bird above his chamber door,
Bird or beast upon the sculptured bust above his chamber door,
With such name as "Nevermore."
But the raven, sitting lonely on the placid bust, spoke only
That one word, as if his soul in that one word he did outpour.
Nothing further then he uttered; not a feather then he fluttered,
Till I scarcely more than muttered, "other friends have flown before,
On the morrow he will leave me, as my hopes have flown before."
Then the bird said, "Nevermore."
Startled at the stillness broken by reply so aptly spoken,
"Doubtless," said I, "what it utters is its only stock and store,
Caught from some unhappy master whom unmerciful Disaster,
Followed fast and followed faster till his songs one burden bore,
Till the dirges of his Hope that melancholy burden bore,
Of "Never - nevermore."
But the Raven still beguiling all my fancy into smiling,
Straight I wheeled a cushioned seat in front of bird, and bust and door;
Then upon the velvet sinking, I betook myself to linking,
Fancy unto fancy, thinking what this ominous bird of yore,
What this grim, ungainly, ghastly, gaunt and ominous bird of yore,
Meant in croaking "Nevermore."
This I sat engaged in guessing, but no syllable expressing
To the fowl whose fiery eyes now burned into my bosom's core;
This and more I sat divining, with my head at ease reclining,
On the cushion's velvet lining that the lamplight gloated o'er,
But whose velvet violet lining with the lamplight gloating o'er,
She shall press, ah, nevermore!
Then methought the air grew denser, perfumed from an unseen censer
Swung by Seraphim whose footfalls tinkled on the tufted floor.
"Wretch," I cried, "thy God hath lent thee- by these angels he hath sent thee,
Respite - respite and nepenthe, from thy memories of Lenore!
Quaff, oh quaff this kind nepenthe and forget this lost Lenore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil!- prophet still, if bird or devil!
Whether Tempter sent, or whether tempest tossed thee here ashore,
Desolate yet all undaunted, on this desert land enchanted,
On this home by horror haunted- tell me truly,
I implore,Is there - is there balm in Gilead? - tell me - tell me, I implore!"
Quoth the Raven, "Nevermore."
"Prophet!" said I, "thing of evil - prophet still, if bird or devil!
By that Heaven that bends above us - by that God we both adore,
Tell this soul with sorrow laden if, within the distant Aidenn,
It shall clasp a sainted maiden whom the angels name Lenore,
Clasp a rare and radiant maiden whom the angels name Lenore."
Quoth the Raven, "Nevermore."
"Be that word our sign in parting, bird or fiend,"
I shrieked, upstarting"Get thee back into the tempest
and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!"
Quoth the Raven, "Nevermore."
And the Raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamplight o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor,
Shall be lifted - nevermore!"
miércoles, enero 14, 2009
Lady Godiva
Gracias a la administración de Leofric, el pueblo fue creciendo hasta convertirse en un centro importante de la región. Pero poco a poco la ambición fue apoderándose de Leofric. Mientras tanto el espíritu humano con el que contaba Godiva, le permitió tener más contacto con la gente. Fue así como ellos fueron sintiendo más afecto y respeto por ella. Debido a la gran sensibilidad que Lady Godiva poseía hacia los que la rodeaban, pudo percibir que los habitantes del pueblo no tenían una calidad de vida lo suficientemente digna de acuerdo al trabajo y esfuerzos que realizaban. Según los principios de vida por los cuales Godiva se regía y el compromiso social que sentía hacia la tierra que le habia dado todo lo que tenía, decidió hacer algo por aquella gente que siempre le había demostrado su apoyo, lealtad y afecto. Asi que penso cuál seria la mejor forma de ayudarles.
La leyenda dice que Godiva le propuso a su esposo Leofric que si salía desnuda montando su caballo blanco por la plaza central de Coventry, él bajaría los impuestos al pueblo. Obviamente Leofric creyó que no lo haría y que era ridículo porque en esa época la mujer no tenía voz y siempre estaba al margen de cualquier situación. Sin embargo, Godiva tomó el riesgo y cumplió con su promesa. El pueblo cuando se entero de lo que pretendía hacer, decidió apoyarla por el respeto que le tenían, asi que todos se pusieron de acuerdo para cerrar ventanas y puertas y no verla pasear desnuda por el pueblo. Leofric tuvo que cumplir con su palabra de noble y tuvo que abolir los impuestos innecesarios y reducir otros. Leofric se dio cuenta que la mujer con la que habia vivido tantos años era capaz no sólo de amarlo a él, sino a todos los que él nunca había tomado en cuenta como personas. Se percató que así como Lady Godiva demostraba su amor respetandolo, también lo demostraba a su gente desafiándolo a él y a ella misma.
Todos los ciudadanos, menos un sastre, se encerraron en sus casas. Es a este sastre al que la tradición inglesa llama Peeping Tom (es decir, «El mirón Tom») pues no pudo resistir ver a su señora desnuda a través de un agujero en la persiana, por lo que se quedó ciego. Además, la expresión pasó a designar en el idioma inglés a quien en castellano se llama mirón y en francés voyeur.
Recreación de Lady Godiva y Peeping Tom
En cuanto a si es un hecho histórico o simplemente una leyenda, los historiadores no pueden afirmar ni una cosa ni otra, pero sí creen que tiene, parcialmente, una base real.
La ópera "Isabeau" de Pietro Mascagni está inspirada en esta leyenda.
sábado, enero 10, 2009
La crisis ninja
También les pongo el enlace del archivo en pdf con la teoría completa por si quieren tener un fin de semana bien amargadito.
http://www.sonnenfeld.org/blog_lap/ddvlap_crisis_ninja.pdf
Pero bueno, aquí van algunos ejemplos que contienen humor para que no crean que pretendo torturarles.
81. 5.7.08. Relacionado con lo anterior, lo que más preocupa al PSOE, que, como sabéis, es el partido que está en el Gobierno, es, según lo tratado en su Congreso Federal:
a. El aborto
b. La eutanasia
c. El suprimir símbolos religiosos
Comentario 1. Quizá gastaban mucho en:
Alimentación de niños
Alimentación de ancianos
Crucifijos
y han decido ahorrar, por lo de la Austeridad presupuestaria.
Comentario 2. Os podéis imaginar lo que dice el vecino de San Quirico. ¿Ya os lo habéis imaginado? Pues dice cosas MUCHO PEORES.
PASA AL ANEXO 3, DISTRACCIONES.
82. PIROPOS. Como a todo mortal, a uno le gusta que le piropeen. Lo mejor que me han dicho últimamente ha sido: “Continúe, Sr. Abadía, que ésta es la mejor novela negra que he leído en mi vida”.
jueves, enero 08, 2009
The girl nursing her own father- La muchacha amamantando a su padre
“En 1950 compré al anticuario Juanito Aguilera (Juanito “el Barato”), de la
calle de la Encarnación, un cuadro que me gustó: representa el conocido tema del
condenado a morir de hambre a cuya hija se le permite visitarlo antes de que
perezca; ella, a escondidas, le ofrece su pecho para que se amamante y así
salvarlo de la inanición.” (pp. 114-115)
Idem praedicatum de pietate Perus existimetur, quae patrem suum Mycona
consimili fortuna adfectum parique custodiae traditum iam ultimae senectutis
uelut infantem pectori suo admotum aluit. haerent ac stupent hominum oculi, cum
huius facti pictam imaginem uident, casusque antiqui condicionem praesentis
spectaculi admiratione renouant, in illis mutis membrorum liniamentis uiua ac
spirantia corpora intueri credentes. (5.4. ext. 1)."En la misma consideración se ha de tener la devoción filial de Pero, que a
su propio padre Micón, cuando éste sufrió una similar desgracia e igualmente
estaba confinado en prisión con una edad muy avanzada, lo amamantó, acercándolo
a su pecho como un bebé. Los ojos de los hombres quedan fijos y estupefactos
cuando contemplan un cuadro sobre este tema, y con la admiración de la
representación actual reviven la situación del antiguo suceso, creyéndose que en
aquellos mudos trazados de figuras están contemplando seres que viven y
respiran."
domingo, enero 04, 2009
Cambios
Pero lo que quiero decirles, como casi todo, ya lo dijo Chesterton. Ayer estaba leyendo sus artículos recopilados bajo el título de "Lectura y locura", y apareció oportunamente este texto que les muestro mientras de fondo suena en este domingo lluvioso (y sin rastrillo), "El preludio a la siesta de un fauno" de Debussy:
Permítasenos, así pues a los que cambiamos de estado, algo de ese phatos que se concede a quienes están próximos a la muerte. Me hace feliz irme a vivir al campo, pero me entristece abandonar la ciudad".
"Lectura y Locura". G.K Chesterton